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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Corredor, ¿cumples?

¿Eres fiel y cumples con tus compromisos? ¿Eres cada año un poco más viejo y cumples años?

El término «cumplir» tiene cientos de matices. Desde dar la talla en el sexo hasta ir marcando el ritmo de carrera según el esquema programado. Cumplir es ser tan honesto como para presentarse siempre ante una obligación. Cumplimos cuando aceptamos los reglamentos de las carreras – algunos irremediablemente extensos y llenos de detalles.

Pero, sobre todo, cumplimos con ese momento en el que atravesamos el útero materno (o nos sacaron a bisturí) y nos parieron a este mundo. Otro día más en que repasas qué haces, cómo van tus propósitos, miras si eres fiel a tus ideas y, sobre todo, si está aún todo en orden.

La edad y el corredor daría para un serial. Para una enciclopedia. Los caprichos que listamos los runners para «celebrar» que cumplimos años, cómo afrontar el natural envejecimiento de las piernas que crujen y las articulaciones que chirrían, los repasos a las viejas fotografías en las que salimos inevitablemente más jóvenes y en que la moda es siempre espantosa.

Mañana me cae otra rayita, otra muesca en el revólver de la edad. Cuarenta y cuatro mayos.

En un Abril de 1988 buscaba adelantar mi mayoría de edad por unas semanas. Pero el cónclave familiar pensó que no pasaba nada cumplir el reglamento y esperar a tener dieciocho para estrenarme en un maratón. La cuenta que llevo con los maratones repartidos en años vividos ya comenzó con un punto de sensatez.

Algunos me habéis conocido hace tiempo. Otros asumís que este es otro blog dentro de la moda del running en la prensa y que me acabo de apuntar a todo esto. El listado de barbaridades/año hoy presenta noventa carreras de maratón o más kilómetros. Puesto en perspectiva es una idiotez como un piano. Puesto en otro tipo de perspectiva voy cumpliendo sin mirar mucho, ni al paso del tiempo en el calendario ni a las cosas que corro.

Cumplo, veo cómo las caras se renuevan, y cómo contamos nuestros entrenamientos diarios. Cómo corren tanto el anónimo como el famoso. Me imagino sentado en los escalones de un portal en la gran avenida de nuestra vida, y veo pasar gente al trote, con las pulsaciones altas y modelos de calzado deportivo y ropa diferentes.

Un corredor cumple con su ritual de hacer pasar el tiempo entre carreras. Pero un auténtico corredor es el que vive al máximo el tiempo entre carreras. Por que, al final, esto se reduce a poner un pie y luego otro.

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Foto: Darío Rodriguez/DesnivelPress.com

Tus sitios favoritos para correr han sido…

Os preguntamos en twitter y os descolgasteis con una buena tira de recomendaciones. Tanto en España como en el resto del mundo (sí, hay más mundo que esto).

Tira mucho la tierra y también sois gente viajada. Recomendaciones que quedan para los que acudan de vacaciones a San Sebastián, Italia o las Montañas Rocosas. Como había que afinar un poco y el término «Montañas Rocosas», sin ir más lejos, se quedaba algo vago, seleccionamos.

No podemos elaborar un ránking pero estas han sido vuestras sugerencias. Unas de muchas. Pero llevan premio por ese extra de simpatía que desplegáis en 140 caracteres. Gracias por las sugerencias y por el material para este post.

 

 

Claro que puedes empezar a correr (2)

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¿Qué me pasará? ¿Estoy aún a tiempo de arrancar?

La solución, hoy. Lo siento runners, no es el post para los que ya domináis esto y buscáis nuevos retos.

Escucha. No veo ninguna razón por la que no empieces a correr. En este blog solemos animar a que se afronte todo este dilema recto y al toro. ¿Voy a ponerme yo a correr cuando apenas aguanto dos minutos seguidos sin escupir el corazón?

En su día recomendé todas aquellas guías que inundaron los Estados Unidos en los años setenta. En ellas se introducía el caminar como una herramienta de ayuda al complicado inicio del correr. De descanso y de ayuda, mencionaba.

Puedes correr. Ahora bien, si estás lejos de una buena forma física, haz las cosas con tranquilidad. Caminar unos minutos de manera alterna con el incipiente trote cumple dos funciones, para que nos entendamos.

1. Por un lado baja la intensidad del trabajo cardiaco. Las famosas pulsaciones bajan del nivel “alerta submarino nuclear con fuga en los reactores” a “desactivar alertas, era solo un calentón”.

2. Por otro, no paramos sino que aprovechamos para seguir trabajando a intensidad baja o moderada. No vamos a desgranar lo sano que es caminar, porque hay mucho escrito. Cuando estamos trotando de manera intensa no sólo es la velocidad de latido de nuestro corazón sino también la intensidad con que bombea. Eso que nuestros mayores de cuarenta se miden constantemente: la presión arterial. Pues bien, al detenernos después de un trote intenso la tensión se desajusta y desciende. Si paramos, corremos el riesgo de un desajuste con cierto peligro. Si seguimos caminando la diferencia entre alto y bajo es menor y, por tanto, más conveniente para nuestro organismo.

Ejemplo de guardia para principiantes decididos

En su día también recomendé una especie de guía para el “día cero”.

Como calentamiento, camina a ritmo vivo durante 5 minutos (que te dé la sensación de que a ese ritmo te iría mejor trotando).
Trota 30 segundos, camina a ritmo vivo 90 segundos (minuto y medio).
Ahora repite esa secuencia cuatro veces más.
Para enfriar el cuerpo, camina a ritmo vivo otros 5 minutos.

Con estas premisas tan asequibles, quién se va a resistir. 20Minutos.es te pone a los pies del plan más asequible y factible del orbe. A por ello.

Si regresas al día siguiente después de haberlo intentado, las preguntas de evaluación son las mismas ¿Ha sido mortal? ¿Lo puedes afrontar? Si has podido con ello, la rutina te debería llevar a aumentar esos bloques de trotar y caminar por tramos de medio minuto. No tienes ninguna prisa. Y no olvides incidir en ejercicios generales de fortalecimiento y estiramiento.

Entonces ¿todavía puedo empezar a correr?


Fuente: Tom Jolliffe, en WikiCommons

¿Puedo aún empezar a correr?

Por poder, se puede. Ya hemos hablado de todo ello. No es tarde. En realidad nunca es tarde para aficionarse a algo.

Podría citar casos de septuagenarios que han descubierto el mundo de Internet o de humanos en sus plateados cincuenta cuya pasión sobrevenida por la cocina les vuelve locos. Correr – creo – no es tan extremo.

Reformulando un poco mi anterior frase, moverse un poco no es extremo. Si me apuráis, no tiene sentido ni que nos pongamos apocalípticos sobre cómo estaremos de podridos en cincuenta años.

Vamos a dejar de lado, del mismo modo, los maratones y los riesgos innecesarios como apuntarse a un Ironman en seis meses o a una carrera de montaña en nueve. El objetivo que siempre pongo a mis novatos es que, correr por el placer de hacerlo, es una tarea para la que recuperamos al cuerpo. El organismo lo sabe. No es necesario que rescatemos la capacidad del ADN mitocondrial para trabajar como hacían los habitantes de las sabanas africanas.

Por muy desmedidamente roto que haya sido nuestro esquema de vida.. pongámoslo de la siguiente manera:

Si tienes más de cuarenta, seguramente hayas hecho ejercicio sin saberlo. Era cuando corrías y jugabas a esconderte. O cuando bajabas a ayudar a tu madre con las bolsas de la compra.

Si apenas rondas los treinta, sólo un cataclismo sedentario podría haber hecho que tu organismo esté tan echado a perder como crees. Para un momento a pensarlo; no hace tanto saltabas haciendo el burro en la piscina y hasta ayudaste con un par de mudanzas sin perder la vida.

Si lees este blog y merodeas los veinte años, siéntate a preguntar a los que veas alrededor. Fíjate en esa señora con arrugas en la cara y unos pómulos afilados. O ese operario de la gorra y los pantalones cuatro tallas más grandes. No es muy probable que sean corredores de maratones. Pero ten la certeza que tienen un ritmo de vida activo. No hacen pereza para moverse, por obligación laboral o por vitalidad.

Por lo que, no. No es tarde para empezar.

En el próximo post te cuento qué hay que hacer, una vez que ya has leído todo lo legible. Y te hayan calentado la cabeza con esos imprescindibles. Intentaré repasar todo lo dicho y escrito y dejarte claro cuales son la claves para mí.

Corredor: Libros que te enseñarán a comer

Libros que te enseñan a comer, en caso que esta sea la auténtica preocupación de tu vida. Luego detallaré qué quiero decir con esto. Por motivos evidentes han llegado a mis manos algunos libros en los últimos meses. Alguna editorial y autores han considerado que en este blog se habla de lo que rodea al corredor. Y tengo un ramillete de lomos (soy de los del papel) con palabras combinadas en efectos con mucho gancho editorial: dieta, comer, correr, inteligente, runners.

En un tebeo de Mortadelo y Filemón, precisamente, se decía que un exagerado boxeador tenía un gancho en el que se podían colgar veinte morcillas. Algo parecido me sugiere el repunte de lo que se escribe: un gancho editorial grande que hay que aprovechar. Pero luego hay que rellenarlo después con.

Patatas con. Y sopa de. En efecto. Porque posteriormente hay que llenar las páginas con información útil. Siendo el objetivo no el atleta de élite sino la difusión general entre los corredores del pelotón, toca meterse en harina. Veamos cómo.

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Hace meses pude leer a conciencia La Dieta Inteligente para Runners. Es un buen punto de partida que me llevó a buscar a conciencia y encontrar, Comer y Correr. Dos libros diferentes en presencia y tono.

La Dieta Inteligente para Runners basa en dar herramientas para planificar la ingesta nutricional en el caso que te dediques con más o menos pasión a hacer un deporte. El equipo de Alimmenta, radicado en Barcelona y bajo la supervisión de un nutrido (huy) equipo de nutricionistas, desmenuza y esquematiza el cómo hacerlo. La información parece bastante sensata aunque imagino que el enfoque editorial ha forzado a Juana M González y autoras a meter mucha presión runner. Elemento al que conocen, visto el resultado.

El corredor moderno, ese pez de fácil pesca.

Es un libro diseñado para actuar como manual, con mucha información esquematizada, tablas y guías. Recuerda las hojas grapadas en los corchos de la cocina o esa inmensa pila de notas adheridas con imanes a la nevera. Resumiendo, si tienes ganas de estudiar como si fuera una oposición o si no tienes bastantes quebraderos de cabeza, aquí viene uno. Eso sí, empaquetado con una buena factura por De Vecchi Ediciones. Casi un cuadernillo que podría llevarse en el metro o a compartir en el maletero del coche, camino de ese entrenamiento.

Comer y correr, obra de dos especialistas como Julio Basulto y Juanjo Cáceres, de factura más ácida, científica y con cierto aire a «desmontando leyendas urbanas», incide en algo complementario. La simple denominación de programación específica para cualquier gremio hace olvidar que la alimentación variada y sana es suficiente para vivir más y mejor. Una segunda pasada de este concepto nos hace ver que no es tan complementario a la planificación de La Dieta sino, quizá, el punto desde el que deberíamos comenzar.

El problema quizá sería qué hacer entonces con todos los negocios y profesiones que han ido creciendo alrededor del qué y como comer para correr. La transición hacia la lógica supondría romper con las necesidades falsas. Crear un requerimiento como el de qué hacer un siete de marzo de dos mil catorce si te quedas sin cobertura de teléfono móvil.

De su pág.157 cae como una maza ese título de sección «¿Cómo embaucar al corredor? Haciéndole creer que es tonto». Basulto y Cáceres ponen una carga de profundidad tal en los mitos de la alimentación que me llevó a un estado hipnótico perverso: todo es tan artificial que la misma lectura de qué comer para correr me supone un hastío. Estamos animando a miles de personas, millones, a que se calcen unas zapatillas y salgan a correr. No estamos formando astronautas ni especialistas en nanoalimentos.

Es correr y ya. Todo esto, todo lo demás, le viene grande. Al mismo tiempo, ambos libros me ponen frente a una lacra de la lectura específica de un deporte. Escribimos demasiado sobre ello. Todos.

¿Ha de ser todo tan complicado? ¿Somos tan incapaces de comer con lógica y tiempo para luego salir a correr, simplemente, bien alimentados? Al final, la lectura de estos ejemplares lleva a pensar que un corredor es algo parecido a un neurótico personaje de las series sobre Nueva York. Alguien con una tendencia suicida a buscar más problemas conceptuales de los que ya arrastra. O quizá es que no tiene establecido el rango de cuales son los prioritarios y convierte lo que rodea su mundo de «runner» en lo único.

Cuando tenemos dificultades para encajar nuestro yo en un entorno laboral, financiero, social y familiar agresivo, ponemos nuestra atención en si estamos en una situación normocalórica o si la ingesta de vitaminas compensará el plan sub 45 minutos en diez kilómetros. En otras palabras, contamos las calorías ingeridas y las consumidas entrenando sin pensar que el estrés o la insatisfacción nos podrían llevar a una lesión o una crisis de ansiedad.

Post data: Ruego a quien me lea que no me facilite más literatura científica sobre el mundo del corredor con tiempo libre y preocupaciones del primer mundo. O un día escribiré algo inconveniente y tendremos una bronca.

Maratón de Barcelona: éxito conseguido

Los proyectiles de confeti absuelven a los corredores de la tensión, de la penitencia de esperar el momento la salida. Cada bloque de participantes recibe la bendición catártica pasados unos minutos. Diego, tinerfeño con quien me reencuentro cada año en un evento, se está dedicando a mirar al suelo, a mi lado, en uno de esos momentos previos a la salida de nuestro bloque, en el que siete u ocho mil maratonianos nos sumaremos a la oleada que bloquea la ciudad.

No es un buen día para ser taxista, como nos comentaría esa misma tarde un gremial por la zona de Sagrada Familia. Evidentemente el conductor entiende poco de la reflexión principal de Diego y de la cuestión última de los catorce mil llegados a la meta en la que han preferido dejar esos restos de color que adornaron la salida. Tanto Diego como Shinichi como yo contribuiremos a que todo se reduzca a ser felices durante unas horas. Sin sensiblerías por medio. No me gusta la floritura alrededor del «running«. Ser felices y expeler energía. El mundo mataría porque ese fuera su día a día.

Catorce mil personas desplazaron su energía por un recorrido en que se podía ver el progreso del motor modernista del país, el motor del paisanaje en pos de la modernidad y -finalmente- ese moderno concepto llamado ‘sinergia’. Y es que la prueba internacional de maratón de Barcelona ha logrado devolver las energías a los participantes desde las aceras, las vallas, los pretiles que clasifican el tráfico rodado. Por delante se recogían los aplausos boquiabiertos del público que ve deslizarse a corredores africanos a ritmos de gacela. Más atrás comenzaba la verdadera representación teatral de las carreras populares modernas.

En los evadidos años ochenta el público caía como goteando a las carreras populares. Dos centenares de familiares vitoreaban al héroe, al conocido. Entre cruce y cruce se habían caído metros de calle, licuados, en esa sombra vacía que algunos recordarán. En el siglo veintiuno esto va de diálogos. El corredor, más allá de unos cientos de rostros concentrados, charla con quien ha ido a verle pasar. Anónimo, circunstancial o conocido. La ciudad moderna lo ha terminado por entender y baja a la calle a dialogar.

Y empiezan a caer los vectores de ánimo, la palabra que rebota en la sonrisa de un corredor agotado y regresa. Los catorce mil llegados a meta de la Zurich Marató Barcelona comprenden esos gritos de ‘Som-hi’ o ‘Venga Jordi’ o ‘Go!’. Se convierten en miles de caras agradecidas. Es ahora el corredor el que se atreve a aplaudir al griterío. Es un paso más para que la fiesta se acomode definitivamente entre las más nombradas de Europa. La organización tendrá que explicar, si lo desea, sus políticas de precios o el retorno en material deportivo de una acción comercial extrema. Pero esa misma organización, recuérdenlo, consiguió rescatar una carrera que había caído al lodo. Hoy es la cuarta carrera de maratón por llegados a meta de toda Europa.

Sólo dialogando así se evita la derrota de unas aceras vacías. Barcelona y el maldito verano que tanto aborrecemos dos chalados y medio consiguen recrear el teatrillo épico de miles. Las cunetas de la prueba tenían una cifra nunca vista por mí en una carrera de maratón en España. Serpenteamos alrededor de los templos contemporáneos, y había gente animando. Nos hicieron cruzar por las zonas de paseo turístico y había una riada de público. Regresabas de las barriadas más escondidas del glamour y tenías que cerrarte contra el centro de la calzada porque se había colmatado la anchura de la avenida, como si la vegetación de un arroyo quisiera inclinarse sobre el caudal a beber, a refrescarse con nuestro paso, ya más rápido ya más lento.

Queda el postre, el dulce que todo organizador desea. Escribo estos párrafos con los pies en alto y dedos cruzados. La rúbrica de la perfección será la ausencia de noticias trágicas. Dejemos correr dos o tres días. Si por un casual estuviste viendo ese ejército de dolientes ayer domingo en Barcelona, ten en cuenta que no íbamos más exhaustos que felices. La Guardia Urbana, Cruz Roja y el ejército de voluntarios lanzaban las unidades de emergencia con rapidez y mitigaban lo único contra lo que no se puede luchar: la meteorología.

Dicen que ayer probablemente contribuyésemos al calentamiento de la ciudad. Yo vi mucha gente que lo agradeció. Ayer cada espectador, involuntario o relacionado con la carrera, hizo de sus manos y gritos unas mamparas refractarias y devolvió ese calor que irradiábamos.

Después de cuarenta y dos kilómetros en los que observé todos estos principios de la física humana, tenía que contároslo.

Tiempo final 3h55; Firmado el dorsal 10179.

 

Fotos: Zurich Marató Barcelona.

Comer y correr

Libro escrito por dos expertos en nutrición y que mi compañero de rellano, el Nutricionista de la general, ha reseñado con suficiente profundidad siendo, además, el punto de vista de la sensatez de los expertos en alimentación.

«Comer y correr» está enfocado desde las perspectivas de Julio Basulto(@JulioBasulto_DN) y Juanjo Cáceres (@juanjocaceresn). Ambos son expertos en desmontar muchas tonterías que tenemos en la vida privada sobre los alimentos. Ahora se han lanzado a desmontar otras pocas que haN ido recopilando, una vez que se metieron de bruces en el mundo del deporte. Juanjo Cáceres sabe, además, de qué va todo esto. Como corredor (o runner o ya no sé qué demonios escribir) está seguramente expuesto a miles de estímulos y lo que los británicos llaman hints. Come esto y tu rendimiento mejorará. Basándose en la sospecha constante, el libro te ayudará a añadir sentido común a esos trucos positivistas y que te dejan hecho un figurín, alto, guapo, rápido y resistente.

Poco más tengo yo que decir. Que, para colmo, soy un defensor de la supervivencia alimentaria. Esto es: come lo mejor que te dejen las circunstancias porque (1) no sabes cómo comerás mañana y (2) recuerda que otros matarían -y matan- por tener en su mesa la mitad de tus alimentos. Doy paso a los expertos mientras pienso en qué hacer con la cena de hoy.

Aquí está la reseña completa del blog de Juan Revenga.

La tensa situación política en Venezuela saca a miles de corredores a la calle

Bajo una sola bandera, según los convocantes, miles de participantes de la carrera a pie están ahora mismo tomando las calles de ciudades y distritos venezolanos para sumarse a un gesto pacífico. Si bien el pasado sábado la marea de corredores corrieron de luto (vestían de negro como simbólica protesta en unas calles tomadas por la Guardia Nacional), hoy primero de Marzo han salido todos de blanco en una repetición del gesto.

Correr como símbolo. Como un motor por la paz. El resto del mundo quizá mire y juzgue desde sus seguros hogares. Sólo los venezolanos saben hasta qué punto merece la pena combatir por la paz corriendo.

En síntesis, la plataforma de internet RunnersVenezuela.com ha pensado que llenar las avenidas de gente corriendo podría significar una manera diferente de protestar. Y está llenando las avenidas después de que las redes sociales se sumaran al hashtag #10kporlaPaz. El complejo momento social y político entre la oposición y el gobierno bolivariano ha llevado a enfrentamientos armados que han afectado al día a día de las ciudades de Venezuela. También están surgiendo, según su cuenta de twitter, marchas, caminadas y movimientos ciclistas con el mismo objetivo.

 

Sin ir más lejos, a finales de la pasada semana se canceló la próxima edición del maratón CAF, prevista para el próximo domingo 23 de febrero, que será suspendida hasta nuevo aviso, según aseguraba la página de runners venezolanos. En esta cita estaban ya inscritas unas 10 mil personas, pero los organizadores postponen la cita, que recorrería los  principales puntos de las ciudad, por las recientes manifestaciones estudiantiles en Caracas.

La respuesta de un sector de los corredores boricúas ha llevado a gente a correr esta mañana (hora venezolana) por Lechería, Parque del Este, Maracay, incluso algunos intentos en la ciudad de Valencia o San Cristóbal – donde a última hora de anoche no se sabia si las condiciones de seguridad lo permitirían.

La cita del filósofo Spinoza puede resumir un deseo por parte de los organizadores. Esta iniciativa llega de una sociedad fracturada que responde con un gesto. Para unos, será ridículo y burgués. Para otros, un clamor contra las armas. Decidan ustedes porque parece que los administradores del poder y la riqueza han perdido el norte en algunas latitudes.

Generaciones de corredores cometiendo los mismos fallos

Este post debía haberse titulado «los cadáveres del running».

Que lo sepáis.

Todo comienza con un sorpresón. Ese corredor, que hace años al que perdiste la pista en las salidas diarias, está cruzando un semáforo a tu encuentro. Tú acabas de terminar una sesión de correr y aún llevas las pulsaciones por encima de todos esos umbrales definidos por las revistas hasta la cataplexia social.

¡Hombre, Luis! ¡Qué fino estás, chaval!
Pero bueno, y tú, ¿no sales a correr ya?

La enumeración de dolores y lesiones crónicas ha mandado a esa vieja gloria al dique seco. Las entesitis pubianas, caderas con desgaste excesivo, tendinosis convertidas en el Quijote del sufrimiento, convirtieron a la edad en un problema y no en un estandarte que ondear sentirse orgulloso.

El deportista que pudo haber envejecido de manera saludable y deportiva apenas se contenta con salir a caminar.

He visto lesionarse a los guerreros del correr de los ochenta. Aquellos que nunca aflojaron cuando el reloj mandaba acelerar. Los que nunca estiraron en condiciones, o quienes pensaron que aquellas novísimas ciencias llamadas osteopatía y fisioterapia eran para los futbolistas de Primera División.

Después vinieron los lectores de revista. Se insuflaron ánimos a base de las publicaciones en papel. En los años en que ya no se conformaba uno con aquel plan de El País sobre cómo terminar un maratón, sino que los corredores se convertían en runners, cayó una segunda generación de jóvenes impulsados a correr. No a correr sino a volar. Cada dos meses regresaba un plan, como si aquellas tormentas tropicales «para todos los niveles» barrieran las playas deportivas en oleadas. Era complicado resistirse a las formulaciones científicas de entrenadores y licenciados en educación física y excorredores. El que no entrenaba era porque no quería. Muchas veces se repite la escena.

¡Qué tal, Luis! ¡El otro día estaba animando en el maratón y te vi pasar!
¿Ya no corres?
Bueno, maratones ya no hago. Cuando paso de cincuenta kilómetros a la semana tengo que levantar el pie, que estoy cascado del psoas.

Ay, el psoas.

Comienzo a escuchar las primeras lesiones por sobreesfuerzo de la tercera generación de caídos en combate. Los e-lesionados. Internet ha catalizado una oleada o un boom o una burbuja deportiva hasta exprimir la resistencia de nuestros organismos. Algunos han reventado embebidos en la fiebre kilianjornetista (dicho sea con cariño), apurando el cupo de sensatez de todo el año en tramos suicidas. Preparaban un ultra trail de cien kilómetros a base de pruebas de cuarenta y cincuenta kilómetros, en ciclos de tres meses raspados. Su pasión eran los vídeos y los foros y los blogs. Otros han entrado por el mismo carril del entrenamiento continuado y la competición fabulosa. ¡Pero es que hay una quedada el sábado de los corredores de tal marca, que irá Chema Dominguez! ¡Y el domingo hacemos 24 kilómetros solidarios, ideales para Berlín! ¡Y mi grupo de whatsapp salen a mediodía del Lago!

¿Qué errores están repitiéndose durante estas generaciones para que muchos apasionados no puedan seguir corriendo? 

Yo tengo mis errores favoritos detectados. Son de actitud.

Evidentemente no poseo la verdad sino una visión muy parcial de todo esto. Apenas llevo en el mundo del correr desde que Eleuterio Antón le mojaba la oreja al «traspa», a Juan Carlos Traspaderne. Quizá se me pasen variables antropomórficas. Seguramente hay un componente estadístico de «bajas colaterales» en toda actividad deportiva.

Pero a estos ex-corredores ¿creéis que les consolará conocer todo eso?

 

Ser un influencer

-No muerdas la mano que te da de comer.
-Pues quita la mano.

Correr (en general, el running) es una más de las actividades mercantiles que nos rodean. Ya no es correr. En estos momentos se trata de vender. Cuanto más rápidamente asumamos estos principios, más pronto podremos separar dos esferas, la del estado físico de placer y la del movimiento de masa. Pero claro, para ello tenemos que desear separarlas.

Hace unos días me contaba un amigo con el que comparto trotes variados una anécdota priápica, eréctil. Desde un departamento de mercadotecnia relacionado con el running, le pedían que asistiese a un lanzamiento comercial más. De los que mueven los corazones, ya sabéis, queridos corredores que leéis este blog.

Pues no podía ir. Excusado por sus horarios laborales, vino a desear suerte al community manager de la acción y sugerirle que, quizá, podría asistir algún otro conocido. O colaborador. A lo que su interlocutor(a) le confesó que, realmente, lo que le interesaba era su presencia como influencer.

¿Más que como corredor? ¿Ha dejado de funcionar el boca a boca y el filtro reposado de esas experiencias que antes duraban kilómetros, que permitían tener inmediatamente calado ese modelo de zapatilla o ese chubasquero?

Veamos. La mayoría de las veces no se trata ya de zapatilla o chubasquero. Cuatro de cada cinco cosas que te rodean en el sin par mundo del correr son ‘acciones‘, ‘presentaciones‘ o fulgurantes promociones de alguna carrera o marca.

De ahí que sea más importante encontrar un influencer que un nicho de practicantes. O, desdoblando el proceso, se llegará antes con el contacto a varios opinadores influyentes que con las cosas bien hechas. El vender rápido ha llegado a este puro y bucólico segmento que erais los que salíais a correr y ya.

Creedme, cualquier escritor público del mundo del correr recibe las tentaciones de sus diversos submercados. Y hay montones de ellos. ¿Habéis parado a hacer una lista con la cantidad de campos en los que nuestro correr se ve inmerso? Carreras per se, calzado, ropa, viajes, premios literarios, electrónica y navegación, festivales de cine, y ¡a nadie se le ha ocurrido todavía montar una cadena de cafeterías exclusivas temáticas para corredores!

Pues para todo se nos pide apoyo, prueba o presencia. Y hay que filtrar, por sensatez y principios, pero -sobre todo- porque no todo pasará el tamiz de la primera década. Muchas carreras, acciones comerciales, ideas y gadgets son tan válidos como su predecesor pero caen en el olvido en cuanto aparece un sucesor. Esta obsolescencia teórica ha puesto a miles a correr, a decenas de miles. Sí. Pero la responsabilidad de avisar tiene que ir por delante de la corriente del río.

Esto se trata de disfrutar. No de dejarse arrastrar.

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