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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

[-23] para Montblanc: y ¿de entrenar, cuánto?

Ay. Esa es la madre del cordero. ¿Cuánto es «ir entrenado» para una carrera de estas características?

¿Podré o no podré? ¿Qué llevo en las piernas y qué me falta amén de esa ‘experiencia demostrada’ con los puntos en pruebas previas?

Veintitrés días por delante para una de las cinco carreras del gran festival de la course nature. Días que muchos emplean en afinar entrenamientos y en casi, casi, descansar después de las grandes sesiones de montaña. Mis amigos de Ciudad Real se pasan por la piedra un tríptico por la sierra de Guadarrama. Fijaos como es que muchos corredores de élite ya han viajado a los valles Alpinos para empaparse de las sendas y conocer al dedo todas las curvas y rampas.

Acumular kilómetros, acumular desniveles… pero algunos tenemos un carromato de tareas que impiden, pongámoslo así, un entrenamiento ideal. Bueno. Quizá ideal sea una palabra rimbombante para este caso. Decente. Incluso decente sería injusto conmigo. Le pega más decir mínimamente suficiente.

Apuesto casi todo a mi experiencia acumulada. Solemos decir los perros viejos que el corredor guarda un fondo mínimo con los años. En realidad solemos decirlo cuando los demás declaran todo lo que han entrenado y a nosotros nos da reparo ir con la verdad por delante.

Acumulado un mes de reposo y con una semana de mochileo que me queda por delante, mi entrenamiento es el habitual en una semana estándar. Apuntad para despellejarme o para patentar el método: dos días de correr por campo, otro día o dos de gimnasio para fortalecer la birria de cuerpo, y tres más que quedan para lamernos las heridas, fundamentalmente.

Mi entrenamiento más intenso fueron las diecisiete horas de tortura subido al Gran Trail Peñalara. Ochenta kilómetros en los que me dí cuenta de la dureza de esa prueba. Pero también que será lo más extremo a lo que me enfrente en bastante tiempo, conectando la gigantesca prueba con semanas (muchas) arrastrando cansancio y falta de sueño por los motivos que a medio mundo le preocupan. No hace falta dar más detalles.

Aparte, los dolores.

Ser mayor significa tener machacadas muchas articulaciones y tendones. Ser mayor y dueño de una sociedad de inversión con capital en Bahamas no es lo mismo que ser mayor y haber corrido durante los últimos 34 años. Adivinad en qué grupo se encuentran mis tendones de aquiles, rodillas, gemelos o vértebras.

Tengo que optar por, bien recuperarme del mes pasado y enfrentarme con ganas a los cien kilómetros de mi Courmayeur-Champex-Chamonix, o bien a entrenar como un imbécil pensando en que he perdido un pico de forma muy interesante. Ojo, no os estoy llamando imbéciles a los que entrenáis. Solamente a los que encaráis una durísima prueba tras otra porque el cuerpo todavía no se está quejando mucho.

Pero lo hará. Siempre duele. Preguntad a los corredores profesionales si duele.

PD. Si esperabais que os destripase los secretos de cómo entrenar, lo siento en el alma.


Foto: © The North Face® Ultra-Trail du Mont-Blanc® – Franck Oddoux

3 comentarios

  1. Dice ser Sebastian

    Que guapo

    07 agosto 2014 | 23:04

  2. Dice ser Gebre

    Suerte y a tirar de esos trucos de perro viejo que has ido acumulando a lo largo de estos años. 😉

    08 agosto 2014 | 16:38

  3. Dice ser Livan

    Yo me pegaría una salida larga……digamos de unos 35-40 kms, con bastante desnivel……tienes El Reventón, Peñalara, La Fuenfría…….tu sabras mejor que yo……para tomar conciencia, y quizas, ganar confianza.

    Ánimo y confianza.

    09 agosto 2014 | 15:49

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