Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Archivo de septiembre, 2013

Próxima parada de los grandes maratones mundiales: Berlín

Dicen los que han ido que es una de las mejores exposiciones de la mezcla entre deporte y una fiesta para la ciudad. Berlín será la siguiente del gran show de las maratones denominadas como ‘majors‘. Las más grandes. El domingo 29 de Septiembre. Pelotones interminables de corredores. Hileras de público en los cuarenta y dos kilómetros del recorrido. Fest.

¿Berlín? ¿Pero las grandes y famosas no eran Nueva York y Boston y…?

Veamos algunas de las razones por las que quizá Berlín sea la prueba más amable. Quizá la mejor.

Un millón de espectadores. O quizá millón y medio. ¿Quién tiene la herramienta para contar tantos alemanes? Vale. Los propios alemanes. Si sus cifras son esas, no somos nadie para no creerlas.

Berlín fue el escenario en el que aquel fondista genial y sonriente saltó al reinado planetario. Haile Gebreselassie había estado dominando durante los últimos noventa. Campeón del Mundo de atletismo en diversas distancias y uno de los generadores de vídeos emocionantes en cualquier repaso de youtube, en 2005 surgía de una operación de Aquiles para correr en la mejor marca mundial del año en Amsterdam. Sería en Berlín donde Gebreselassie colocó el récord del mundo (que quitó a su archirival en pista y cross Paul Tergat) y donde lo dejó a las puertas de lo imposible. El misil con el nombre de Patrick Makau tomó en cierto modo ese cetro mundial y se propuso desmochar los topes humanos. Dónde si no. En Berlín. Dos horas y tres minutos fueron suficientes para recorrer la ciudad del Spree. Nuevo reto increíble del hombre corredor.

Y es que Berlín es una ciudad llana. Con avenidas rectas y un frescor eterno. Se corre aunque no se quiera. Los purasangre del atletismo se colocan a velocidades inmensas, sin freno. El último tiempo ‘lento’ de un vencedor, digamos 2h09, se pierde en los tiempos de Abel Antón. Todo lo demás han sido velocidades de más de 20 kilómetros por hora en hombres. Los esfuerzos de los organizadores y la evidente disparidad en mujeres hacen que el ránking femenino sea menos lustroso. Además la densidad de corredoras a altísimo nivel no es tan escalofriante como en categoría masculina.

Está cerca de media Europa. Es fácil desplazarse hasta allí. Es fácil y atractivo desplazarse al centro motor de la GrossDeutschland de la que tanta tinta se vierte. Seamos fans de la música electrónica, del arte, de los bonos financieros o de la maquinaria, Berlín llama como vórtice. Hasta se ha situado en el ránking de las ciudades más visitadas.

En cualquier caso, Berlín es también una cita a la que se agolpan los solicitantes de un dorsal. La masa puja por encontrar plaza entre los cuarenta mil dorsales. Y no es sólo correr sino que el fin de semana ha puesto la ciudad entera a los pies de la fiesta deportiva. Patinadores en línea y carreras infantiles durante todo el sábado, el maratón el domingo. Esto es así y conduce a que millones encuentren otra excusa para enorgullecerse de la ciudad. No es un hecho aislado, lo sabemos. Fiestas tecno, días del orgullo gay, trasladarse a Tiergarten a hacer un picnic, Berlín mueve el culo. Así de sencillo.

Los domingos berlineses son como son. La ciudad habitualmente ya tiene plan. Los desayunos interminables, los Sonntag Frühstück, se trasladan a la orilla de esa fiesta en la que no queda sitio para ver pasar a los corredores en la puerta de Brandemburgo o el Ku-damm.

Con envidia nos tocará de nuevo leer sobre las listas de participantes. Escucharemos en primavera cómo amigos afortunados han programado sus vacaciones corredoras en Septiembre.

Van a participar de eso que los alemanes hacen con tanta eficacia: desplazar miles de personas. Si bien, en este caso los retornan ordenadamente a la zona de meta, tras haber recorrido unos cuantos kilometros. Cuarenta y dos.

Parejas de hoy día: (ella) runner + (el) no/runner

Rosa Asensio es una fantástica compañera de blogueo. Rosa mantiene en la publicación Grazia la bitácora Tú también puedes, donde anima a otro racimo de lectores a este sano ejercicio de calzarse unas zapatillas. Antes podía decirse que éramos compañeros de correr pero ella corre y yo, de momento, me arrastro. Pero también escribe y me propuso esta acción conjunta.

Así que hoy, Tú También Puedes y Spanjaard, juntos. Esperamos que os divierta.

———————

Parejas de hoy día: (ella) runner + (el) no/runner

 

ELLA: RUNNER

Hoy, por fin, le he convencido!!! He conseguido sacarlo de la cama a una hora prudencial. No muy temprano que me lo cargo. Y he conseguido que se desperece en menos de 1h, desayune, se vista y esté, más o menos listo.

Cuando se ha levantado de la cama, más o menos sabía que lo tenía ganado. Y yo como una niña pequeña casi dando saltos de alegría. Hay que ver lo tonta que es a veces una. Se levanta y se encierra en el baño. Cierra la puerta. Echa el
pestillo y ahí me digo “Ay madre!” Prefiero no pensarlo y me dirijo a la cocina a preparar un mini-desayuno.

Me lo ha prometido. No me puede fallar. Ha dicho que sale conmigo a correr.

Enciendo la cafetera, saco la leche de soja, el azúcar y coloco un par de rebanadas de centeno en la tostadora. La verdad es que bastante ha cambiado ya por mi. Hace un par de años se hubiera metido un par de huevos fritos con bacon y choricillos.

Me acerco a la puerta y hago como que arrimo la oreja. Nada. ¡Ay dios! Que se ha vuelto a la cama.

No lo pienso. Me lo prometió. Preparo las tazas de café con pelín de leche. Saco las tostadas y unto
mermelada de fresa. Yo con una barrita voy lista. Ya está. Y pensando en acercarme ya a echarle la bronca por ser tan miserable de prometerme algo que no iba a hacer levanto la vista y le veo.

Y aunque la imagen es tan tremendamente surrealista, la ilusión y lo que me doy cuenta le quiero me hacen evitar estallar en carcajadas. Al menos durante unos milisegundos. Luego ya no puedo. Pantalones de algodón que no cubren ni la rodilla, Camiseta de White Label que le debieron regalar en alguna noche de fiesta loca con sus colegas, muñequera (¿ein?, vamos a correr no a jugar al tenis), calcetines blancos con las clásicas rayitas roja-azul navy hasta media
pantorrilla que no disimulan para nada esa pelambrera que no consigo se depile, y una cinta en el pelo no sé si emulando a Marta Domínguez o al mismísimo Forrest Gump…..

Escena pantagruélica!!!
– Are you ready, baby?” tiene la cara de soltarme

Estallo en carcajadas mientras se ríe y comienza a dar vueltas por la cocina imitando ejercicios que cree haber visto no sé bien donde como de calentamiento. Correr no sé si correremos pero, reírnos, un rato seguro!

ÉL: ¿RUNNER?

Dios. Ya está despierta y ha salido de la cama pegando un salto. Tantas veces postergando lo de acompañarla pero hoy no me libro. Huele a café. Eso está bien. Sin un café probablemente no consiga ni colocarme las zapatillas.

Espera. Las zapatillas. Ah, ya. Las tengo guardadas en el armario de la entrada. Si tuviera una App le enchufaría a las suelas un aerodeslizador. Vamos allá porque esto hay que solucionarlo rápido. ¡Me cago en…! ¡Qué dolor me ha dado en el cuello! He dormido en mala postura y no puedo correr en este estado. Solucionemos primero ‘first comes first’. Pensaré un momento mientras disfruto en el trono.

¿Cuánto llevo dentro del baño? Creo que me he quedado dormido. Verás qué estreno. Se estaba tan a gusto… Y es que yo no soy persona aunque me tome dos cafés con sal a primera hora. Leí el otro día que los que salen a correr de madrugada se activan antes. Ella sabrá. No sé si es recomendable vivir tan activado. Es algo que no nos preguntamos cuando empezamos a vivir juntos y quizá ahora sea tarde para plantearlo. Bueno, no perderé más el tiempo en planteamientos filosóficos porque le he oído mover la cucharilla del café durante demasiado tiempo. Justo ese par de segundos extra en los que me muestra su impaciencia.

Total, qué más da. Me pondré… mira. Una camiseta debajo del montón de las toallas. Arreando. Con esto y los pantalones con los que me acosté anoche. ¿Me coloco gorra? ¿Los runners llevan gorra? Debería asomar a verles un día. Así aplaudiría un rato a mi chica y conseguiría puntos-pareja. Coño, qué frío está el suelo. Los calcetines no me los quito ni para atrás.

Hala, corriendo a todo trapo.

– Hey, ¿dónde está el café? Digo el azúcar. ¿Has cambiado todo de sitio?

Lo cambia, lo mueve, no encuentro nada. Estoy un poco harto de estos deportistas y su dinamismo. Por más prisa que me doy buscando el azúcar, más se ríe ella. Ah, aquí está el azucarero.
Sonreiré. Ella se lo merece. Dios, haz que esta tortura sea corta.

La vuelta al cole de un corredor

La Frontera cantaba aquello de «chirría el casco de mi viejo galeón». El Capitán Akhab se refería sin duda a ese retorno a salir a correr después del parón veraniego. Rodillas que retiemblan, medios kilos extra en abdomen, pecho y muslo, ya sabes.

Pero es que Akhab es muy viejo. En su época se paraba en verano. O Akhab pensó que el calor del verano era demasiado extremo para seguir con ese hobby recién iniciado con la primavera. Pero no. Ahora está el trail, la montaña, la pasión por llevar el GPS a las vacaciones y subir nuevas rutas playero-costeras a wikiloc…

Aunque sigue siendo cierto que por varios motivos Septiembre supone una especie de vuelta al cole. Retomamos la actividad.

Veamos qué es lo que nos chirriará.

1. La psicología de los nuevos propósitos.

Septiembre. El mes de los coleccionables, del final de la ropa de verano, los regresos de las fiestas locales y en el que, por fin, se puede dormir a gusto echándose una sabanita extra por encima. Con la primavera llega la ‘operación bikini’ del running. En septiembre llega la ‘operación ropa de trabajo’. Claro, una vez sacamos de nuestra cabeza la tercera cuesta del año, la de los libros de texto.

Algo ha pasado en nuestro cuerpo después de las parrillas, barbacoa, cervecita con limón y diversos ‘grandes momentos de la historia de la humanidad’ leyendo bajo esa higuera o domando al león con siestas que se podrían medir en eras geológicas.

2. Asumámoslo. Sí. Hemos ganado peso.

En el peor momento. Al volver a nuestra urbe -asumimos que el 80% de los lectores de este blog siguen las tendencias de urbanización de Europa Occidental- nos damos cuenta de una cosa: el resto del grupo de trote o colegas de entrenamientos no ha parado. Están negros como tizones. Secos como la mojama. Sus gemelos son dos perniles de conejo de monte. Y nos va a costar un par de semanas quitar ese lastre que tan simpáticamente nos quedaba con la ropa de verano. Dos semanas en las que nos quedaremos en el primer acelerón o la primera cuesta. Al bloc de notas: «el verano que viene no paro».

Ante esto, tengamos paciencia sin límite. Correr intentando recuperar todo lo perdido será un billete para las lesiones. El peso extra cargará los tendones más. De ahí deriva la mayoría de las lesiones por sobrecarga.

3. Las marcas deportivas sacan catálogo nuevo.

Bueno. El catálogo viejo no está tan mal. Las rebajas de verano son un cesto donde aún podemos pescar. Pares sueltos antes de que lleguen esas preciosidades y esa ropa y esos complementos.

«Hay que afrontar el invierno bien equipados», pensamos muchos. ¿Y eso? ¿Eres un personaje de Juego de Tronos? ¿Te van a atacar los habitantes del otro lado del muro?

Pero es cierto. Tantos días rebuscando en los cajones para encontrar la camiseta más fina o el pantalón más liviano, tanto calor pasado. El primer día que un corredor ve los cortavientos de Salomon o los guantes finos de Raidlight, se da cuenta que así no puede sobrevivir.

4. Y es que tenemos un año más.

Darse cuenta de esto nos hará vivir más tranquilos el retorno al correr. Interioriza que este año puede que no recuperes tan rápido. También podría ser que ya no progreses más en tus tiempos.

Al final mucho de todo este blabla se reduce a la ecuación «Cuanto quiero arriesgar a correr ahora para poder seguir corriendo durante toda la vida».

¿Qué? ¿Te va a costar más este año?