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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Pienso para perros, buitres y aletas [Duratón44k]

Comienza a lloviznar. Nos ha respetado todo el día con un cielo negro a ratos, gris la mayoría del tiempo e incluso pintado de blancos y azules. Pero justo cuando tenemos la merendilla en un banco de madera, chispea con intensidad. En un banco de madera, dos agotados corredores que miran como un tercero saca del coche unas aletas de bucear y empieza a trastear en un manantial de aguas potencialmente mojadas. Fuera, 7º. Las aguas de la ‘Fuente de la Salud’, a 18º, pero ni por esas nos recupera la salud perdida, a pesar de lo hilarante de la situación.

El de las aletas es Igor, que nos ofreció cuando llevábamos unos 40k unas bolas de pienso de perros, de la mejor marca, como avituallamiento ultrafondista. Sobre nosotros, la losa del cansancio (llevábamos 5h, ¡yo que sé cómo reaccionar cuando me ofrecen pienso de perros!) y una docena de buitres, unos pollos de 60kg que seleccionan la comida con la precisión de un cirujano y la visión de un experto en trata de ganados. «Para tí el de verde fosforito, que tiene más carne. Para mí, el de la Raidlight roja, y el otro para éste», debían organizar.

Los pillé tras un par de horas de penar en solitario. Tras el vadeo de regreso de un Duratón frío pero tranquilo. Con el fondo de grava, amable para pisar descalzo y con las Asics en la manita. Venían con adelanto porque un momento hubo en que ví que iban con retraso. La ruta suponía ir y volver, o intentarlo, desde Sepúlveda, medieval y callada y subida en una grupa que forman dos cerros, por toda la hoz transitable hasta la parte embalsada, y llegar a ver la bonita ermita románica de San Frutos. Un ir y regresar de 22km de cada tanda. ¿Se podía? Yo no había tenido tiempo de chequearlo a fondo, pero aparentemente no era una ruta explotada en su integridad con regreso en el mismo tirón.

En la ida hubo un momento en que, justo después de meternos hasta los muslos en el río, para gran alborozo de la fauna local, Igor y Andrés caminaban más de lo que había diseñado yo. Les insté a que disfrutaran al menos de las vistas del Convento de la Hoz, y regresaran por el mismo senderito mientras yo intentaba llegar hasta dos meandros más allá. Como todo iba de cine había que estropearlo, es ley. ¿A qué usar GPS o llevar un roadbook en papel, cuando mis cojones memorizan mejor incluso que mi cabeza?

Pues nada. Dos zigzag perfectos, el cañón siempre a mi derecha, tomo una pista que recordaba (mal) en dirección WNW así que me separo gradualmente de la hoz. Tenía que haber tirado NNW por un pequeño pedregal que ahora distaba 1km largo. Mientras había que suponer que Andrés e Igor regresaban bien de salud y mejor de orientación, si bien habíamos dejado unos hitos en algún cruce feo, además de gestionar el ritmo sin acelerarme ni tener intenciones de recuperarles el tiempo a todo trapo. De sobra sabía que me tocaba correr solo durante al menos dos horas. Trochas y rastrojos de unos pedregales horribles para asomar por fin al otro lado de San Frutos. Tres horas y cuarto. A comer, jamón, turrón de yema tostada, agua y hacia Sepúlveda.

Los pillé cuando caminaban por un fondo de cañón con enormes caducifolias pintas de amarillo y oro impresionista, puntillista, cuando llevaba yo en las piernas cuarenta kilómetros. Y viene Igor con lo del pienso para perros. «De la mejor marca, coño, yo sólo uso primeras marcas». ¿Qué contestar? ¿Quién puede intentar la imposición de cordura entre un grupo de demenciados que han cruzado un puerto de Somosierra con niebla y mal tiempo, para salir a correr en pantalón corto durante seis horas? Ni en mi papel de guía de la expedición yo tenía todos los derechos reservados para asumir el rol de sensato.

De colgado irresponsable, quizá. Pero pasé. Conservaba todavía dos trozos de turrón de yema y lonchas de jamón.

El ultrafondo, como dice Livan Vivo, es como el picante. Cuando lo pruebas pica que te jode pero no puedes parar de comerlo. Pero es que Livan no ha sido tentado con pienso hipercalórico con miel de la mejor calidad.

Ah, los 44 kilómetros terminaron siendo 46.

8 comentarios

  1. Dice ser ser13gio

    Una pena no haber estado sano, es una zona muy chula.

    No sé yo cómo reaccionaría si me ofreciesen pienso de chucho… ¿qué te verían? ¿O qué no te verían? ¿Cuándo se ha visto un perro con gafas?
    s

    07 noviembre 2011 | 13:26

  2. Bonita ruta, las vistas desde San Frutos son una pasada…

    07 noviembre 2011 | 14:56

  3. Dice ser Bandoneon

    ¿Que puedo decir? Ver de cerca esos pajaruchos de 60 kilos sobrevolandonos con cara de «ya está el desayuno en la mesa» paga el madrugon.
    A partir de ahi el resto es anécdota. Como siempre que tres señores que ademas corren se juntan para jugar un rato, nos reimos, sudamos, hicimos ejercicio y vivimos. No se puede pedir mucho mas.

    07 noviembre 2011 | 14:57

  4. Dice ser Elage

    Una pena perdérselo. Y porque no fue Guishe que sino los buitres habrían salido trasquilados.

    08 noviembre 2011 | 09:11

  5. Dice ser Retarded

    El pienso canino es una herramienta de supervivencia básica: En caso de ser atacado por los buitres, se arroja lejos de uno y se aprovechan los segundos de distracción para ponerse a salvo. En cambio si eres atacado y pretendes librarte arrojando turrón y tomatitos cherry, debes ser muy hábil y acertarles en los ojos.

    08 noviembre 2011 | 17:01

  6. spanjaard

    Sería interesante para toda la sociedad médica del mundo del running que Bandoneón y Retarded expusiesen aquí el epistolario que están manteniendo sobre los piensos para corredores.

    Si no, amenazo yo con ponerlo.

    08 noviembre 2011 | 17:04

  7. Dice ser Quique

    Qué envidiaca! Y con pienso para perros… No os priváis de nada. Lo que hace el vicio…

    08 noviembre 2011 | 22:31

  8. Dice ser Bandoneon

    Esta mañana visite a la veterinaria. No fui por mi sino por una consulta acerca de los mininos y aproveché para comentarle la gentil oferta de pienso como complemento nutricional del deportista. La galena de mis misifuces me miró con la cara que me pone cuando le pregunto cosas raras y luego de meditarlo por un momento se explayó con contundencia: el pienso en el peor de los casos es inocuo. Agregó que la hija le roba el pienso al gato y se lo come, que el pienso es en definitiva comida seca. Sin embargo me hizo dos observaciones razonables. La primera es que el pienso aporta muchisimas proteinas y grasas y que ella no ve como un deportista puede aprovechar esos nutrientes en particular en una carrera que requiere HdC. Por otro lado, dice que por mas calidad que tenga el pienso, siempre está hecho con los restos de animales de consumo humano. Ese hecho en si no tiene nada de malo pero que tengamos claro que no se usa chuleton de buey y que la proteina no es la mas gourmet aunque como proteina sea exactamente igual que la de 30 euros el kilo. Por último me señalo que la fisiologia de los pequeños mamíferos solo tiene los grandes rasgos en comun con la fisiologia humana pero que el estomago de esos bichos procesasn de otra manera los nutrientes. Ellos estan preparados para comer carne mas o menos fresca (un raton, una pequeña presa) y nosotros tenemos el estomago mas preparado para la recoleccion y solo evntualmente pra pequeñas piezas proteicas.

    09 noviembre 2011 | 20:17

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