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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Odio profundamente a Felipe de Borbon

Si no estás de acuerdo, esto es un blog aconfesional y yo soy antimonárquico. Estás a tiempo.

En la última semana de mi vida he podido charlar con un alicantino economista y aficionado a correr, he visto como mis hijos aplicaban la creatividad de los genios a cómo comer turrón, he compartido trotes con un viejo ejecutivo de un banco, me han abandonado por una manifestación de la ultraderecha católica y pasado ratos con un excelente catador de vinos. Y he visto una película en la que una casa real, la británica, se tambaleaba por la amenaza de Hitler, la de una nueva guerra mundial y la horrenda gestión de su imagen. Un rey que tartamudeaba como consecuencia de una infancia horrenda, una familia tiránica y unos valores abominables, pero que acaba siendo el parapeto de la moral de un país que necesita un icono para enfrentarse a una guerra cruenta. O sea, una vida suficientemente interesante y entretenida. No para enmarcarla, pero suficiente para mis expectativas. A todas luces, siete veces más sustanciosa que las de los madrileños que ahora se desperezan y que buscan ensoñaciones en un algo eterno y real.

Por que en Madrid, a dos de Enero de 2011 -igual me paso con la similitud o igual no- el ciudadano españí quiere tener un icono real porque su vida es una puta mierda, plana, anodina. Hasta se ha cansado de Belén Esteban. Empieza a pretender un mundo rosa de tules y de organdíes. Se levanta a diario con un gordo en su cama, come los mismos alimentos de menú para volver a sentarse en su oficina o a poner la misma lavadora. Y desea un príncipe de los que arrastran a las plebeyas, que les dé esperanzas, aunque sean nulas, de poder leer eso de que se casó con una tía que se había liado con su profesor. Ese rayito que enamora a las sombrías analfabetas.

Entre mis valores fundamentales están el odio profundo por las casas reales y por las religiones, en general y sin excepciones y por lo que significan. Esto es un país libre. Es un desprecio hondo, labrado durante décadas. Crece y se alimenta a la misma velocidad que crecen las pasiones que desatan. Cuando uno oye eso de ‘no, oye, yo respeto que cada uno sea religioso’ se me revuelven las tripas. Hay personas y estructuras que no me inspiran más que bajas intenciones. No respeto algo que se ha fabricado un halo de cercanía al pueblo, de necesidad buenista, con el único objetivo de tapar el exterminio de la razón durante siglos. Hasta cierto punto entiendo que el tonillo artificial del rey Borbón caiga en gracia. Un jubilado desearía encontrárselo en una valla de una obra intercambiar chistes y palmetadas en el hombro. Hay en cada español servil una esperanza de poder echarse unas risas con Juan Carlos. Risas de babosa, risas de hiena, pero unas risas al fin y al cabo. Tampoco me niego a que un meapilas se desplome ante la púrpura y la naftalina que despiden las sotanas, no es culpa suya que se emocione fácilmente ante la solemne magnificencia de una nave gótica; lo vienen haciendo ignorantes de toda la humanidad desde hace seiscientos años. Pero mantengamos las distancias. El poder es poder y es lo que nos atrae hacia sí; su canalla pegada. Y uno tiene que escoger entre canallas y agresores, digamos que hay un cupo tolerado. El mío se agotó hace treinta años. Por encima de casi todo ello, figura el heredero.

A ver, ¿qué coños pinta el principe en esta disertación? Fuera máscaras.  ¿Qué necesidad tiene de ser campechano un chaval de las estirpes más exclusivas que ha tenido universidades públicas a su diseño personal? ¿Tiene por qué fingir alguien que es un pijo que ha navegado, tenido fiestorros con las más regias mozas, bebido cerveza en Washington mientras los demás reuníamos doscientas pesetas para un litro en vaso de plástico en Malasaña? ¿Por qué lee declamando como si los oyentes fuéramos gilipollas? Vale, los oyentes, por término medio, somos gilipollas pero, ¿también habla así? Supongo que no pretenderá incidir en esa imagen de cercanía al pueblo porque, lo mismo, un día se acerca demasiado al pueblo y alguien -del pueblo- le arranca una oreja de un mordisco.

Os dejo. He de navegar entre viejas presuntuosas, católicos de periferia y olor a mondongo perfumado. Acertáis, me piro al Corte Inglés.

10 comentarios

  1. Dice ser JorginFiz

    Entieno tus sentimientos hacia tales instituciones. Pero precisamente el principe Felipe me inspira indiferencia. Si algo me parece es plano y anodino que no da ni frio ni calor.

    02 enero 2011 | 17:20

  2. Dice ser Atalanta

    Muy guerrero empiezas el año. Instituciones sin justificación racional alguna. La Iglesia, como institución perversa por naturaleza, una organización de poder sin más arrastrando siglos de muerte, dolor y opresión. Cada vez es más sonrojante escuchar declaraciones de la cúpula.
    La Monarquía. Que e estas alturas, una familia sea llamada por designio divino a representar un país, resulta asombroso. Entre tanto, seguiremos echándonos a las calles, como hace doscientos años para gritar: «¡¡Ay, Doña Leti, QUÉ GUAPA!!»
    Feliz año para toda la familia y compañeros afrancesados.

    02 enero 2011 | 20:20

  3. Dice ser Bandoneon

    El problema no es la monarquia sino como terminar con la monarquia. Hace un par de siglos se les cortaba la cabeza pero ese camino ya no es viable. Hace un siglo se los mandaba a un eterno exilio y ya eso tampoco es razonable. ¿Cual es la alternativa en tiempos de Internet para cerrar una institución medieval? Hasta que alguien no de con la clave para dar ese cierre de forma civilizada no creo que terminemos con los reyes.

    Yo no voy a los centros comerciales en dias domingo. Me opongo a que haya domingos de actividad comercial. Los currantes tienen derecho a descansar y esas aperturas son un abuso contra los trabajadores y son una invitacion al consumo compulsivo, a la compra por aburrimiento. Si tuviera alguna capacidad de mover gente promoveria un boicot a los domingos de apertura comercial. Que los domingos vendan solo por Internet.

    02 enero 2011 | 20:42

  4. spanjaard

    Bandoneón, te recuerdo que ‘les epiciers’ no son trabajadores dueños de su fuerza de trabajo sino burguesía pequeño capitalista. De todos modos las tragaderas de los asalariados son multiformes e insondables. Un día festivo trabajado, si está remunerado como mandan las reglas del juego, es un día más.

    Atalanta, ¿ha empezado ya el año?

    JorgínFiz, para que veas si levanta pasiones encontradas.

    03 enero 2011 | 07:39

  5. Dice ser Celemin

    Estoy básicamente de acuerdo, pero yo iría a más. Al igual que la gente es del Madrí o del Baça porque son las únicas alegrías que tienen en su vida, la gente es del Rey o del Prícipe porque gusta del morvo de ver lo que aquellos tienen y todos quisieran tener. Por eso aúpan a la Esteban a princesa del pueblo (porque es analfabeta, sino sería reina) y por eso programas como ¡Quién vive ahí? o Mujeres ricas tienen tantos seguidores.
    Uno busca lo que no tiene.

    Salud, amigo

    03 enero 2011 | 07:54

  6. Dice ser JorginFiz

    Celemin. Disiento en que la Esteban no es reina porque tiene pocos estudios. A los reyes siempre se les presupone zoquetes. En caso contrario se explicita que no lo son (se habla de Alfonso X el Sabio, de los monarcas ilustrados, etc.). Igual es porque tiene el graduado escolar lo que la incapacita para llegar a reinar en el puebloo, je, je.

    Por cierto, feliz año, que me lo olvidé en el comentario anterior, je, je

    03 enero 2011 | 09:22

  7. Dice ser ser13gio

    Hosti, empiezas cañero. En mi opinión, demasiada caña a los Bobalicones, y demasiada poca a los de la sotana y otros abalorios. Los primeros, aunque tienen poder, negocios privados de dudoso gusto, representan al país (para mí, no lo hacen mal), pues hace tiempo que se quedaron en eso. Pero los otros son bastante peor, pero bastante, y creo que debías deleitarnos con tu particular bilis para futuras ocasiones, que siempre es agradable leer cómo alguien destripa al ‘enemigo’.

    Feliz año, criatura.
    s

    03 enero 2011 | 10:00

  8. Dice ser celeming

    JorginFiz

    No digo que los analfabetos no puedan ser reyes. Digo que el populacho piensa que todos los reyes son supermegaguapos, supermegalistos y supermegatitulados, aunque luego resulte que no tienen ni el Bachiller o que les regalen el título por ser vos quién sois. Por eso el populacho ha proclamado princesa del pueblo a la jesulina. Si fuera supermegalista, supermegaguapa y supiera hablar, osea, sabes, pues sería geina.

    Un saludo

    03 enero 2011 | 12:02

  9. Dice ser Dani

    Coincido con Ser13gio, yo disfrutaría de igual manera… Feliz Año, me gusta mucho esta entrada. Es lo que muchos pensamos y pocos decimos.

    03 enero 2011 | 14:36

  10. Dice ser massa

    Como añoro a madame «la guillotin»……

    12 enero 2011 | 16:09

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