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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Estas cosas no ocurren por ser España

Vicente del Bosque: «Ahora estamos dentro del mundo, dentro de Europa, y pasan cosas muy buenas dentro de este país. Entre ellas el deporte. Como ciudadanos debemos sentirnos privilegiados de tener tantos deportistas buenos. Para la gente del fútbol este momento es muy especial. Hemos estado tantos años desterrados del éxito que ya era hora de que la familia del fútbol pudiera triunfar y estar en primera plana». Esta mañana, viniendo al trabajo, me ha asaltado una duda. Quizá tenga razón el defensor de que en España también pasan cosas buenas. ¿Por qué no? Quizá la chispa necesaria para que surjan deportistas individualmente extraordinarios o colectivamente avasalladores se tenga que dar en un momento concreto y un lugar favorable. ¿Es España ese sitio donde, ‘si nos ponemos, la liamos’?

Pongámonos ambivalentes. El país donde más talento hay en los cocineros del planeta. El mediterráneo de Adriá, las costas cantábricas de Arzak, Berasategi, o el no se qué del Madrid de Roncero o el olor a finisterrae del grupo Nove. La Masía de Can Barça o las escuelas de tenis donde se han forjado los ATP del país. Barceló y sus esculturas evolutivas, diseñadores de moda o gigantes del basket¿Hay un punto de genialidad española necesaria para sobresalir y demostrar al mundo algo? Confieso que estuve tentado de dar un golpe de timón a este post.

Pero enfrente teníamos una absurda explicación de lo contrario, en casos hipotéticamente similares: no es posible que la genética lleve siempre a los alemanes a llegar a semifinales. O que los ex-yugoslavos tengan un resorte muscular extra en la muñeca que hace calibrar sus tiros a canasta milimétricamente (muchos serbios tiran milimétricamente pero a otra cosa). Tampoco que los universitarios hindúes sean más rápidos con la computación o que los taiwaneses estén dotados de un chip para complejas operaciones matemáticas, o que los rusos sean máquinas del ajedrez. Estoy por jugarme una cena a que es la capacidad de trabajo.

Hacer las cosas bien, en plata. Que se junten Iniesta o Xavi para surtir de balones a homicidas de la red como Pedro o Torres no tiene que ver más que con una línea de trabajo sensata. La cantera del FCB apostó en su día por inyectar millones en un modelo de juego y hasta los niños saben salir al campo a ese estilo. Cuando un junior, un Piqué, Busquets (anda que, con lo patas que era el padre) o un Bojan salta al campo con los mayores, sabe de memoria qué movimientos hacer y esperar de los demás. Se podía dar en Barcelona o en Manchester. De hecho tan potente y frescamente española es Madrid o Valencia y los resultados son tangencialmente opuestos. El trabajo de la Federación Española de Fútbol habrá sido agachar las orejas y reconocer que era el estilo de juego más demoledor. También habría sido muy español enredarnos a discutir entre asesores varios y mandar a tomar por saco la mejor generación de jugadores de la historia.

Un Pau Gasol es clave en el basket moderno porque mide 2.15 y porque procede de una familia donde el espíritu de trabajo serio es lo principal. Un Nadal o un investigador que termina en el MIT de Massachussets o un diseñador de la moda más genial se han tirado pegando raquetazos, clavando codos u oliendo las telas durante años, 18 horas al día. En los libros se llama a esto ‘las 10.000 horas de vuelo’. El ejemplo. Mil genios llegan al conservatorio. Veinte, los que han sumado a su genialidad esas diez mil horas de trabajo encadenado, serán solistas. Los novecientos y pico restantes, con su genial talento, terminarán siendo profesores de música.

6 comentarios

  1. Dice ser Bandoneon

    No estoy de acuerdo.
    La prosperidad, Spanjaard, la prosperidad. Sin un ambiente propicio (prospero) esas 10.000 horas de vuelo no podrian existir. Un concertista son 10000 horas de vuelo propio y 1.000.000 de horas de vuelo simultaneas de otros 1000 concertistas menos importantes que formen y alimenten y compitan con el mejor. Arzak es un individuo de especial talento. Berasategui, Adria, Santi Santamaria y demases son la suma de talento individual, competencia, retroalimentacion, sinergias. Sin prosperidad, sin ambiente propicio, sin competencia, sin adlateres, pero con el mismo talento mas de uno de los grandes chefs hubiera terminado preparando menu del dia a 15 euros (tres primeros: ensalada de lentejas y cilantro, tosta de aguacate y salmon con eneldo o mousse de pollo con esparragos.) Prosperidad. Prosperidad. Prosperidad. Hablemos de Argentina y vas a ver que a pesar de premios Nobel y grandes talentos la escuela de genios se cerró hace mucho debido a la falta de la prosperidad que de un medio ambiente propicio para el desarrollo del talento.

    09 julio 2010 | 08:37

  2. spanjaard

    Bandoneon, no puedo estar de acuerdo porque hablamos de dos planos. Y yo me ciño a intentar comprender el individual. Te quedaste con el ejemplo de los mil genios musicales. Claro que es necesario que la prosperidad genere mil genios. Pero no tiene que ser una prosperidad estructural. Mil genios son diez mil nacidos genios que pueden haber visto perfectamente potenciadas sus capacidades en una de cada diez casas. Un Arzak o un Jamie Oliver nacen en un entorno donde se guisa y se pelan patatas. El entorno social posiblemente les empujara a hacer MBA o Abogacía, pero ellos tienen horas y horas vistas de madre y abuela cocinando en el pub o en el caserío.

    He vivido la fuga de cerebros en primera persona. La prosperidad española me abocaba a trabajar gratis de becario en el escalafón universitario. La prosperidad del ladrillo me empujó a no tener estímulos para la investigación. Y luego ya te conocí.

    09 julio 2010 | 09:10

  3. Dice ser Commedia

    Claro, a esto debe ser a lo que llaman la «Economía Sostenible». Abajo el ladrillo y arriba los balones (iba a poner «las pelotas»).

    ¿De qué modo ayuda que España gane un mundial (aparte, claro está, de olvidar nuestras penas durante unos días)? Los publicistas y medios de comunicación contentos, no te digo los fabricantes de banderas, e imagino que las primas (el dinero, no las parientas) revertirán positivamente en nuestra sociedad. ¿O no?

    En cualquier caso, supongo que los miles de «futbolistas fracasados» que quedaron en el camino de los genios, habrán aprovechado su tiempo para formarse como futuros miembros del MIT. ¿O tampoco?

    «Prosperidad» es una estación del Metro de Madrid.

    09 julio 2010 | 10:54

  4. Dice ser Celemin

    Evidentemente con hambre y necesidad de comer la gente no se pone a darle a la requeta o al balón (aunque algunos casos haya). La prosperidad trae poder dedicarte durante un tiempo a perderlo y poder entrenar 16 horas diarias. El trabajo y la constancia es casi todo en un gran deportista. Si Nadal o Gasol tuvieran que haber ido a la fábrica con 13 años para que en su casa pudieran comer, no habrían sido lo que son.

    Sólo los genios podemos dedicarnos sin esfuerzo a un menester. ¿O no Luis?

    Salud, ¡no hay sueño con sueño!

    09 julio 2010 | 11:03

  5. Dice ser Bandoneon

    No son dos planos sino cuestiones conexas. ¿Habra diez mil posibles genios de las matematicas en Kenya? ¿llegara alguno a Nobel? ¿Cuantos cocineros con tres estrellas Michelin van a poder desarrollarse en Haiti? Me niego a pensar que la cocina popular haitiana es mucho menos rica que la española o la argentina o la francesa. La burguesia es un mal necesario. Sin grandes compradores de arte no hay Picasso rodeado de Duchamp, Leger, Gris, Man Ray, Breton, etc etc. El genio aislado, pobre y sobresaliendo por sobre todo es muy atipico.
    En todo caso tu problema no era la falta de prosperidad. En todo caso tus elecciones vitales eran divergentes a las elecciones de la guita. A mi siempre me pasó eso mismo con el agravante de que nunca me gustó trabajar, asi que a la falta de genio, la falta de mirada comercial sumale la falta de horas de vuelo y aca me tenes.

    09 julio 2010 | 13:45

  6. Dice ser Atalanta

    Con unas condiciones mínimas, algún genio o talento extraordinarios, surgen por generación espontánea (veáse nuestra estrellas durante el franquismo). Después, partiendo de unas condiciones socio económicas similares, en países desarrollados, estoy conLuis en que quizá la clave sea el trabajo bien hecho. No es normal que un país de tamaño medio como España triunfe en cada semana en un deporte sí y en otro también. Ahora hasta en el fútbol, en el que nunca ganábamos.
    Yo vengo del mundo del baloncesto y de lo que nunca me dejaré de sorprender es de todos los españoles que triunfaron en la NBA -algo que hace relativamente poco tiempo veíamos como una galaxia lejana- y ya que un catalán sea pieza esencial del campeón, a veces me parece simplemente increíble. Hubo un tiempo en que admirábamos la escuela lituana o balcánica que no dejaba de fabricar jugadores que le rapiñaban cada año los equipos ricos. Las nuevas generaciones de chavales españoles siguen la estela de nuestra selección de baloncesto. El trabajo bien hecho es el que ha desembocado en un equipo que juega como los ángeles, como casi nunca había visto. Los tres últimos partidos del Campeonato de Europa fueron un verdadero clinic.
    Esa teoría ya le expresaba el gran y entrañable Clin Eastwood en «Gran Torino», cuando veía que en América se estaba perdiendo la pasión por el trabajo bien hecho, por hacer y valorar una máquina tan perfecta como el Gran Torino.
    O Larrry Bird, cuando después de que la selección estadounidense se estrellara pro enésima vez en una Olimpiada o Campeonato del Mundo, decía que a él le enseñaron desde niño a pasar, a botar, a driblar, a tirar y que ahora los chavales sólo querían machacar y hacer el canelo. Se estaban olvidando los fundamentos.
    Aunque yo precisamente jamás me sentiré un patriota, me alegro. Espero que no pierdan el norte y sigan en la misma línea.

    09 julio 2010 | 16:39

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