Chapapote blanqui…¿marrón?

A las 13.30 nos hemos juntado los tres del polígono, la Tiñosa sin tela en las piernas (pero con alambres como resto de la última depilación Macario), Doña Rogelia la manchega con su pañu a la cabeza, y mr Jabalín soriano. Hemos ido pisando primero agua y asfalto. Luego hemos pasado al barro con neviza en proceso de licuarse y triscado por un sembrado nevado con roderas. Acto seguido saltado cadenas y subido por senda de hoja de pino con chapapote y bajado por camino perdido con obstáculos y trozos de tronco sueltos, para terminar rebozándonos en dos subidones nevados sin tracción y más chapapote en disolución tumefacta, charcos semicongelados y los rusos avanzando en la bolsa de Stalingrado.

Dice la abuela de la mancha que si nos han salido trece y pico, que si a qué ritmo me habís llevao, etc. Pero yo creo que podríamos haber estado once días rodando que la compañía y la mojaúra habrían merecido la pena. El monte de Valdelatas es un esquinazo muy aprovechable para este tipo de salidas bosquímanas y más aún si supone una escapada en el horario de comida laboral. Algunos tienen más suerte que otros y disponen de un rato. Otros disponemos de huecos. Al fin y al cabo lo que debería quedarnos meridianamente claro es que hay que agradecer la existencia de manchas verdes incrustadas entre tanto polígono de oficina, zonas industriales y espacios para vivir. Lastimica cámara de fotos en plena sociedad de la tecnología. Claro que, contra el barro…

Apostilla: apenas estoy cansado. Lanzo el teorema de las ecuaciones chapapóticas (Spanjaard, 2010).

[Contrimás de peor pinte el asunto, contrimás x, y y z se van a reir las tripas, siendo para cualquier entreno n > 2, la ecuación xⁿ + yⁿ =  zⁿ  donde x es servilleta patinando sobre barro movedizo, y el amigo Cabesc bajo la llovizna persistente como votante de la ultraderecha y z Tutty volando bajo en la nieve que va y nunca volverá].

Ley.

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