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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

[juego] Relato abierto

Viniendo de una contestación al blog de Bandoneón, propongo que continúes con tus aportaciones este juego. En tanto matamos el gusanillo nervioso de los días previos a un viaje fantástico, se me ocurre que construyamos una piececilla de ese género tan bello que es el de la literatura de viajes. Iré editando y añadiendo lo que se te ocurra en ‘Comentarios’ como continuación del relato. No tengo idea de por dónde irá ni el título que tendrá (lo titularemos cuando terminemos con ello). ¿Juegas?

rela
[……]
Destilaba olor a naftalina la habitación oscura de aquel hotelucho de carretera al que llegamos los tres. De madrugada, desaliñados, malolientes y con cara de estar muy cansados tuvimos la mala idea de dejar hablar al único extranjero de la expedición. La cara de horror de la desdentada recepcionista debió ser un augurio que no supimos o no quisimos entender.
– «Yo conozco ese hotel. Es el hotel en el que Sabina pasó aquella noche con la Magdalena.»
Por la escalera que se veía desde el mostrador apareció un hombre con un traje anticuado pero muy elegante. Lucía un maletín negro, con el asa dorado y algo desgastado por el uso. Tenía un aire en su rostro que parecía decir “esto es lo que buscaba”. Marcos, dejó de mirar, por fin, a la mujer. Juan comenzó a mirar a ese hombre al que sin duda todos sufríamos, pero ninguno de nosotros conocía. No sólo era esa cicatriz lo que hacía que su expresión fuese cortante.
– «¿Le queda sitio para dormir unas horas? Vamos de camino hacia Madrid», repliqué, mirando de reojo la expresión de mis compañeros, entre agotada y desconfiada, entre la borrachera de miedo y las gotas de sudor y salitre que aún traíamos por las comisuras de los labios.
Estaban siendo muchos kilómetros. A pie y en coche. Y no todo iba saliendo tan rodado como parecía
-«A ezztazz horazz…» el aire escapaba sin control por entre los agujeros de la ruinosa dentadura, produciendo un sonido silbante en todo semejante al que produciría una serpiente a punto de atacar. Los ojos de la recepcionista, desmesuradamente abiertos y brillantes, y cubiertos de un rimel oscuro y escamoso, acentuaban la impresión reptiliana que producía su poco agraciado rostro.
Por fin, la desaliñada mujer nos dió una habitación. Estaba en el primer piso. Un lago y angosto pasillo terminaba en una pared, blanca en su día, con intensos manchones marrones. La habitación era lúgubre. Un inmenso cortinaje rojo que se sostenía solo, ceerraba un pequño ventanuco que daba a un patio dónde las cajas de kas y coca cola estaban sembradas aquí y allá. Un camastro con una colcha que debió de ser gris marengo y un lavabo de color rojizo por dnetro y cafe con leche por fuera, completaban la estancia. Al abrir la cama, llegó la sorpresa: una gran mancha de sangre seca recorría la sábana bajera desde el cabecero hasta los pies de la cama. No cabía duda de que aquello era un picadero de carretera.
….
Otro día más.
Lo peor, la ducha. Un barreño grande, como bien dijo Luís, de un color indefinido. Nido de cucarachas y otras cosas así, como verdes, que parecían saber nadar y a las que poco molestaba el verdor de eso que debía ser agua.
Marcos sacó su GPS, que resultaba ser un móvil de última generación. Marcos siempre tan así.
– Cariño -dijo entre pucheros.
Juan, tímidamente se atrevió a sugerir que salieran de aquél lugar, pero sus dos amigos estaban demasiado cansados y borrachos, y además él no es de esos amigos a los que se hace caso. Es de esos amigos que te sacan de los sitios quieras o no, y así lo hizo. Les agarró del brazo y les convenció para ir al coche.
Pero tampoco él quería acabar ese viaje, así que condujo despacio, disfrutando del ruido de los neumáticos sobre la tierra a la salida del tugurio y disfrutando de la incorporación nocturna a la carretera.

Sus amigos dormían y el saboreaba los momentos vividos en ese día intenso. Miantras Luís soñaba que se acostaba con la novia de Marcos, éste pensaba en la última vez que vió a Roberto. El cual había tenido un pequeño affair en el pasado con la mujer de Juan, quien a su vez tuvo un percance con la novia de Luis, no recuerdo muy bien si antes o después de conocerse. Se cerraba el círculo.

Amanecía. La carretera era una cinta deshabitada e infinita jalonada por árboles contorsionistas. Miró por el retrovisor. Un coche enorme les seguía renqueante conducido por el hombre del traje anticuado que estaba en la recepción del hotel. La visión de aquel coche le sacudió el sueño que empezaba a apoderarse de él.
– ¡Mierda!
– ¿Qué pasa?
– Si fuesemos usanianos diría que nos persiguen los federales. Y el feo del hotelucho, va conduciendo.
– ¿Qué querrá?
– Yo qué sé; ésta no la he visto.
– Sí, tú vacila, gilipollas.

17 comentarios

  1. Dice ser Bandoneon

    De madrugada, desaliñados, malolientes y con cara de estar muy cansados tuvimos la mala idea de dejar hablar al único extranjero de la expedición. La cara de horror de la desdentada recepcionista debió ser un augurio que no supimos o no quisimos entender.

    18 octubre 2009 | 16:40

  2. Dice ser Iñaki Zumake

    Yo conozco ese hotel. Es el hotel en el que Sabina pasó aquella noche con la Magdalena.

    18 octubre 2009 | 21:02

  3. Dice ser Sergio Zawinul

    Por la escalera que se veía desde el mostrador apareció un hombre con un traje anticuado pero muy elegante. Lucía un maletín negro, con el asa dorado y algo desgastado por el uso. Tenía un aire en su rostro que parecía decir “esto es lo que buscaba”.

    18 octubre 2009 | 21:17

  4. Dice ser antoñito

    Marcos, dejó de mirar, por fin, a la mujer. Juan comenzó a mirar a ese hombre al que sin duda todos sufríamos, pero ninguno de nosotros conocía.

    No sólo era esa cicatriz lo que hacía que su expresíon fuese cortante.

    18 octubre 2009 | 21:42

  5. spanjaard

    – «¿Le queda sitio para dormir unas horas? Vamos de camino hacia Madrid», repliqué, mirando de reojo la expresión de mis compañeros, entre agotada y desconfiada, entre la borrachera de miedo y las gotas de sudor y salitre que aún traíamos por las comisuras de los labios.
    Estaban siendo muchos kilómetros. A pie y en coche. Y no todo iba saliendo tan rodado como parecía.

    19 octubre 2009 | 06:53

  6. Dice ser Jorge Gómez

    -«A ezztazz horazz…» el aire escapaba sin control por entre los agujeros de la ruinosa dentadura, produciendo un sonido silbante en todo semejante al que produciría una serpiente a punto de atacar. Los ojos de la recepcionista, desmesuradamente abiertos y brillantes, y cubiertos de un rimel oscuro y escamoso, acentuaban la impresión reptiliana que producía su poco agraciado rostro.

    19 octubre 2009 | 11:13

  7. spanjaard

    jajajajajaja

    19 octubre 2009 | 11:19

  8. Dice ser celemin

    Por fin, la desaliñada mujer nos dió una habitación. Estaba en el primer piso. Un lago y angosto pasillo terminaba en una parez, blanca en su día, con intensos manchones marrones. La habitación era lúgubre. Un inmenso cortinaje rojo que se sostenía solo, ceerraba un pequño ventanuco que daba a un patio dónde las cajas de kas y coca cola estaban sembradas aquí y allá. Un camastro con una colcha que debió de ser gris marengo y un lavabo de color rojizo por dnetro y cafe con leche por fuera, completaban la estancia. Al abrir la cama, llegó la sorpresa: una gran mancha de sangre seca recorría la sábana bajera desde el cabecero hasta los pies de la cama. No cabía duda de que aquello era un picadero de carretera.
    ….

    Otro día más

    19 octubre 2009 | 18:36

  9. Dice ser celemin

    pared, burro pared

    19 octubre 2009 | 18:37

  10. Dice ser antoñito

    Lo peor, la ducha. Un barreño grande, como bien dijo Luís, de un color indefinido. Nido de cucarachas y otras cosas así, como verdes, que parecían saber nadar y a las que poco molestaba el verdor de eso que debía ser agua.

    Marcos, sacó su GPS, que resultaba ser un móvil de última generación. Marcos siempre tan así.
    – Cariño -dijo entre pucheros.

    19 octubre 2009 | 21:27

  11. Dice ser Guille

    Juan, tímidamente se atrevió a sugerir que salieran de aquél lugar, pero sus dos amigos estaban demasiado cansados y borrachos, y además él no es de esos amigos a los que se hace caso.

    Es de esos amigos que te sacan de los sitios quieras o no, y así lo hizo. Les agarró del brazo y les convenció para ir al coche.

    Pero tampoco él quería acabar ese viaje, así que condujo despacio, disfrutando del ruido de los neumáticos sobre la tierra a la salida del tugurio y disfrutando de la incorporación nocturna a la carretera.

    Sus amigos dormían y el saboreaba los momentos vividos en ese día intenso.

    19 octubre 2009 | 21:56

  12. Dice ser antoñito

    Mientras Luís soñaba con acostarse con la novia de Marcos, éste pensaba en la última vez que vió a Roberto.

    19 octubre 2009 | 22:20

  13. Dice ser antoñito

    Señor moderador (que no moderado), le ruego cambie mi anterior comentario por:

    Miantras Luís soñaba que se acostaba con la novia de Marcos, éste pensaba en la última vez que vió a Roberto.

    19 octubre 2009 | 22:22

  14. Dice ser Anónimo

    El cual había tenido un pequeño affair en el pasado con la mujer de Juan, quien a su vez tuvo un percance con la novia de Luis, no recuerdo muy bien si antes o después de conocerse. Se cerraba el círculo.
    Amanecía. La carretera era una cinta deshabitada e infinita jalonada por árboles contorsionistas. Miró por el retrovisor. Un coche enorme les seguía renqueante conducido por el hombre del traje anticuado que estaba en la recepción del hotel. La visión de aquel coche le sacudió el sueño que empezaba a apoderarse de él.

    20 octubre 2009 | 07:15

  15. Dice ser blus

    (ala, me olvidé de firmar… lo digo por los derechos de autor y eso)

    20 octubre 2009 | 07:16

  16. Dice ser antoñito

    – ¡Mierda!
    – ¿Qué pasa?
    – Si fuesemos usanianos diría que nos persiguen los federales. Y el feo del hotelucho, va conduciendo.
    – ¿Qué querrá?
    – Yo qué sé; ésta no la he visto.
    – Sí, tú vacila, gilipollas.

    21 octubre 2009 | 17:01

  17. Dice ser paco 1938

    Spanjaard
    hoy e entrado por primera vez,(voy un poco lento en descubrir algo de lo que puede darme este cerebro electrónico) pero todo se andará, soy muy curioso.
    espero seguir leyendo tus crónicas de las maratones en que participas, para mi el deporte, la inteligencia, el saber y la honrra, es como una droga,
    un abrazo de deportista, pero sin pasarse.
    este relato me a gustado.
    -”A ezztazz horazz…” el aire escapaba sin control por entre los agujeros de la ruinosa dentadura,

    21 octubre 2009 | 17:30

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