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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Transamerica

Calma. No vuelvo a las andadas de las travesías. Anteayer estuve viendo, en formato sofá y tableta de chocolate a la taza, una buena Transamerica (Duncan Tucker, 2005). Felicity Huffman de Mujeres Desesperadas, y un adolescente llamado Kevin Zegers, en un duelo de silencio y dolor contenido.

De todas maneras, atravesar America (del Norte) es en muchos cerebros la maxi aventura. El placer de cruzar el subcontinente de cara al viento en un sedan del 88 lo convierte en esos perfectos viajes sin tiempo. En moto de 8 cilindros debe ser vibrante. En 737 de American Airlines imagino que aburrido y breve. Algunos lo hacen corriendo, benditos ellos. Semanas de correr siempre en una misma dirección. La filmografía ha dejado un buen cesto de road movies en los que, total o parcialmente, se hace de la llanura interminable una moqueta romántica.

Habiendo probado las travesías, a cortisima escala y en condiciones muy mejorables, miro e intento encontrarle la gracia a las fotos y demás material (Daniel Popp tiene una colección enorme de su travesía), pero no se la encuentro. Demasiadas horas y días sin ver cambio sustancial en el paisaje. Que, cuando uno se pone a correr, es lo que a la postre llena: mirar atrás y comprobar cómo ya no se ve el pueblo, el río. Girar la cabeza a un lado y otro yy comprobar las perspectivas trastocadas. El asomar de un nuevo valle o la desaparición gradual de un cerro.

8 comentarios

  1. Dice ser ser13gio

    Disiento.
    Le veo el chascarrillo al asunto, además de que aquello de que el viaje es el camino y no el destino. Me gusta ver cómo cambia el paisaje a ritmo pausado y haciéndolo yo, no que me lleven. Las lentas transiciones de un ecosistema a otro son siempre interesantes. Recuerdo, por ejemplo, en La Vía de la Plata el paso del campo cerealístico castellano a la dehesa extremeña, o en Mongolia de la estepa a un enorme bosque. O también como entras o sales de un núcleo urbano, a veces de sopetón, otras por los clásicos polígonos industriales, otras por los cementerios, o los vertederos. Es lento, suave, sin traumas, y si estás en la misma onda psicológica, se agradece ese cambio paulatino.
    s

    20 mayo 2009 | 09:06

  2. spanjaard

    Sí, Sergio, tiene su cosa. El ir a 10 o 12km/h es ir suficientemente lento, mucho más que con la bici, con la que te pierdes cosas. Pero una transición que dure 72 horas es más larga que un playoff contra el Barça.

    20 mayo 2009 | 09:09

  3. Dice ser ser13gio

    En un viaje de 200 días es un suspiro. La escala la pones tú.
    s

    20 mayo 2009 | 09:16

  4. Dice ser Santi Palillo

    Entre medias de la filosofía un apunte de tres al cuarto, la crucé en 737 de AA y aburrido puede pero breve… un puñao de horas.

    Creo que si es por variedad de paisajes aquello tiene mucho para dónde mirar, otra cosa es que se haga larga la mirada por aquello de las distancias infinitas.

    20 mayo 2009 | 11:31

  5. spanjaard

    Palillo, ¿no cruzarías con un loucós de esos con 4 escalas?

    20 mayo 2009 | 11:35

  6. Dice ser Bandoneon

    De A Coruña a Tarifa hay 1100 kms. Nada que no se pueda correr en 10 a 12 semanas muy intensas o 12 a 15 semanas duras. Habria que estar muy loco para pensar en hacer algo asi. Iberia te lleva a Malaga en 3:30 hs haciendo escala en Madrid por €172,00.- (I/V, clase turista)

    20 mayo 2009 | 12:56

  7. spanjaard

    También te lleva a Santiago de Compostela por 60 pavos. Y de ahi…

    20 mayo 2009 | 13:48

  8. Dice ser macario

    En verano, las travesías por el norte… más verde, más fresco y variedad de paisajes. Y con posibilidad de algún remojón reconfortante. ¿no?

    21 mayo 2009 | 09:44

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