Discutimos en casa tras la emisión de una pijadita de corte editado por España Directo (rtve) de hoy. Nos grabaron ayer mientras subíamos al monte con toda la chavalería de la asociación de múltiples, y han editado una birria que para qué. Mira que habíamos coronado en tropel la cima del monte Abantos (1.760m) con pequeñajos repetidos e irrepetibles y que luego nos asentamos como los comanches a comer en un picnic total. Nada, el tipico corte ‘familias coraje’ y ‘dé un susto a sus primas y dígales que ellas también pueden parir 3 de golpe’.
El asunto es que han sacado a una amiga de la asociación intentando explicar en 20 segundos cómo se organiza uno con múltiples en casa (bestial ejercicio de imaginación periodística), y a nuestra Begoña se le ha ocurrido mostrar el estado de su nevera. El principio desde el que abrió al mundo su nevera debía ser algo así como «mira, tengo multitud de cosas para estas bestezuelas» pero, lo que nos ha chocado, es que ¡apenas había un hueco! ¡Pero si en la nuestra entra un ratón y se desnuca!
Dice mi esposa que es como la recurrente duda que asola los foros, listas de correo y demás myspaces del planeta ‘madreoccidentalresponsable’:
¿Qué hago con los yogures caducados?
Ah, pero.., ¿los yogures caducan? ¿Las bandejas de croquetas no son siempre tamaño soltero? ¿No entran ladrones y saquean los cartones de leche? ¿Por qué, si he frito 4 pechugas de pollo enteras en filetes, sólo quedan restos de la guarnición y ésta siempre es arroz viudo? ¿Es la comida un agujero de gusano del espacio que se alimenta de sí misma en una dimensión T (de triperos) y en que los restos de comida quedan atrapados fuera de la vista del cocinero o madre?
Que si le caducan los yogures, se preguntan algunas. Dice mi amiga en en video (prometo rescatarlo de la web de España Directo) que abrió una lata gigante de atún y que hizo empanada de atún ayer, hoy empanadillas y mañana no se qué más de atún. Si abro yo una lata de kilo de atún, el primer día hago empanada y ese mismo día por la tarde tengo a los restos haciendo cola en los comedores solidarios de Cáritas. Luego me pregunta Carlos que si salgo a trotar con la morcilla en el esófago; imagínate, paisano, que me quedo sentadito en el sofá a hacer la digestión. Y que me quedo traspuesto: me abren en canal y me desmontan por dentro con tal de comérseme las entrañas recién estofadas.
Siempre lo digo. Es menos gravoso invitarnos al Aquópolis. Y el amigo Bandoneón anda preparando fecha para un asado. Jua.
Hay mucho mito con lo de los múltiples. Nunca había visto a mi difunta abuela paterna enfadada hasta que, rayando los ochenta tacos, oyó decir en la radio a Isabel Tocino que a ella no le suponía ningún esfuerzo criar a sus ocho hijos, dedicarse a la política, a su ocio, asus ejercicios espirituales y a los, supongo, tropecientos mil consejos de administración a los que pertenecía.
La «hijaputa» (eso no lo decía mi abuela, lo digo yo) se debía considerar una mujer más de la España trabajadora. Mi abuela hablaba de las criadas que tendría, de las «nanis», de los colegios, del yudo, del inglés en Irlanda, del club de tenis,…
Si Isabel quisiera podría ir a vuestra asociación a ilustraros. Aunque seguro que no os lo merecéis. Y que sepáis que antes se decía que los mellizos venían porque además de haber habido «relación carnal», se había practicado con vicio. A mí que estoy, supongo, igual de salidillo que la media europea ma cayeron dos, pero los de trillizos y más que se lo hagan mirar.
02 marzo 2009 | 17:45