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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Madrid – Barça

Hoy toca el deporte rey. Dejemos el atletismo, el correr, los necios de la lucha contra la medición de uno mismo, sus velocidades, ritmos, desplazamientos y la soledad del corredor de fondo.

SPJ, ¿Te vas a poner a hablar de fútbol, así, con mayúsculas?

No, hombre, tampoco. Es que, con los líos que vienen sembrando la política local y regional de aquí, de Madrí, es muy difícil sustraerse de comentar la principal pasión del habitante del sumidero. Nos acusan por ahí de ir votando energúmenos y suripantas que luego nos gobiernan, presiden (nos mandan a presidio, en su acepción más lisa) y que, claro, que cómo lo permitís, con lo que ha sido Madrid y el No Pasarán etc nunc et semper et in saecula saeculorum.

Y luego la gente se pica. Por que somos todos de izquierdas moderados. Nos jode, en síntesis, que tengamos gobiernos del PP por ayuntamientos grandes y canijos, que nos reine la DeiMeister Kommandant y que sean como chacales que cada día despachan órdenes y decretos para machacar la sanidad y enseñanza públicas. Aquí (en Madrí), que hemos tenido a Durruti y atentados contra Alfonso de Borbón y a Tierno Galván y hasta la colonia Marconi y la ciudad Pegaso. Pues sí. Aquí (en Madrí, ya digo). Nos hemos retrotraido a las derechas de orden y de leña. Tal cual.

Como madrileño sufriente debo decir que este es el pulso real de la city y sus periferias. Espe está recogiendo los frutos de la putisima demografía de la región: población mayor que siempre prefieren orden y sosiego a bullanga e innovación, exempleados que quieren amachambrarse los beneficios conseguidos durante la evolución obrera del franquismo, y que dejan de pensar en solidaridad, cotizaciones, servicios públicos, etc. Teniendo en cuenta que el homo ibéricus es, de por sí, acémila y rancio, en cuanto se conjugan los factores anteriores nos sale el mesetario que hizo crecer este sumidero angustioso. El extremeño paciente con el latifundio, el barman abulense ultracatólico, el alcarreño que ha vivido hambre y frío, o el vallisoletano al que un movimiento mental ajeno le supone darle al Ctrl+alt+del de sus ancestros. Todo frente a quienes mantenían la sartén por el mango: ex aristócratas, especuladores franquistas, terratenientes de pueblo que amasan todo el suelo circundante, en fin, la gloriosa clase dueña de los medios de producción madrileños (¿qué medios son el suelo y el ladrillo?, cabria preguntarse). En los anales de la ciudad está gente tan emprendedora y solidaria como Florentino Pérez, que servía al municipio y montó la de Dios con los camiones de la basura, los Entrecanales o Santiago Bernabéu. Un capitalismo inmobiliario monopolista y unos superespecialistas en la expansión de lo construido (para más referencias, ver enlace).

La inmigración del área metropolitana de Barcelona ha bebido de otras fuentes desde 1940 a 1975. Cuenta además con un espejo en el que mirarse bien diferente: la burguesía que ha hecho dinero currando. Aquí, en Madrí, no tenemos equivalentes a Juliá Mercadal, ni Canaleta, ni Milau (para más detalle, Antoni Jutglar escribió la Historia Crítica de la Burguesía en Cataluña). Y se nota en el equilibrio electoral.

A lo que nos dedicamos en Madrid es a pitarnos en los atascos pensando en lo bien que viviríamos si dieramos un pelotazo. A eso y a votar a mascachapas. Barça 4, Madrid 0.

2 comentarios

  1. Dice ser PabloNSN

    Tienes razón, SPJ (se parecen a las siglas de la sociedad jesuita, tú). Barcelona ha sido siempre, supongo, más cosmopolita y menos cerril. (Pero también ‘disfruta’ de suburbios de aúpa que no deben de tener nada que envidiar a nuestras Barranquillas o nuestra Cañada Real: veo en la Guía del Ocio de hoy que esta semana ponen, en un cine madrileño, el documental «Can Tunis», sobre este barrio marginal barcelonés).

    En cuanto a nuestros políticos, tenemos lo que nos merecemos, me temo. Pero no hay sólo esos motivos que apuntas tú cuando hablas de «amachambrarse los beneficios conseguidos durante la evolución obrera del franquismo». También está la inepcia y la conversión ideológica de la supuesta izquierda cuando ha tomado el poder o se lo ha dejado arrebatar como en el sangrante (en muchos sentidos) caso de Tamayo y Sáez. Como me decía Elmo del blog «Tolocorro» después de las últimas municipales y autonómicas: los barrios «rojos» del sur de la capital, tras decenios (más de cuatro, que yo recuerde) de reivindicar el metro, lo consiguen gracias al gobierno de la derecha (de los de izquierda, sólo habían obtenido, en este como en tantos otros asuntos, palabrerío hipócrita y argumentos incontrovertibles sobre cómo, por ejemplo, era imposible prolongar la línea 3 al sur de Legazpi). ¿Electoralismo llevar el metro? Sí, y qué, si es lo que hacía falta. Y (simplificando) agradecidos, les votan. Razones así también pesan, me sospecho.

    23 enero 2009 | 10:50

  2. spanjaard

    Más razón que un santo. Saludos resultadistas. jejeje.

    23 enero 2009 | 11:58

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