Se ha hecho de noche

La noche -ya digo- se ha adueñado de este blog. El cambio de hora nos ha teletransportado y los andares arrecíos de frío nos impiden abrir los párpados en su plenitud, mutilando por los lados a ese túnel de menos horas. Acabo de preguntarme en voz alta y me han dicho que sí, cómo podría yo haber preparado una carrera de 101km por el campo encerrado en el invierno en un gimnasio. Lo cierto es que las opciones novembrinas para el deporte se van reduciendo. Bien salir a trotar a las 5.30 de la madrugada para terminar con los primeros tonos naranjas y grises de los cielos, bien cenar con la familia patatas con pulpo, ensalada, yogur, doble trago, beso a los críos y cruzar los jardines, la plaza del Aliso, Avenida de España y meterme al gimnasio referido.

De noche cantaron la crucifixión del hippy, velan armas en los cuarteles, escuchamos cómo corría (el coche de) Fernando Alonso en Shanghai y de noche me levanté una vez a comprobar si aquella luz del comedor era mi amor, que había dejado su cuerpo expuesto a la Teletienda y su cerebro a los sueños. Las noches ven a uno dar tropezones por la tapia de Viñuelas, camino del kilómetro 70, subir la Ermita de Benaoján, o me verán salir de un partido de un equipo desmadejado, de patio de colegio, de patio de cárcel, casi.

Menos mal que todo pasa. Menos esa noria que trae la oscuridad y los paisanos con las manos metidas en el abrigo y los flequillos al viento. Vamos, que tengo unas ganas de salir a hacer deporte yo por la noche… ¿Me estaré haciendo viejo? En definitiva, si lo hice una vez y el cuerpo no se niega en redondo, habrá que salir mañana porque, está claro, el cuerpo hace lo que le diga la cabeza. Luego dicen que si los matrimonios. ¿Y tu?, ¿la noche te confunde?

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