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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

El entrenador, el psicólogo

Eneko Larumbe escribe en su última aportación

Hasta hace poco el entrenador venía siendo en cierto modo un gurú que disponía de soluciones para todo lo que podía ser necesario resolver en relación con el rendimiento deportivo de los deportistas y, en muchas ocasiones, también en aspectos de su vida personal. El entrenador ha sido preparador físico, psicólogo, médico, padre y consejero, todo en uno. Así, la estrecha relación que ha unido a deportistas y entrenadores ha dado lugar a firmes lazos de confianza mutua que han conducido al éxito muchos proyectos. Al mismo tiempo, otros entrenadores con menos conocimientos, más limitaciones o menos habilidad para establecer el tipo de relación mencionada no han conseguido encauzar adecuadamente sus proyectos en solitario y, más tarde, han recurrido al concurso de otros profesionales: primero médicos, luego preparadores físicos y más tarde psicólogos, entre otros.

Y el próximo domingo arranca mi grupo de supermamis corredoras con una nueva temporada. Lo cierto es que ya no es esa temporada enfocada en poner a funcionar un grupo de corredoras novatas de cara a esa Carrera de la Mujer de Mayo. Ahora hay establecido un grupo homogéneo de madres de múltiples, más o menos deportistas -aunque ellas lo nieguen- y que se atreven con distancias de 5 a 10 km sin aparente sofoco.

¿Necesito llevarme un psicólogo para suplir mis carencias?. Eso sería como descubriros que, tras 29 años corriendo, sigo sin entender la motivación, psicología y aspiraciones de unas corredoras recreacionales (confesémoslo, es el caso más sencillo que le ponen a uno en el examen de «Entrenadores Footingueros I»). Para Larumbe, la paradoja brindada es que, los entrenadores que más saben más de psicología, mejor comprenden en qué medida es necesario el asesoramiento psicológico para potenciar la eficiencia de la preparación física, técnica y táctica, para la prevención de situaciones psicológicas de riesgo. Agarrarse a que no sé nada de psicología del corredor es la mejor manera de escaparme a este extremo de la paradoja. ¡Bien! Resuelto.

El otro lado de la paradoja es que un entrenador (suponiendo, generosamente, que lo que yo hago es entrenarlas) no puede dominar todos los recursos útiles y que entiende coordinar dichos recursos de la manera más inteligente; sea, buscando la ayuda de un psicólogo deportivo. Solo me queda una opción: dimitir. Sacar a trotar y estirar a este grupo de jóvenes madres y que charlen durante una hora, a partir de este momento, no será denominado como entrenar ni si quiera pseudoentrenar. A partir de ahora será llamado pastoreo deportivo. Un pastor dirige a sus fieles, arrea a sus ovejas, conduce por el camino de la verdad y rectitud a sus corderos.

San Agustín lo dijo con bellas palabras que yo he fusilado de la versión inglesa de su Sermon CCIX.

«Disturbers are to be rebuked, the low-spirited to be encouraged, the infirm to be supported, objectors confuted, the treacherous guarded against, the unskilled taught, the lazy aroused, the contentious restrained, the haughty repressed, litigants pacified, the poor relieved, the oppressed liberated, the good approved, the evil borne with, and all are to be loved».

1 comentario

  1. Dice ser Carlos

    Anda, anda… Si este es uno de los muchos jaleos en que estás metido que más te satisface. ¿Ellas son felices?, ¿sí?, pue eso…

    13 septiembre 2008 | 15:49

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