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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Maldita velocidad

El Jueves subí a la quedada de la Casa de Campo agrupada dentro de las esenciales Tapias de Lloz, fundamental grupo para tomarle el pulso a la historia y presente del correr popular madrileño. Son unas sesiones atemporales, donde lo que prima es el contacto humano y se disfruta del correr guiado por la escuela de entrenadores más solvente de la ciudad, la escuela Lozano. Así, mientras te dejas entrenar, ves cómo unos mejoran con las semanas, observas el caer de la luz durante los meses de Junio a Septiembre, y posteriormente te recreas en un picnic nocturno sin más que comentar que su calidad humana.

Pero el jodío Lozano tenía preparada una sesión de relevos. Sí, un jamaicano 4×400 para el que se hicieron hasta 10 equipos (y sobraba gente, para que os déis una idea del volúmendel grupo), más otro 400 y un mil en bajada haciendo sitio para la pitanza. El entrenador de moda me colocó como cabeza de serie. Alguien se estuvo entreteniendo en los ficheros de la FAM y debió escarbar en la época de 1986 y siguientes. O eso, o la intuición de Lloz. Supongo que eso le llevó a decir «toma, tú eres cabeza de serie, elige a una chica y dos más, que corres mucho».

Exacto. Corro mucho. Me dejan el Albacete y soy capaz de llegar a Almansa de tirón. Corro mucho también tras una pierna de cordero. Si me dejan libre demuestro mis facultades con las series de gintonices, de arroz a banda, de qué se yo cuántas canalladas. Pero hacía la friolera de 20 años que no hacía una posta de 400m a tope. Pero a tope. Y el diseño del 4×400 se hacía sobre una carretera en ligera inclinación en el cerro Garabitas. Al ser cabeza de serie y última posta, me tocó hacer y soster nuestra 5ª posición durante 400 metros en subida. Y me cago en el día que amaneció para picarme. Nuestra chica, Laure, hizo una brillante plata en su bajada; Hormigo puso las cosas en un 4º más real. Micenas perdió un puesto por los pelos, y me pasó el testigo casi a la par de nuestros inmediatos colegas; éramos quintos y se produjo una retrospección en el tiempo. Arranque, 5 apoyos de puntera, técnica de brazos impecable.

Pasaba 1984 y era yo un púber dando el estirón. Tras un verano pasando tiempo por el pueblo y el monte, había pasado de un último año de infantil con michelines a cadete de primer año con pelos en las piernas, 3 kilos menos limados por el deporte escolar, calculo, y deando aparecet cierta genética solvente y sólida. Estábamos embarcados en el primer 4×300 del año y éramos cinco a escoger en aquel CAP sin clínicas por medio. Al difunto Esteban se le ocurrió hacer unos trials en el parque anejo a la pista. Tras los dos gemelos Moreno, con clase a espuertas y un indiscutible Diaz de Herrera, líder en la velocidad madrileña (le llamábamos correlotodo), resulta que mantve el tipo. Luisito el gordo, al que mandaban a lanzar peso y disco, tenía potencia y la mantenía. Tras aquello, vinieron algunos años raramente exitosos para el nivel de uno. Los primeros entrenamientos en triple salto, los 300m vallas, y el paso a junior donde los 400 y los 400 vallas no eran infrecuentes.

Lástima que con 16 años se me cruzaran los primeros rodajes con el grupo maratoniano y echase a perder este brillante cuerpo. Pero sigo manteniendo potencia (ahora ya no la sostengo y me ahogo y no fumo). Cuando arranqué sobre el asfalto de la casa de campo llevaba a Porfirio delante de mí, 3 o 4 metros. La técnica de carrera y un sobreesfuerzo me llevó a igualarme con el. «Veinte zancadas de ajuste», que en los 400 en pista (llanos) sirven para descargar y mantener la velocidad automatizada. Primer cambio, superados los 150, manteniendo …. joder, mantener esto subiendo es demasiado. ¿Yo no soy un ultrafondista sin velocidad?, ¿a mi no me duelen las rodillas por haber perdido masa muscular y sus consiguientes capacidades?

Coronamos la subida. Debemos llevar 250m. Ahora empiezan a subir los niveles. Lloz había advertido: «no es propiamente velocidad, sino que el 400 es la típica distancia de ‘resistencia a la velocidad’, se corre a una tasa alta de láctico (de hecho los cuatrocentistas profesionales pueden llegar a acabar su prueba con 30 o 40 mmoles de ácido láctico en sangre, cosa que mataria a un caballo)». ¿A un caballo?, ¿y a un cochino trotón? ¡Que alguien me mida los moles ahora mismo porque me queman los hombros, se me va cerrando la cañería de la tráquea y me arde el aparato locomotor. Enterito. Los últimos 50m de la prueba de 400 son los de la combustión total, se bloquean piernas, brazos, la técnica de carrera hace que avances porque la gasolina ya se ha terminado y se produce una quema tan alta de ácido láctico que… mierda, Porfirio me sobrepasa. Vamos a ver, Porfirio es una persona que sobrepasa por todas y cada una de las facetas de la vida. Su trayectoria intelectual es de las de cuadro de honor; escribe y relata sus sensaciones con elegancia pero ahora estamos hablando de rematarme.

Vuelvo a ser 5º, si llego sin caerme. La irritación en la glotis es tan grande que creo que llevo alojado un mosquito en la garganta. Tos, dolor de pecho, la membrana que recubre el cerebro atronando a ritmo de los Exploited, 180 pulsaciones, ¿son fiebres tercianas, malaria, tifoideas? No; es la prueba más dura del atletismo en pista. Maldita resistencia a la velocidad.

4 comentarios

  1. Dice ser Carlos

    Espero al menos que la pitanza compensara tanto sufrimiento…

    A quien se le ocurre…

    06 septiembre 2008 | 23:14

  2. Dice ser Santi Palillo

    Solo a alguien como tú, frase hecha para salir del paso, se le ocurre meterse con Porfirio, los 4 x 400 en la CdC son un clásico del verano, pero mucho peor hubiera sido el 4 x más o menos 1000 que se hace en el Bosque, el año pasado la gente llegaba exhausta, como si vinieran de hacerse Albacete – Denia andando bajo la caló.

    07 septiembre 2008 | 12:35

  3. spanjaard

    Si es que la gente se embarca en cá tontería…

    Eso sí, hoy hemos compensado con una familiar subida a Peñalara con los Garabitas.

    07 septiembre 2008 | 18:01

  4. Dice ser maria jesus

    Hostis con la blogosfera…! Porfirio (no puede ser otro) estaba en mi clase, en 1° de agronomos allá por el otoño 1979..No ha llovido ni ná !
    besos.

    08 septiembre 2008 | 07:38

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