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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Tienda Verde

Ya tengo el salón lleno de mapas. No hay vuelta de hoja de cincuentamil. Esta mañana he llevado por primera vez a mis enanos, 22 años después de mi primera entrada, a la tienda de todos los mapas. Es la Tienda Verde un referente en plena era de renovación de cartografía y de cómo viajar. Quizá un reducto doble (son dos tiendas a ambos lados de la calle Maudes) multiplicado por miles de caminantes, geógrafos, naturalistas, estudiantes o profesionales, y quizá también un islote que uno reconoce donde quiera que haya un sarao librístico. La jefa y su pelo cada día más canoso, las guías sobre Pirineos, morfología del Guadarrama y sueños de don Eduardo, guías, mapas del IGN o brújulas de diez modelos, todo lleva acompañando a dos generaciones de amantes o visitante del campo español. Y asoma la tercera, ya digo.

Templo de las prácticas de 1º de BUP, en las que Jaime nos sacó a ver las Ciencias Naturales de otra manera, caminando desde las vegas del Jarama hasta el Instituto en Alcobendas, donde fuimos a comprar una guía de plantas y matojos que recuerdo con un amarillo National Geographic y hojas a secar en su interior. Mapas para aquella expedición Carneburro en BTT con Cancho, Luisa, los del rincón ácrata de 5º de Geografía de la UAM (échame una mano con los nombres, Cancho), y mira que teníamos los mapas en la cartoteca de la facultad. Pero nada, cayó un paseo a mirar y comprar mapas que aún conservo para aquel Talavera-via verde de la Jara-Alía-Guadalupe-Jaraicejo-Torrejón-Monfragüe-apeadero de Navalmoral porrero, vinatero y fabadero.

La tienda también surtió las primeras salidas por la sierra, en pleno retroceso de la fiebre maratoniana, para las salidas alrededor de Viñuelas, el Maratón Alpino más duro del mundo en 1997, los 100km/24h de las tormentas, y sirvió para muchos momentos de descanso según salía de la atosigante experiencia de la biblioteca de la Consejería de Política Territorial, en ese recuperado Hospital de Maudes. Hoy, me ha satisfecho con la doble posibilidad de sacar en apenas 4 minutos todos los mapas entre Tomelloso y Denia y la compra de un mapa en relieve de la zona de los Pirineos, que ha entusiasmado a dos aspirantes a jugadores de Risk y que se han traido a casa, ni cortos ni perezosos, con el objeto de llenar de monigotes de plástico. Además ha desencadenado un doble tirabuzón hacia el pasado; les he rescatado del trastero mis soldados de plástico de Montaplex, de aquellos sobres de cinco pesetas. Rusos contra americanos, españoles contra alemanes. Una cosa ha llevado a la otra; la culpa la han tenido las sendas y caminos que busco entre Tomelloso, Lezuza, Villar de Chinchilla, Ontinyent y Denia. El percutor, la tienda de Julia. Cada uno la llama como quiere. Es como leer un mapa. Cada intérprete…

1 comentario

  1. Dice ser Elmorea

    Ostia, los soldaditos de los sobres…. que venian unidos unos a otros por una barrita de plastico, que les dejaba al arrancarlos un muñoncillo ora en la chepa, ora en la nuca, otrora en un pie…..
    Mi pauperrimo reino por una tarde de infancia, batallando con ellos…

    29 julio 2008 | 16:41

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