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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Hipopótamos gigantes en Belén

1. Esta mañana de Navidad cristiana (dos días después del solsticio de invierno, la noche más larga, aviesamente adoptado por el calendario católico romano como gran operación de apertura para captar adeptos en la Europa del siglo I) y tras la resaca de mensajes de unos y otros, llamadas de compromiso, otras realmente esperadas y decenas de SMS, me ofrece mi santa esposa batalla amorosa a la luz de las zapatillas:

«¿Te apetece que salgamos a correr un ratito juntos?»

2. Rechazo la invitación desde la parte inferior del edredón verde con cuadros naranjas, burdeos y con olor a sexo reciente. Vivimos en la era de los SMS no deseados. Vivimos en la era de los mensajes breves y con brevedad usamos también el lenguaje hasta para manejarnos en la barahúnda. Desmenuzamos el lenguaje y apiñamos las palabras en frases que caen sueltas por el trote, el jadeo atemperado por el pisar sobre la hojarasca de pino. Usamos jadeos como los SMS de corredores que trotan por sendas de pinares arriba. Los pinos nos miran como postes de teléfono, de arriba abajo, de nuestras calvas a las mallas largas que lucíamos media docena de corredores. Caen las gotas de sudor y cae una de las frases del año:

«Esto de correr por el monte es lo que me gusta a mi

Y lo dice tras 20 años de emperrarse con las infames carreras de asfalto, las avenidas y los polígonos a los que ha sido expulsado por las organizaciones y concejalías de deporte, seguridad y turismo para runners.

3. Antonio, el moreno, el del Puente, el del Boyal, de pleno derecho y hecho a imagen y semejanza de esas pequeñas caballerías de trote corto y caja chica, de Casavieja y de los que aún corren sin lesionarse, trotaba callado por el Refugio Giner de los Rios y por Quebrantaherraduras. Subía de Canto Cochino y sudaba por el Tranco arriba. Como una descripción cíclica de su vida contada de seis en seis -seis de la mañana, seis veces dadas las gracias cada vez que su hijo regresa de «misiones de paz», seis veces seis maratones coridas- decía el amigo Antonio [para quien sigo siendo Luisito] que esto de correr por la Pedriza había que recuperarlo, que cuándo volvíamos. Puede ser que sea la visión sin cortinas, destapada al viento de las revelaciones, de aquello que se escondía en la manera de ver Antonio las cosas del recorrer caminos y pincharse imperdibles para el dorsal, para la paliza. Puede que todos vayamos quitándonos velos y detrás surjan la realidad rara de las cosas. Como los gigantescos hipopótamos que rugen feroces del portal de Belén que construyen y deconstruyen a diario mis chicos.

4 comentarios

  1. Dice ser Garbanzito

    Sin haberte leío, hemos puesto entradas parecidas. ¿Cómo fue lo de la Pedriza?. Ya me dirás algo.

    26 diciembre 2007 | 10:38

  2. spanjaard

    Estuvimos media docena, todos veteranos de la cosa del correr. Sol y temperatura excelsa, la nieve a escasos 200m. Cayeron después botella de cava, cafelito con pinchotortillas, chocolate y porras y vuelta al redil. Ahora voy a ver tu entrada. Salú y felices días.

    26 diciembre 2007 | 10:43

  3. Dice ser Guille

    Pues eso iba a preguntar yo, pero ya está respondido.
    Besos a la familia.

    26 diciembre 2007 | 17:45

  4. Dice ser cabesc

    jiji, es que me imagino a tus bestias colocando las figuras y me tiro pa’trás. jejejej. Vosotros no tenéis un belén, tenéis un arca de Noé.

    27 diciembre 2007 | 08:15

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