Diez años de Cibercerdo.com

Cibercerdo, copyright 1997. Caían por mis manos y las de un tal David Rodriguez (hoy dando por saco desde el Teatro Pradillo) las primeras URL de enlaces a tontadas por la Red. Entre las primeras que llamaban la atención, un diario irreverente y corrosivo que las soltaba de todos los colores y tamaños. Inevitable ofrecernos para colaborar con más sandeces, era cuestión de que nos dejaran un teclado y la objeción de conciencia desencadenó el proceso.

Marisa Garrapo nació y recaló un año después de la creación de Cibercerdo en la redacción de MUNDO PORCINO, el periódico que da calambre. Tras una entrevista de selección somera, por email, con una cerveza por medio o tres, vaya usted a saber, nos enteramos que L.F., varón y residente en los Barriletes, había sido uno de la camada de SIAP LE, aquel Pais Imaginarioque dirigía no se sabe bién como Moncho Alpuente y que dió los mejores momentos de humor de los años 80. El crecimiento y mejora en el rebozado de la cabecera, hizo que nos ganáramos menciones y entrevistas, siendo con varios miles de lectores el diario satírico -satírico, corrosivo, irreverente e iconoclasta- de la Red durante los últimos 90 y primeros años del milenio.

¿Un digno heredero de La Codorniz o una gamberrada?. Nunca se sabrá. La dispersión geográfica y mental de los componentes nos llevó a afljar el pistón, el director (Jacinta de Lomo) se pasó a la sombra y a los ordenadores. Llegamos a contar con Juan Pablo III como colaborador, hasta que un problema de faldas y otro de finanzas le escondieron en la zona sur de Madrid. Hoy, de cuando en cuando, me llega un correo y la mera visión de «subscriptores cibercerdo» me lanza contra diez años de cachondeo, otros muchos de emigración, maquetaciones en paintshop, alguna que otra cerveza en Garaje Hermenéutico, y me salen paridas para enviarlas a la redacción imaginaria.

Sobre el correr, con este tiempo, ¿quieres salir a mojarte, llenar las zapatillas de agua y barro y coger la pulmonía del elefante? Pues chico, vete a correr y disfruta, hombre. No sea que te acuestes con una angustia y mañana estés dando vueltas a lo mágico, erótico e infantil que es chapotear como un cochinillo.

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