Proyectos, proyectos…

Hará más de medio año que Ivan y yo empezamos a pergeñar unos dias de vacaciones con las zapatillas a cuestas. El otro día me asaltaba con un buenoestástontoqué, por leer en mis silencios falta de riego tras los 50km de montaña o los otros de ruta o quizá una indigestión de patatas revolconas. Sabe dios (con minúsculas, que es expresión coloquial en blog rarito).

Y es que vamos dando forma a diversos aspectos de nuestra aventura, que será larga, calurosa, simpática y que, lo que menos desea, es interrumpir los ritmos familiares y vacacionales. Que bastante egoísta es la posición del aventurero profesional y solitario como para que ahora se le unan aprendices de mierda como nosotros dos. Estamos en la cosa de recortar unos kilómetros y unos días. Estamos también en la tediosa pero al final necesaria fase de planificación logística. Tenemos aparcadas otras, muy jugosas y de las que te ponen la adrenalina a ello, a trabajar. El asunto del material, los colaboradores, que son los que te dan la certeza, esa cosa de encoger el estómago como si presenciaras tu primer asesinato o prepararas tu primera infidelidad.

 Hay una herramienta que te hace gozar desde el momento que la abres. Como veis en la foto insertada, somos seguidores de la secta google earth. Ese ojo de pollo que elevas y haces descender para otear desde lo alto los caminos que la civilización traza, abandona y modifica, las posibilidades para atravesar un montecillo, un pasto, usar lindes, laterales de autovías sin asfaltar, sendas, trochas o meterse derecho entre dos fincas a sabiendas que te protege el derecho de paso y servidumbre de un dominio público.

«¿Pero me pasas mapas o qué?»

Hay días en que la impaciencia de mi futuro compañero de travesía me hace preguntar sobre el ser humano, sus tiempos, horas y segundos. Nos reiremos, qué duda cabe. De otra manera no se puede plantear uno una aventura basada en el placer y no en la profesión.

Almacenado en: Sin categoría