Confieso que he pecado y me he apretado un almuerzo laboral ‘alahoradelbocata’ indigno pero suculento. Tenemos un garito en Lopez de Hoyos numerizado y con registro de industria y de sanidad y con sitio para apalancarse tanto en barra como en mesa. Pero al hombre le ha caido el mote del ‘CutreBar’. Tal indignidad consiste en cocacola con montao especial de la casa, que consta de beicon, lechuga, tomate, queso y mayonesa. El montao tiene el tamaño de mis asics espí estár, conste. Y más que pecar es zambullirse en un pan de barra de pistola, como decimos por Madrid, que cruje y que te llena en 3 fases. Te llena cuando lo muerdes a dos carrillos y sientes la agresión suave de las migas rotas en tus encías y carrillos. Te llena cuando baja a esa escasa tripa que nos diagnostica la familia cada vez que nos desvestimos para probarnos un polo o un jersey en el Boston. La tercera vez que te llena, huelga decir, te comprime y expande el anillo anal y pasa por taquilla en picado, cumpliendo su función.
Lo que sobre y se me pegue a las lorzas lo quemaré esta noche y mañana volveré a la rutina. La de desayunar fuerte, la de pesarme una vez evacuado, la de un sábado con crios y una tanda de compras postvacacionales. Pero mientras, uno será feliz. Privilegiado por tener cada día un rato y dinero para comprar y deglutir comida. Y élite tecnológica por tener otro rato más (joder, cuánto ocio) para contároslo en este diario digital. Un blogger amigo, Cabesc, ha estado contándonos como parte de la idea se le ha ido en discutir con la pendeja de la báscula pero yo me la he comido con su grasilla y tó.
no digo ná que luego tó se sabe, felices compras
08 septiembre 2006 | 10:46