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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Tercera serie de 800m. Cornada y costilla rota.

Es que Antonio Cancho, Canchez, ese polifacético amigo que tengo, gusta de salir en las series rápidas, arremolinadas, embarulladas, en los poco tácticos sprints de los encierros de San Sebastián de los Reyes. El primer año que le ví en las retransmisiones de Telemadrid aparecía como ejemplo para un pedagógico Miguel Angel Moncholi. ‘Ese corredor hace lo correcto, cae y se queda quieto en el suelo para que el toro no vaya al bulto’. Cancho, un carneburro de ascendente cacereño y locutor de nuevas músicas y pop-rock independiente, se lanzó al asfalto de San Sebastián de los Reyes, la Pamplona chica que llaman, y en una especie de camara lenta didáctica ahí estuvo, disfrutando a 200 pulsaciones de sus segundos de fama.

Ayer le llamo. Había visto uno de negro en el tercer encierro este año… me daba no se qué. ‘Estoy lesionado’. ‘Vaya, ¿y eso?’. ‘Nada, que me arreó un toro’ y tiene una costilla rota y un enganchón. Ya veo que la TV engancha, ya. Disfrutó de otros segundos de gloria, esta vez delante de un par de toros negros, 2×515 kilos, que le hicieron un bocata de pezuñas. Ahí quedaba en el lado izquierdo el bueno del Cancho.

Vamos a tener que hacer algo con esta desmedida afición del gran Antonio por los medios de masas. Radio, periodicos locales, hasta ahora era un riesgo controlado. Pero le veo, de aquí a nada, en las tertulias taurinas de televisión. Maillot de la combatividad ya para Canchelskis.

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