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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Los Rolling y la meseta y un camarero trascendental

Contaré toda la verdad. El pasado 14 bajábamos de Palencia por la autovía en agrupamiento familiar en dos filas de asientos, sillas infantiles incluidas, camino de un reposo para comer. Una vez salidos de ese morro de Parquesol que parece espuma del caldo de cocido que se quiere salir hacia Geria, hacia Villanubla, para inundar de sabor de ciudad paleta un campo tan noble, caímos en la cuenta de que, en Simancas, se puede parar a degustar un menú enorme enfrente del archivo-Castillo y sus nunca mencionados faldones de muralla (es que tampoco se ven mucho).

Pues ahí, entre las cojoneras moscas -criaturas estelares del verano de 2006- y arados, rejas, horcones, tornaderas y otros postizos rurales, estabamos sentados dispuestos a atacarle a la sopa de cocido, de ese que vierte su caldo a uña de mula sobre las umbrías de última hora de la tarde otoñal en Cigales o Ciguñuela. Y llega un camarero vallisoletano. Para entender el significado de este gentilicio hay que conocer a los oriundos de allí, pero de ‘allí capital’. El campesino de las vegas del Duero es seco, tremendo, noble y dice mecagüental cuando enfatiza sobre su uva de alvillo o su oveja. El ciudadano fasa ha recibido un encargo trascendental que es sombrar el mundo de sus renaults y permitirles admirar la dicción de Delibes y las ferias de Septiembre. Y llega, se acerca, se mira, el camarero de Simancas, trascendental él.

Y tan vacío está de contenido su discurso pre-menu que sin querer giro la vista hacia un grupo de aficionados que despotrican y miran incrédulos la televisión que corona regiamente el salón. Acaban de llegar desde Andalucía y a las 14.15 les comunican que Mick Jagger está afónico, que ‘jodé pa ezo no nos pegamo esta jartá de hora de coche’ y que se han quedado sin concierto. La afonía de Jagger, deduzco, se la ha causado el camarero rimbombante para que se oiga sin la menor alteración ‘tenemos de primero una sopa de cocido, ensalada mixta de la casa y alcachofas con mahonesa y, de segundo, merluza a la romana o a la plancha y filete de ternera de primera’. El pucelano, o simanquino, dejó sin voz a su majestad satánica. Pobres malagueños. Hacen 500km y no van a apreciar el favor que les han hecho. Y esa es la única verdad.

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