Dicen que los hijos tenemos que tener cuidado con nuestros padres (espero que mi santa madre no lea este post), que éstos a veces confunden sus gustos con los nuestros y que luego eso puede traer problemas cuando el niño es adulto. Yo no digo que a Harper, la preciosa hija de David y Victoria Beckham, vaya a traerle problemas hacerse la manicura a la tierna edad de cuatro años (cada pie y cada mano de un color), pero si tal cosa la publicita su mamá a bombo y platillo ante su ¡6.5 mm! de seguidores de Instagram, ¿qué no hará detrás de las cámaras?
La pequeña Harper, mientras el conocido manicurista Tom Bachik se encargaba de sus manos. Foto: IG victoriabeckham
Todo el mundo –las directoras de revistas, las publicaciones, los fashion victims…- da por hecho que la niña va a ser toda una it girl pero, ¿y si ella no desea serlo?, ¿y si cuando cumpla años no quiere ser famosa, como ya lo son sus hermanos, y prefiere pasar desapercibida?, ¿será demasiado tarde?, ¿qué le dirá entonces Victoria, “hija mía, yo te hice famosa por tu bien”?
Fotos: © Gtres
No sé qué pensáis vosotros (¿algún psicólogo infantil en la sala?), pero a mí me parece un tanto delicado esto de los niños famosos, pues en realidad no están decidiendo nada. No creo que sea necesario exhibirles continuamente, llevarlos a los ‘front row’ de las pasarelas de diseñadores de fama mundial y, en fin, todas esas cosas que ha hecho Victoria. Porque seis millones y medio de seguidores supone una publicidad más grande que salir en una página de un periódico de gran difusión o incluso salir en un programa de televisión.
Dice Victoria Beckham que la niña elige sus modelitos desde que tenía tres años y que está interesadísima en el mundo de la moda, y no digo yo que no sea eso así, pero quizá, sólo quizá, la madre esté proyectando sobre ella su pasión por un mundo que, en mi modesta opinión, es demasiado vacío para una niña de cuatro años.
¡Que paséis buen martes!
Hasta mañana
Rosy