Este post habla del lado oculto de su hermana, pero antes quisiera decir algo sobre el lado ya no tan oculto de él: Nunca había imaginado que Cayetano Martínez de Irujo pudiera mostrar públicamente sus sentimientos. Cuando ayer le vi en fotos llorando mientras recordaba a su madre en la inaguración de una exposición de Sevilla, al tiempo que decía que estaba eliminando su rabia hacia la prensa y hablaba maravillas de Alfonso Díez, me dije: “Bien hecho”. Para mí un hombre lo es de verdad cuando se atreve a hacer lo que le dijeron que nunca hiciera: llorar delante de otras personas. Y Cayetano lo hizo delante de todo el mundo. ¡Vean!
En cuanto a Eugenia Martínez de Irujo, la historia que quiero contar es la siguiente. En Semana Santa veíamos una imagen insólita: La duquesita viendo procesiones en Málaga junto a Antonio Banderas. Raro, raro, raro. ¿De qué reían tanto? Nadie conocía de esta amistad.