Si ayer me tocaba escribir sobre amor, hoy también. Y es que ¿hay algo más bonito que el amor cuando es correspondido? De lo mío no os voy ni a hablar porque últimamente llevo una racha terrible.
Tal y como informaba El Mundo hace un año, el director español Alejandro Amenábar y su marido, David Blanco, cesaban su convivencia después de dos años de matrimonio por culpa de una infidelidad del consultor financiero. Ahora, la noticia es otra: Blanco podría estar bastante triste ya que mientras él confiaba en una reconciliación con el que fue su marido, el director de cine habría rehecho su vida con una nueva ilusión a la que casi le dobla la edad (Amenábar tiene 46). Y para añadir más leña al fuego, le habría solicitado el divorcio.
El nuevo amor de Amenábar, que tiene 24 años (y lo digo solo a modo informativo porque a mí lo de valorar un amor por la edad de los enamorados siempre me ha parecido una catetada de nivel), es un joven graduado en Medicina por la Universidad Rey Juan Carlos y con el que aparentemente, desde el pasado verano, comparte más que palabras.
Si bien es cierto que en la última gala de los premios Goya vimos al director solo solito, se trataba porque su chico estaba centrado en sus exámenes del MIR. La pareja, que ya compartió vacaciones juntos el pasado mes de agosto parecen estar más que enamorados. Tal y como relatan en LOC, el joven toledano es un cinéfilo empedernido y podría tener muchas cosas en común con el director de origen chileno como la ópera, la pintura o Machado. Y digo yo… cuánto sabe este periodista ¿verdad?
El amor está en el aire: Alba Carrillo y Feliciano López se dieron el sí quiero el pasado viernes y no les importó absolutamente nada el calorazo de Toledo (ciudad elegida) para celebrar por todo lo alto un enlace en el que todo el mundo lo pasó bomba y los invitados hicieron cuantas fotos le dio la gana, que colgaron convenientemente en las redes sociales.
Había mucho que celebrar: dos años de noviazgo y de amor, una historia romántica de lo más feliz que los novios disfrutaron como niños pequeños, tanto, como disfrutaron, suponemos, Alejandro Amenábar y David Blanco de la suya, que tuvo lugar en Villanueva de la Cañada (Madrid) un día más tarde, es decir, el sábado. Hacen una pareja maravillosa: llevan saliendo más de cinco años y quienes les conocen dicen que están muy pero que muy enamorados.
Sucede que en ésta hay muchas menos imágenes: los paparazzis nada pudieron hacer, salvo unas cuantas imágenes desde muy lejos, y los invitados no fueron tan osados, salvo Mario Vaquerizo y Alaska: ésta última fue la única invitada que subió una foto del enlace en su cuenta de Instragram.
Ideales y monísimos y diferentes a cualquiera, así acudió al evento del director de fama internacional la pareja más heterodoxa del solar patrio.
Dos historias de amor con final feliz para un lunes de julio como el de hoy. ¡Que vivan los novios!
Alejandro Amenábar, que será el encargado de dar el pregón de las multitudinarias fiestas del Orgullo Gay en Madrid el próximo miércoles junto a Cayetana Guillén Cuervo, es uno de los protagonistas de la semana, y no por su próxima película, Regresión, cuyo trailer da verdadero miedo, sino por asuntos del corazón. Según se ha publicado, ¡podría casarse el 15 de julio en Ibiza!
Se sabe que el director, de cuarenta y dos años, tiene un novio bien joven (veintiseis años) y bien guapo, David Blanco, un chico sonriente, positivo y alegre con el que el pasado mes de abril formalizó papeles para su inminente boda (circula por la red una foto del momento de firmas en el juzgado, pero me ha parecido demasiado íntima para subirla aquí). Llevan saliendo más de cinco años y quienes les conocen dicen que están muy pero que muy enamorados.
Hay un gran secretismo en torno a tan esperado enlace, pues ni al tímido Alejandro ni mucho menos David, que es muy discreto y pasa de la fama olímpicamente, les gusta verse a todo color en las páginas del cuché, mucho menos cuando se trata de un día tan especial y tan íntimo. Pero lo que está claro es que la boda es inminente, pues hemos sabido, gracias a las labores de investigación rosa de Vanitatis, que el pasado fin de semana se fueron de despedida de solteros con los amigos, una despedida conjunta (por separado ya no se llevan) en la que, siempre según el noticiario rosa, no hubo casi tiempo para dormir pero sí para la diversión loca y nocturna por Valencia, que fue el lugar escogido para el desparrame.
En la despedida de solteros los quince amigos, muchos de ellos con biceps a tener en cuenta, se vistieron con divertidas camisetas de tirantes en las que se leía “100 por 100 fresco”. Lo pasaron bomba por Valencia, que no sólo tiene playa y rica paella, sino que es una de las ciudades con más agitación nocturna de España (las discotecas cierran más tarde que en la capital).
Sea exacta o no la fecha que los atrevidos de Vanitatis han dado como cierta para el enlace, lo que sí parece más que probable es que sea una boda por todo lo alto en la que actrices y actores de Hollywood (recordad que Alejandro ha rodado con Nicole Kidman y con Emma Watson) intercambiarán pareceres y bailes con la panda de colegas bien numerosa de Alejandro y David. Tampoco faltarán celebrities españoles: hombres locuelos como Mario Vaquerizo y algunas de sus Nancys Rubias, damas de la modernidad como Alaska (en cuyo programa de la MTV apareció Alejandro públicamente, por primera vez, con su bombón), actores y actrices con Óscar como Penélope Cruz y Javier Bardem, podrían ser otros de los invitados de ese enlace histórico en el que, sin embargo, los formalismos y convencionalismos no serán bien recibidos.
El hombre misterioso de Emma Watson para la revista www.justjared.com
Alejandro hizo mucho por la comunidad homosexual saliendo del armario en 2004: al ser un director de películas de miedo y suspense, poco amanerado y nada histriónico, rompía estereotipos muy dignos que ya habían hecho bastante en otros ámbitos. Se le vio con su novio por primera vez en el citado programa de la MTV y, más tarde, en 2014, acudieron juntos tranquilamente a un partido del Masters1000 de tenis.
Queda claro, por tanto, que ellos ni se esconden ni se dejan de esconder. Simplemente hacen lo que tienen que hacer: vivir intensamente su historia de amor.