La gente de Rosy Runrún La gente de Rosy Runrún

Corazón, corazón; corazón pinturero.

Los ‘chulazos’ solteros del verano

migueAmigas, es viernes y qué mejor que pensar en el verano que está a la vuelta de la esquina y en ‘chulazos’… De eso quiero hablamos: ¿Quiénes son los macizos solteros que más van a darnos que hablar este verano? Digo que nos van a dar que hablar porque al estar sin compromiso, tendrán que sacarse alguna amiga…

En el puesto número uno tenemos a Miguel Ángel Silvestre. Desde que lo dejase con Blanca Suárez hace unos meses (ella ya ha rehecho su vida con Dani Martín) el protagonista de Galerías Velvet no ha dado muestras de tener cuerpo para tener novia. Pero lo que sí que tiene claro es que este verano es el momento de hacer amigas. Sólo os digo que su plan es escaparse a las playas de Cádiz a hacer surf.

En segunda posición tenemos al nuevo galán del momento. Él es Álex González, protagonista de El príncipe. Íntimo amigo de Silvestre, el actor tampoco tiene ganas de nada después de su complicada separación de Adriana Ugarte. Según se oye, en sus planes está hacer surf con Miguel Ángel en Cádiz. ¡Los dos juntos me parece demasiado gore!

alex

En tercera posición encontramos a Quim Gutiérrez. El actor tiene un verano cargado de trabajo con el rodaje de Anacleto, dirigido por Javier Ruiz Caldera. El catalán tiene la soltería por bandera y no tiene intención de cambiar su estado civil. La única novia formal que le hemos conocido es la modelo Alba Galocha. Tiene el listón muy alto porque además de bella es inteligentísima y maravillosa. Cuidado con él suelto por Barcelona.

quim

El cuarto de este ranking raro que os estoy haciendo es Rubén Cortada. El macizo más macizo de todos los tiempos tiene por delante un verano en Madrid rodando la segunda temporada de la serie, pero será el chico al que veamos en todos los eventos que se celebré en la capital. Le gustan morenas y raciales, así que a tomar nota.

ruben

Por último, el quinto de esta lista es un clásico: Hugo Silva. El más alternativo de los galanes nacionales se pasará todo el verano rodando con Blanca Suárez. Según han confirmado el rodaje será en Madrid y Fuerteventura. Prepárense en Canarias que llega el terror de las nenas.

hugo

1 comentario

  1. Dice ser Sobre el hedonismo burgués, los clichés y la equiparación de sexos en la sociedad contemporánea

    Un blog «muy profundo», es curiosa la reacción (pseudo)feminista cuando este tipo de posts se hacen desde el punto de vista masculino, convirtiendo a las mujeres en «meros objetos» sexuales, filtradas por la visión «machista» del hombre. La realidad contemporánea se ha invertido considerablemente, muy a pesar de estas posiciones extremas -porque tan estúpidas son las concepciones machistas como feministas del mundo, son visiones supuestamente contrapuestas, pero que vienen a legitimar los mismos prejuicios de género que cada sexo tiene respecto del opuesto-, bien de forma interesada -lucrativa- por una publicidad y unos medios de comunicación muy agresivos en la emisión e inserción en el imaginario colectivo del mensaje -más o menos subliminales, o más o menos explícitos, en función de las compañías que los lanzen y de la mayor o menor ética de los medios que los emiten- de que el negocio de la estética (y derivados, veánse clínicas de adelgazamiento, productos nutricionales, clínicas oftalmológicas, clínicas o corporaciones de cirugía estética, etc, etc.) es el «gran gurú» del hedonismo contemporáneo, es decir, el gran secreto de «la felicidad» occidental.

    En ese mismo sentido, y muy lejos de conquistar para la mujer un espacio realmente propio en la sociedad actual por parte de la legislación actual, los medios de comunicación muy a pesar de todo un aparato publicitario orientado a la consecución de la equiparación de derechos entre un sexo y otro (campañas dirigidas a la conciliación de la vida laboral y familiar, el reparto de tareas, etc. etc), ha venido a legitimar lo que en realidad es una inversión de los mismos defectos (tópicos, clichés) de los que históricamente ha sido acusado al género masculino: programas y series de ficción dirigidas a un público netamente femenino con los que explotar en el subconsciente colectivo la necesidad de democratizar el uso de las «soluciones» que pone a nuestro alcance los diferentes mercados dedicados a la explotación del culto al cuerpo como reflejo de una sociedad «igualitaria», moderna y «liberal».

    Nada más lejos de la realidad, en esencia los tópicos sexistas (ya sean machistas ya sean feministas) están más asentados que nunca en nuestra sociedad gracias especialmente a unos medios de comunicación insaciables en la búsqueda de unos cuantiosos réditos económicos (valorados en miles de millones de €uros) vía recursos publicitarios en una sociedad contemporánea que tiene inoculada en su subconsciente, en «su cultura» (cada vez más globalizada, sólo ideológicamente hablando, con todos los efectos perversos que tal globalización está generando, en forma de «democratización» de patologías tan inequívocamente contemporáneas como la anorexia, la bulimia, el trastorno disfórmico, la vigorexia, etc, etc) el gen de que el secreto de la felicidad de ambos géneros se encuentra inexorablemente unido a la consecución de los «ideales estéticos» contemporáneos, cuyos gurús (en forma de multinacionales dedicadas a la explotación de la imagen que dedican millones de €uros en radio, prensa, tv e internet -cuyos mercados objetivos no tiene límites, los mensajes invaden cualqueir espacio individual, y se insertan en el subconsciente de millones de jóvenes -cuando no niños- a los que publicitar sus servicios), son en último extremo, los verdaderos artífices de tales «objetivos» (es decir, aquellos que deconstruyen o deforman ese autodenominado espejo público social que es la tv para generar necesidades artificiosas en el constructo social, ya sea a costa de la salud pública, ya sea a costa de dinamitar y manipular los valores culturales sobre la supuesta equiparación de géneros, sólo para satisfacer determinados mercados insaciables que vulneran en último extremo cualquier atisbo de deontología médica y ética al uso), y en los que a fin de cuentas triunfe la teoría de que la «belleza» sea cual sean los medios utilizados para «conseguirla», es un fin -legítimo, producto de la «libertad individual del hombre y de la mujer»- «universal» en sí misma para todo tipo de razas, géneros, edades, credos o extracciones sociales. Éste es «el precio» de la felicidad, los demás costes «colaterales» e «involuntarios» por parte de toda esa maquinaria publicitaria son en útimo extremo, «predisposiciones genéticas» o «defectos» en la psique o en «la educación familiar» de cada uno/a de esos millones de damnificados/as -diagnosticados o no- (sí en esto tb se ha conseguido la tan manida «equiparación») por patologías que antes de la irrupción de toda esa maquinaria marketiniana y de esos mercados audiovisuales, eran inexistentes o muy reducidas a espectros (élites sociales) muy concretos de la población.

    Y ay de áquellos/áquellas («frikies», en todo caso) que se resistan a aceptar tales axiomas contemporáneos, para ellos/as se reserva el más «oscuro» y perverso de los destinos, la más absoluta marginación social (todo aquello que no es estéticamente admisible, no se ve en tv, ni en páginas de contactos, ni en redes sociales, tal es el extremo patológico de esa dictadura de lo estéticamente admisible, que muchos perfiles cuanto no muchas páginas, están dedicadas a colgar en sus perfiles y en sus contenidos fotos de personajes públicos -famosos/as, modelos, actores, actrices de cine y/o de tv- a los que se les tiene especial veneración, que sustituyen en último extremo la verdadera apariencia de esas mismas personas, todo un ejercicio de alienación social y distorsión de la realidad, con objeto de no ser excluido/a de tales ideales «estéticos»), ya sea en forma de menores oportunidades laborales (se exige «buena presencia»), ya sea en forma de tallas imposibles en prendas de ropa elaboradas a través de dichos standares y patrones estéticos (próximos a la anorexia más patológica), ya sea en forma de clichés o estigmas con los que marcar al sujeto en cuestión -sea cual sea su sexo- para el resto de su vida en base a la atribución social de ciertos «defectos» estéticos o que están fuera de los parámetros «saludables» o estéticamente aceptables en nuestra sociedad actual (toda una profusión de clichés y tópicos estereotipados como el sobrepeso como «patología antiestética», el uso de gafas como «un instrumento» propio de «frikies» e «intelectuales trasnochados», la aparición de bello como síntoma ineludible de «falta de ciudado e higiene corporal», los parámetros morfológicos -cada vez más enraizados- relativos a la -falta de- estatura más o menos aceptable, la falta de cabello como símbolo de envejecimiento prematuro y antiestético, la mayor o menor voluptuosidad de la talla de sujetador a usar por la mujer en cuestión como símbolo de «mayor» o «menor» femineididad o en su reverso masculino, la mayor o menor longitud del miembro masculino como símbolo de una mayor o menor masculinidad, y por tanto mayor o menor éxito en las relaciones sexuales con el sexo opuesto, la aparición de arrugas de expresión y canas como símbolo de «envejecimiento» antiestético, la idealización de la eterna juventud en el cine o la tv a través de la irrupción de modelos y actores o actrices cada vez más jovenes con los que sublimar el mito novelado de Wilde, en forma de «Retrato de Dorian Gray», etc, etc, etc.).

    Y es que la estupidez humana cuando no la estulticia -en forma de frivolidad y narcisimos patológicos- ha llegado al mundo de los medios de comunicación actuales como un virus pernicioso cuyas consecuencias no obstante se conocen, se aceptan y se subliman en unas programaciones cuyos contenidos se encuentran al servicio de tales ideales artificiosos, nada escapa a la explotación de los clichés y estereotipos contemporáneos, y nadie está libre de padecerlos de alguna u otra forma. Y es que como decía Patrica Karin Kelly, hoy más que nunca: «Las mujeres están tan condicionadas por los valores masculinos que hemos cometido el -gravísimo- error de emularlos al precio de neustro propio feminismo.»

    16 junio 2014 | 14:07

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