Ciencia, tecnología, dibujos animados ¿Acaso se puede pedir más?

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El ataque de los hombres azules

Ecos de Les Luthiers y de su remoto predecesor estadounidense, Tom Lehrer; la energía y la enloquecida percusión de artistas como Mayumana; la sofisticación visual y escénica del Cirque du Soleil; la imaginería del cómic; la más alta tecnología y el más sofisticado videoarte. Mézclese en una coctelera, agítese con vehemencia e ínfulas de superespectáculo, y aparecerá algo parecido al Grupo del Hombre Azul (Blue Man Group). Capaces de hacer música con tubos de plástico, de reinterpretar clásicos (incluso vestidos a la usanza de Giger), de reinventar la asistencia a conciertos de rock o de anunciar relojes. Pero también de hacer vídeos con recado, como el que va a continuación sobre el calentamiento global, con su impactante frase parodiando los anuncios de seguridad de los aviones: ‘Tómese un momento para localizar las salidas de emergencia de este planeta. Como puede ver, no hay ninguna’. Cuidado: los hombres azules atacan.

Gracias, The Intersection. Cambiado el enlace de YouTube el 22/10/2007.

La nueva era de la música

Radiohead ya se ha lanzado a publicar sus discos directamente, y detrás de ellos ha habido una avalancha: Nine Inch Nails y Madonna, probablemente Jamiroquai y Oasislos grandes de la música popular han decidido que el modelo de las discográficas carece de sentido, y apelan directamente a los amantes de su música. Era una simple cuestión de tiempo, y las empresas del sector deberían haberlo visto venir desde muy lejos. Su obsesión en aprovechar las nuevas tecnologías para ampliar aún más su control del mercado y su tendencia a intentar resolver los problemas a base de contundentes tácticas judiciales tan sólo han acelerado su colapso. Ahora es demasiado tarde para intentar otras respuestas, como la nueva idea de las grandes discográficas de ofertar tarifa plana eterna de música con la compra de un reproductor de MP3; algo que antes de los juicios y las presiones, y sobre todo antes del iPod e iTunes, podría haber funcionado. Ya es tarde: la nueva era de la música ha comenzado. Y no contiene discográficas.

Caro por decreto

La Sociedad General de Autores y Editores de España, SGAE, se muestra dispuesta a hacernos el favor de permitir que los internautas que deseamos escuchar música le paguemos por sus productos. Sólo pone una única condición: que sea un precio caro. La SGAE no parece haberse enterado de que la alternativa a la piratería rampante tan común hoy en la Red no es precisamente una tarifa plana cara. Ni de que la labor de las fuerzas policiales está mejor empleada en otros menesteres que en asegurar sus ingresos, elevados. Ni que esta labor policial tiene, en una democracia, límites que no deben superarse. La SGAE tampoco quiere que las licencias de uso que está dispuesta a concedernos, a cambio de mucho dinero, sean válidas internacionalmente, porque tampoco sabe que la Red no tiene fronteras. Hay muchas cosas que la SGAE no sabe, y una que sí conoce bien: quiere que sus productos sean caros por decreto. Tarea del gobierno será impedírselo.

Primera ley de Gjertsen

Cualquier amateur lo suficientemente editado es indistinguible de un profesional. Eso sí, santa paciencia es lo que hace falta para hacer lo que ha hecho el noruego Lasse Gjertsen: filmarse a sí mismo tocando cada nota al piano, cada caja y platillo y bombo por separado para después editar juntos estos elementos independientes de tal modo que suene una canción. Especialmente complicado teniendo en cuenta que no toca ni el piano ni la batería, aunque la música es original. Ver también su aún más espartano Hyper. Sólo en Internet.

Gracias, Good Morning Silicon Valley.