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Murallas de la mente

La antigua y venerable Gran Muralla China y su actual y postmoderna descendiente en Internet parecen compartir muchas características. Han sido construidas con gran gasto y no poca polémica para proteger a los gobernantes del momento de cualquier amenaza que pudiera venir del exterior. Su concepción y construcción son monumentales y alcanzan los límites de la tecnología del momento. Y son murallas del pensamiento, porque en la práctica son incapaces de detener a los invasores.

La antigua Gran Muralla no pudo parar a los enemigos cuando estos estuvieron adecuadamente pertrechados y decididos a conquistar el Reino Medio. Los mongoles, contra los que se construyó en primer lugar, la cruzaron en numerosas ‘razzias’, y más tarde los Manchúes la atravesaron con ayuda de un general sobornado y conquistaron el imperio chino, instalando su dinastía. Paralelamente la llamada ‘gran muralla de Internet’, el elaborado sistema de censura y control del discurso construido por las autoridades chinas, parece en la práctica mucho menos eficaz de lo que esas autoridades pretenden hacer creer. De hecho los términos prohibidos lo cruzan con facilidad, si uno se lo propone.

Lo cual no quiere decir que la Gran Muralla de piedra y ladrillos, o la actual de ‘routers’, sean inefectivas por completo. Su poder estriba en convencer al mundo de que funcionan, porque si todos creemos que son operativas, en la práctica lo son. No sabemos cuántas invasiones de las provincias chinas fueron detenidas por el temor de los putativos asaltantes a ser incapaces de cruzar las míticas fortificaciones de la frontera. Y no podemos saber cuántos pensamientos, comentarios o ideas han quedado detenidos en mentes chinas ante el temor de que una mítica policía omnipresente fuera a bloquearlos, a localizar a sus autores, a detenerlos. Así de insidiosa es la censura, que de ser externa e impuesta se acaba por interiorizar y convertirse en un hábito de pensamiento. Y así de retorcida: quienes denuncian la censura del gobierno chino con estridencia en el fondo contribuyen, sin querer, a aumentar su poder, al exagerar su capacidad. Es por eso que hay que luchar con decisión contra cualquier manifestación de censura, por incipiente que sea o por benevolentes que parezcan sus intenciones. Porque las murallas de la mente, una vez erigidas, son imposibles de erradicar.

Imagen de Hao Wei, tomada de Wikipedia Commons.