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El fin del último clíper del té

El Cutty Sark se ha perdido, y con él perdemos el último superviviente de un excitante periodo de la historia marítima. Se trataba del último ‘Clíper de China, o del té’ aún con nosotros, una clase de buques hiperespecializados de altísima tecnología para su época que hoy podríamos comparar tan sólo con el Concorde. Construidos exclusivamente para la velocidad, los también llamados ‘Clíper extremos’ eran tal vez las máquinas más eficientes jamás construidas para transformar el viento en impulso motriz. Su razón se ser no era la capacidad de carga, sino la rapidez; su diseño estaba optimizado para que consiguieran transportar pequeños volúmenes de carga muy valiosa (te, especias, correo, personas) lo más deprisa posible desde el Lejano Oriente hasta Inglaterra dando la vuelta por el Cabo de Buena Esperanza, aprovechando al máximo los vientos Alisios: la Ruta de los Clípers. Y lo conseguían, obteniendo velocidades jamás conocidas antes de su desarrollo.

Para ser los primeros en traer cada año el té verde de China a Europa se construyeron barcos sofisticadísimos jamás igualados en prestaciones. Con su armazón de hierro fundido y su tablazón de madera la estructura del caso era fuerte y resistente pero muy larga y flexible. Sus proas cóncavas y sus enormes aparejos, normalmente de cuatro palos con velas cuadras y dotados de velas auxiliares de foque (sobrejuanetes, estays, cangrejas) y de Alas laterales, tripulados por marineros expertos y capitanes agresivos que hacían de cada travesía una competición pública, los ‘cliper extremos’ conseguían velocidades sostenidas de hasta 7 nudos durante periodos de días: algo jamás superado en la navegación comercial a vela. A cambio eran caros de operar, con grandes tripulaciones que llevaban una vida peligrosa y agotadora. Aquellos marineros trabajaban al límite en condiciones difíciles de imaginar hoy, trepando a mástiles de 20 metros de altura en cualquier viento o condición meteorológica, con ‘una mano para el barco y otra para ti’ y siempre con el riesgo de romper (como le ocurriera en su primer viaje al Cutty Sark) por forzar en exceso el buque. Eran otros barcos, y eran otros hombres.

La llegada de los buques de vapor, lentos y humeantes, pero más económicos de operar con su menor tripulación y la seguridad de su llegada con independencia de los vientos arrinconó a los clípers y otros grandes veleros en las rutas menos rentables, como la lana de Australia, o el guano y el aceite de lámpara con Sudamérica. La apertura del Canal de Suez dio la puntilla a los Clípers de China, al acortar enormemente la ruta y permitir evitar las tormentosas latitudes de los ‘Rugientes 40. Para la segunda década del siglo XX los ‘Tall Ships’ (barcos altos) y sus tripulaciones eran tan sólo un recuerdo del pasado; un eco de otros tiempos. El último de aquellos prodigios de la tecnología decimonónica ha perecido, y con él una pequeña parte de nuestra historia.

Cutty Sark en su dique seco de Greenwich, Inglaterra, en Google Earth.