Ciencia, tecnología, dibujos animados ¿Acaso se puede pedir más?

El cuerpo de Internet

Melilla ha tenido la última semana una experiencia de primera mano de lo que ocurre cuando falla el cuerpo físico de Internet. Porque si la Red está hecha fundamentalmente de puro software en forma de protocolos TCP/IP, los lenguajes que permiten ‘hablar’ a los ordenadores, esas conversaciones se llevan a cabo en un soporte material: los centenares de cables submarinos que cruzan los océanos del mundo y transportan el tráfico de datos que constituye Internet. Uno de esos cables, el venerable Almería-Melilla, ha quedado cortado (¿un ancla, un aparejo de pesca?) y mientras las comunicaciones de voz fueron recuperadas con rapidez, para volver a tener Internet los melillenses han tenido que esperar a que llegase el buque cablero y completara el lento y trabajoso procedimiento de reparación.

Mapa de Telegeography Inc.

Internet cruza los mares y conecta continentes a velocidades de milisegundos gracias a esta aparentemente pedestre, pero en realidad muy sofisticada tecnología. Pocas ideas hay tan primitivas como la de transmitir información a través de un abismo haciendo cruzar un cable de uno a otro lado, pero hoy gracias a tecnologías como la fibra óptica, los repetidores láser y el multiplexado por colores se alcanzan velocidades de transmisión astronómicas, de hasta 80 canales de 10 gigabites por segundo por fibra en los cables más modernos. La idea de mandar un cable de una punta a otra del océano es simple, aunque su ejecución está lejos de serlo. Porque colocar un cable de centímetros de grosor en un lugar exacto del fondo del océano, a veces a kilómetros de profundidad y enterrado para protegerlo, y hacerlo a lo largo de miles de kilómetros de longitud es una verdadera hazaña de ingeniería como hay pocas. Esas hazañas son las que hacen posible que exista Internet, que si tiene un cuerpo es ése: la frágil telaraña que forman unos pocos centenares de cables en el fondo de los océanos.

5 comentarios

  1. Dice ser Retiario

    Estimado JuanJaen:Favor que me hace: es uno de mis libros favoritos. ¿Consiguió localizar en la trama al hermano de Bobby Shaftoe?Muchas gracias por su atención, y un saludo.PP Cervera

    30 noviembre -0001 | 0:00

  2. Entonces, según lo que nos cuentas, internet recrea, aunque en fibra óptica, las «20.000 leguas de viaje submarino» de Julito Verne. Le ponemos musica y ya tenemos a los Beatles con el «yellow submarine». Mira qué clase de vínculos surgen con este enREDadera prodigiosa que nos interconecta en tiempo real y desenfocando fronteras, ¿eh?Saludos desde el lado caliente del charco (Caracas, Venezuela).

    26 marzo 2007 | 7:00

  3. Dice ser Rob

    De hecho, en los viejos tiempos (finales del siglo XIX, comienzos del XX) se hablaba de «enviar un cable» o «cablegrama», la forma más rápida que había de transmitir información cruzando el oceano. Así que esto … pues, una idea antigua pero reciclada tecnológicamente.Rob

    26 marzo 2007 | 15:21

  4. Dice ser El Buen Salvaje

    A lo mejor estoy diciendo una estupidez pero, ¿y si se utiliza tecnología wifi para transmitir los datos a través del océano? repetidores de frecuencia cada x metros mediante boyas flotantes (o semihundidas). No sé… ¿es una posibilidad?.Aparte de todo, si ya es la repera arreglar un cable en el Mediterráneo, lo chungo que tiene que ser en el Atlántico que tiene más profundidad.Buen artículo, Pepe. Mi ignorancia ha quedado un poco más saciada.

    26 marzo 2007 | 17:17

  5. Dice ser JuanJaén

    Esto me recuerda el Criptonomicón 🙂

    27 marzo 2007 | 9:03

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