Ciencia, tecnología, dibujos animados ¿Acaso se puede pedir más?

Un Nobel revolucionario

La concesión este año del Nobel de medicina a Robin Warren y Barry J. Marshall es refrescante; porque los dos patólogos australianos fueron en su momento unos revolucionarios. La idea de que la úlcera era una emfermedad derivada del estrés estaba tan incrustada en la práctica médica que había desbordado y era común en la sociedad; ‘no te cabrees que te va a salir una úlcera’ era un comentario habitual hace apenas 10 años. La úlcera se consideraba una enfermedad casi deseable, al estar asociada con un tipo de personalidad y actividades de éxito. Y no sólo Warren y Marshall se permitieron desafiar el dogma establecido, sino que además osaron afirmar que la enfermedad era… infecciosa. Era (casi) como afirmar que la obesidad se contagia.

Por ello la idea fue considerada como bordeando el ridículo, por el lado de fuera. Tuvieron que pasar años, y muchas pruebas y demostraciones, para que la Helicobacter pylori fuese aceptada como la causante de la úlcera gástrica, que recordemos antaño se llevó muchas vidas en Occidente: las muertes por hemorragia gástrica, ‘úlcera perforada’ o peritonitis eran habituales. Ahora se trata la gastritis y la úlcera como si fuesen una infección dental. Y se considera seriamente la hipótesis de que la ateroesclerosis pudiera ser infecciosa. Como la úlcera.

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