Ciencia, tecnología, dibujos animados ¿Acaso se puede pedir más?

Archivo de la categoría ‘RL’

Ciudadanía = transparencia + comprensión

Un ciudadano no es sólo un paisano; alguien nacido dentro de unas fronteras. Un ciudadano es un paisano informado, y por tanto capaz de tomar decisiones, de actuar en el ámbito político con criterio y rigor. En el pasado, el papel de los medios de comunicación era informar a la sociedad para que la ciudadanía pudiese tener los elementos fundamentales de criterio con los que participar en la vida política. En el inmediato futuro, esto cambiará.

La sobreabundancia de información que ha desatado la Red está cambiando el panorama por completo. Ahora la información nos sobrepasa, con lo que el problema se reformula: ya no se trata de tener los datos precisos, sino de distinguir aquellos que son importantes de los irrelevantes; de encontrar lo que de verdad vale en medio de la inmensa inundación de información que no vale. Por eso la nueva ciudadanía, la ciudadanía de la Era 2.0, vendrá definida no sólo por la transparencia, sino por la comprensión. Tener la información no basta. Hay que entender qué significa.

Por supuesto que el estado deberá liberar toda la información a su disposición; por supuesto que la transparencia habrá de ser la máxima posible tanto en los asuntos de la política como en los de la economía. La tendencia de los que tienen poder a controlar, es decir limitar, el flujo de información es ubicua y eterna, porque quien controla la información gana poder. Por eso, para evitar las acumulaciones injustas, la información estatal (pagada por todos; propiedad de todos) ha de ser libre y abierta; ha de fluir sin freno.

Pero eso no basta para una ciudadanía real en el siglo XXI, porque un libre flujo de información sin una nueva manera de comprenderla tan sólo sumará bites a los bites que nos ahogan; tan sólo complicará nuestros problemas de ‘infoxicación‘. Hay que desarrollar nuevas formas de entender, de distinguir, de criticar, de comprender y contextualizar, para que los datos nos iluminen en lugar de atosigarnos; para que la información vital no se oculte entre la masa de datos inanes.

Éste es el vital papel que los medios de comunicación profesionales deberán jugar en la sociedad del futuro inmediato: ayudar a la comprensión de lo que pasa, y no sólo contar lo que pasa; darle al ciudadano herramientas para entender, y no sólo inundar a la sociedad de datos cada vez más nuevos, cada vez más rápido. Ideas como las exclusivas conceptuales, la programación periodística, el abandono de la noticia como único modelo de información y los productos informativos alternativos tienen que formar parte del arsenal de ideas de los medios futuros como parte de su misión. Porque con llevar información donde no la hay ya no basta; ahora hay que ayudar a comprender. Porque la ciudadanía del próximo milenio necesita transparencia, y también necesita comprensión.

Inspirado en mi participación en las II Jornadas de Alfabetización Digital que se celebran estos días en Madrid.

Nuevos combates

La publicación en este blog se ha ralentizado últimamente, y por buenas razones, ya que su autor se ha embarcado en un nuevo, ambicioso y complejo proyecto. La idea en la que trabajo es la creación de una Escuela de Periodismo Digital dentro de la empresa 20 minutos; una escuela cuyo objetivo es crear para el próximo año y en colaboración con alguna universidad española un Máster de Periodismo Digital. El reciente lanzamiento de numerosos nuevos proyectos de medios digitales en España ha provocado una patente escasez de personal con experiencia y formación especializadas en este ámbito. De ahí la necesidad de un centro de formación capaz de formar a este tipo de profesionales, cada vez más demandados.

El primer curso de la nueva escuela se iniciará el próximo mes de septiembre, durará un mes y estará abierto tan sólo a recién licenciados en periodismo de un reducido número de facultades españolas, ya que la premura de tiempo nos impide dejar completamente abierta esta convocatoria fundacional. La escuela se embarcará después en un ambicioso programa de formación interna, y en la preparación del futuro Máster, que esperamos poner en marcha en 2008. El reto es importante, apasionante y aterrador. Por todo ello en los próximos meses Retiario tenderá a hablar menos, y a concentrarse más en temas relacionados con los medios de comunicación y su futuro en el mundo digital. El nuevo proyecto, como los combates de gladiadores de la foto (recuperados por el excelente blog Historia Clásica) es hermoso, pero mantendrá al presente autor más que ocupado como para mantener un ritmo vivo de publicación. Mis disculpas anticipadas por ello.

Un paseo por el corazón de Francia

Las elecciones presidenciales del próximo domingo tienen a las clases políticas francesas en ascuas. El debate entre los candidatos del pasado miércoles ha sido diseccionado el jueves en periódicos y televisiones de modo obsesivo, analizando desde los gestos al lenguaje y la ropa; ponderando si la ecuanimidad del agresivo Sarkozy o la agresividad de la mesurada Ségolène se llevaron el gato al agua, o modificaron en algo los resultados de las encuestas. La pasión de medios y políticos se corresponde con el espectacular éxito de audiencia del debate (más de 20 millones de televidentes) y con la elevadísima participación de la primera vuelta (más del 80% del censo). En el corazón de Francia, en cambio, sólo llaman la atención la primavera y la escasez de signos visibles de la reñida batalla electoral. El Valle del Loira está en calma, dormido.

La región conocida como Valle del Loira ocupa una zona central en la geografía francesa, y también en su historia. En las orillas del gran río se arremolinaron durante milenios los grandes y los poderosos, lo que garantizó que acontecimientos vitales para el destino del país sucedieran en alguno de sus numerosos castillos. Aquí venció César a los Carnutos, San Martín de Tours partió su capa y se convirtió Clovis al cristianismo tras derrotar a los alamanes. En una fortaleza a sus orillas (Beaugency) se pusieron las semillas de la Guerra de los Cien Años con un divorcio real (Luis VIII se divorcia de Leonor de Aquitania, que se casa con Enrique Plantagenet, más tarde Enrique II de Inglaterra); la guerra terminaría un siglo más tarde, después de que Juana de Arco forzara la liberación de Orleans de los ingleses. En otra de sus ciudades, Amboise, una conspiración protestante dio el pistoletazo de salida a las Guerras de Religión, que acabaron con un Borbón en el trono. El área hacia el mar estuvo implicada en la Guerra de la Vendée, en contra del gobierno revolucionario. Balzac, Rabelais y otros grandes escritores eran de por allí. Hoy el valle está ornado de centrales nucleares; hasta cuatro, dos de ellas sólo técnicamente fuera de los límites del área nombrada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La región son ante todo las terrazas fluviales de un gran río y sus afluentes: buena y fértil tierra fácil de trabajar y generosa en la producción que en esta época está rabiosamente verde, con ese color profundo de la vida vegetal desbordante de vitalidad. La inmensa llanura se ve rota por bosques espesos, por lo que la caza es abundante; ésta es la razón principal de que varias dinastías francesas llenaran el valle de palacios, hoy uno de los cultivos principales. No en vano el ‘tour-isme’ se inventó aquí con las visitas de los ingleses en los siglos XVIII y XIX a Tours y alrededores: hoy españoles e italianos llenan los Castillos del Loira, con alguna presencia de exóticos miembros de la naciente burguesía china. Agricultura, turismo, logística (inmensos almacenes jalonan la autopista A10, cuajada de camiones de toda Europa) y por supuesto nucleares son el sustento del país. Eso, y el peso de la historia, lo hacen tender hacia lo conservador.

Sin embargo llama la atención la ausencia de carteles, o de algún signo externo de pasión, o de interés siquiera. Si, el miércoles por la noche todos los televisores de los bares estaban en el debate, pero las barras estaban vacías. Los únicos carteles electorales (uno por candidato, lado a lado) aparecen en los paneles oficiales, junto a los ayuntamientos. Incluso en Tours, donde se fundara el Partido Comunista francés y con una nutrida y cosmopolita población universitaria, sólo pueden verse algunas pegatinas contra Sarkozy, más que a favor de Royal. Aquí y allá en algunos rincones quedan carteles de la primera vuelta: Le Pen, Villiers, José Bové en Orleans (no se ven de Bayrou). Los pueblecitos dormitan, con sus Boulangerie-Patisserie y sus Tabac, sin una mala pintada, con sus paseantes con la baguette bajo el brazo. Inmaculadamente hermosos con sus casitas de greda blanca y sus empinados tejados de pizarra negra, con bocas de incendios hasta en la última calle del último pueblecito y postes de socorro en las carreteras secundarias, con sus idílicos paisajes, sus atracciones turísticas reales (palacios renacentistas, fortalezas medievales, catedrales góticas) o inventadas (el pueblo de Dampierre, vecino de una nuclear de cuatro reactores, tiene un museo del circo y la ilusión), con sus poblaciones multiétnicas y su majestuoso río en medio de una verdadera explosión de naturaleza vibrante, sus gentes viven aparentemente alejadas de la elección.

Esta zona que algunos consideran el corazón de Francia, con su purísimo francés carente de acento, con su rico queso de cabra tan extendido que parece ubicuo, sin gran personalidad en lo tocante a vinos (excepto los blancos espumosos de Vouvray); esta zona donde se forjó buena parte de la Francia actual desde hace casi dos mil años parece dormitar. ¿Será una especie de semana de reflexión silenciosa? ¿Será que el voto a Sarkozy se da tan por supuesto aquí que nadie se molesta en hacer campaña? ¿Viven demasiado bien aquí como para ocuparse de la política? El río, antaño tan temible que los pueblos se sitúan a buena distancia del cauce, hoy aparece formidable pero domado, hermoso y calmo. Quizá todo sea más sencillo y el peso de la historia haya convencido al paisanaje de que las elecciones no son tan importantes; los poderosos llevan mucho tiempo pasando por allí; sólo los ríos y las gentes que viven junto a ellos permanecen.

Corregido el 5/05/2007.

El inesperado panteísta

Dice no ser más que un ranchero de ganado jubilado de Wyoming, pero la figura compacta y de negro que subió el pasado viernes al auditorio del Paraninfo de la Universidad Politécnica de Valencia, en el último día del Powerful Ideas Summit, ha hecho en su vida mucho más que marcar novillos. Vestido en impecable estilo ‘Cowboy Chic’ (traje y camisa, corbata y botas camperas negras), John Perry Barlow ha venido a charlar de lo que es, y sobre todo de lo que no es, Internet. Él lo sabe, porque estaba allí al principio, a finales de los 60 y principios de los 70; por entonces este chico de campo algo problemático estaba, entre otras cosas, escribiendo letras para los Grateful Dead, el grupo seminal del movimiento hippie. «Yo empecé con esto por los ‘deadheads'», explica Barlow al periodista invocando el espíritu de los legendarios y esforzados seguidores de Jerry García y sus chicos. Los Grateful Dead animaban a sus ‘fans’ a intercambiar cintas grabadas con su música, para que más gente pudiera oírla. A aquel cowboy de Wyoming la idea se le quedó grabada.

Tiempo más tarde tuvo ocasión de conocer los peculiares usos que algunos de aquellos hippies estaban dándole a las máquinas de calcular, allí mismo, en la Península, junto a San Francisco. De ahí y de la pasión de los ‘deadheads’ salió su participación en The Well, una de las primeras comunidades online, donde conoció a Mitchell Kapor. En The Well su natural inclinación libertaria descubrió nuevas tierras que colonizar, y con Kapor fundaron la Electronic Frontier Foundation (EFF) y empezaron a luchar por la libertad en la nueva frontera digital. Algún tiempo más tarde, en 1996, Barlow lanzó a la cúpula del poder mundial reunida en Davos un desafío con su Una Declaración de Independencia del Ciberespacio. Hoy dedica casi toda su atención a dotar de conexión a la Red a países pobres, tal vez recordando su propia educación en una escuela de un solo aula en el Wyoming profundo; presume de haber conectado personalmente Timbuctú a Internet. Pero no olvida la política, él que en tiempos ayudó a su paisano Dick Cheney a obtener su escaño en el Congreso y hoy lucha contra la Administración Bush con todas sus fuerzas.

La figura negra en el estrado se mueve con dificultad impropia de sus apenas seis décadas, pero John Perry Barlow ha vivido intensamente, y ha abusado de su cuerpo. Su voz es clara, con un murmullo de rocas pulidas por el agua y un ligero toque de acento del oeste. Habla despacio, sentenciosamente, moviendo apenas unas grandes manos, con deliberación. Habla de la Declaración de Independencia (ampulosa, dice ahora), de la Web 2.0 y de cómo para él es la versión 1.1; del terrible error cometido en 1993 cuando Mosaic, el primer navegador gráfico, se construyó como una ventana pasiva a páginas web en lugar de como un acceso realmente interactivo a la información, lo que hizo que muchos pensaran en la Web como en un medio publicitario.

Y eso no es nada, dice el hombre de la barba. «Internet no es un medio, sino un nuevo ambiente común, y todo el mundo quiere convertirlo en un ambiente antiguo». «Está en la naturaleza humana predecir el pasado». «Lo primero que consiguió la EFF fue impedir que transformaran Internet en la televisión interactiva». Pero lo importante tardará en llegar. «Nuestras nociones de poder, autoridad y propiedad provienen de cuando nacieron en Oriente Medio las tres grandes religiones monoteístas, que están basadas en una jerarquía de autoridad; ahora estamos pasando del monoteísmo al panteísmo, a una red de autoridad distribuida en la que los nodos de esa red obtienen autoridad según su capacidad de crear flujos». «En una jerarquía el poder lo tiene quien guarda secretos; en una red el poder lo obtiene quien disemina información».

«La propiedad intelectual es un concepto absurdo; aparte de la comida, el cobijo y el sexo, compartir información es la función más básica del ser humano». «Si ves algo bonito, quieres enseñarlo; si oyes algo interesante, quieres contarlo: ninguna aplicación de la fuerza cambiará este hecho». «Información es un verbo; indica una interacción entre mentes. Si la información no fluye deja de existir». «Lo abierto gana; lo cerrado cae. Microsoft se vendrá abajo de modo tan catastrófico y repentino como lo hizo la URSS, por las mismas razones». «El comunismo físico ha demostrado no funcionar; el puntocomunismo es el futuro».

«África es una sociedad basada en relaciones en la que los ordenadores se utilizan de modo diferente, en común y no por una persona; están más adaptados al futuro que nosotros». «Cuando hay ordenadores y niños, los adultos son el problema: transmiten que los ordenadores son temibles». «¿Quién de ustedes ha aprendido a manejar un ordenador en un entorno de aprendizaje formal?». El público, embelesado, no levanta un solo brazo.

Barlow no esquiva los problemas. «Internet es un campo propicio para la formación de pequeños campos de distorsión de la realidad donde la gente puede quedar atrapada; un ejemplo son los creyentes en las conspiraciones del 11S. Pero también favorece la preservación de culturas minoritarias». Y quizá lo más importante: «hay un continuo desde los datos a la información, de ahí al conocimiento y después a la sabiduría, pero no sabemos cómo funciona ese continuo. Hay que pensar más en el proceso de transformación de datos e información en conocimiento y sabiduría». Al principio de su charla la figura del estrado nos había advertido: «Para que una tecnología penetre realmente en la sociedad hacen falta más de 30 años; es necesario que la mitad de la gente muera». Aún es muy pronto para saber dónde irá todo esto. Pero será lejos.

De las vacas de Wyoming al ciberespacio, pasando por la revuelta hippie: parece un largo camino en el que John Perry Barlow ha obtenido muchos datos, y cierta cantidad de sabiduría. Es un camino que puede entenderse como una constante búsqueda de libertad, y una profunda e instintiva desconfianza hacia cualquier tipo de autoridad. Cuando se mira con los ojos de un amante de la libertad, no hay tanta distancia entre la llamada de las praderas y montañas de un Oeste por construir y el atractivo del infinito páramo que espera nuestra mano en la Red. Aquí, al menos, hay un vaquero que se ha deslizado de uno a otro de modo natural. ¿Quién podía imaginar un ‘cowboy’ panteísta?

Promesa y amenaza de la adolescencia

‘Adolescente’ era poco más que un término médico antes de la Segunda Guerra Mundial; hasta entonces un niño era un adulto a medio hacer, y un jovenzuelo en todo caso un adulto poco hecho. Pero la creciente longevidad, debida a los avances en medicina y a la generalizada mejora del nivel de vida, hicieron que Occidente extendiera la infancia en una nueva etapa que cada vez se extiende más en el tiempo. Y que, tal vez no por casualidad, se ha convertido en un verdadero manantial de rentabilidad empresarial: la actual adolescencia imperial, tan prevalente que sus características se desbordan a la juventud adulta (y mas allá). Es por eso que los economistas babean ante la oportunidad que suponen miles de millones de ‘nuevos’ adolescentes en los países del Segundo y el Tercer Mundo. Imagine vender vaqueros, música, comida basura e iPods a 1.300 millones de nuevos clientes en países en vías de desarrollo

Claro que esta cifra tiene también su lado oscuro. El análisis histórico indica que los países donde los jóvenes (15 a 29 años de edad) suponen más del 40% de la población global tienen un elevado riesgo de inestabilidad y guerra civil; si se repasa la lista de países con las mayores proporciones de jóvenes [pdf] encontramos un ‘dónde es dónde’ de guerras y conflictos: Gaza, Irak, Afganistán, Yemen, Colombia, Pakistán… La mezcla de muchos jóvenes (en especial varones) con la pobreza es explosiva, y ya ha proporcionado disgustos en el pasado (desde la Revolución Francesa a Argelia, Irán, Irlanda del Norte o Sri Lanka). La adolescencia puede ser un regalo económico, o una trampa letal; el joven que no puede echar mano a una Wii puede que sí que alcance a conseguir un AK-47.

El obispo y los fósiles

Un obispo keniata está levantando una campaña infame contra la lógica, contra el sentido común y contra su país, aún más: contra la Humanidad toda. El buen obispo Bonifes Adoyo, que dirige la Congregación de Cristo es la Respuesta, la mayor iglesia Pentecostal de Kenia, quiere que el Museo Nacional de aquel país esconda en un rincón la riquísima, única colección de restos paleoantropológicos hallados en aquel país. Al obispo y sus huestes les molestan esos fósiles, esos huesos que testimonian parecidos sorprendentes con nosotros de animales, o quizá personas, muertas hace mucho tiempo. Este grupo que se dice religioso quiere iniciar una guerra con la razón, y han tomado como casus belli la prueba más evidente que conocen de la Teoría de la Evolución: la colección paleoantropológica keniata. Y lo que es peor: en una sarcástica interpretación de neutralidad entre la razón y la sinrazón, el gobierno keniata está dispuesto a discutirlo.

Enfrente hay sólo un hombre: Richard Leakey. Pero es un mal enemigo. Heredero de la Dinastía Leakey, que ha realizado algunos de los más importantes descubrimientos en paleoantropología; cazador profesional en tiempos, paleontólogo luego, político con arrestos suficientes como para plantarle cara a la caza furtiva, a un gobierno con tendencias autoritarias e incluso a su clase (los blancos de Kenia), a pesar de las mutilaciones sufridas en un accidente de avión, Richard Leakey es un duro rival. Conocido y respetado internacionalmente, Leakey encabeza la oposición a meter debajo de la alfombra un tesoro nacional y mundial para satisfacer la enrrabietada teología de una secta con pretensiones políticas.

En el nombre de su religión y su dios los Pentecostales pretenden quitar de la vista las evidencias, para imponer su punto de vista. Debe tratarse de una deidad insegura, y de una comunidad de fieles singularmente carentes de fe, cuando les es necesario esconder las pruebas para evitar el trance de la tentación. Debe tratarse de una teología celosa, si exige eliminar las doctrinas que no comparte. Debe tratarse de una comunidad con ansias de dominio, cuando pretende imponer su voluntad por la fuerza. Los Pentecostales, que con mucha razón no aceptarían que Richard Leakey tratase de decidir el contenido de sus sermones o la disposición de sus iglesias, quieren en cambio controlar el contenido de los museos de ciencia.

No deben conseguirlo. Porque al igual que las doctrinas religiosas no son una cuestión de votos, sino de fe, las tesis científicas no son democráticas; no se decide la verdad por mayoría, o por capacidad de presión política. La naturaleza es como es, y nuestro entendimiento es lo más que sabemos acercarnos a su esencia. No lo que más nos gusta, o lo que menos nos desagrada, sino lo que mejor se ajusta a lo que sabemos. No se puede cambiar teorías o eliminar evidencias sólo porque resulten incómodas para una secta con poderío local. Ese camino lleva al desastre, y al enfrentamiento entre religiones y sectas, porque ¿cuál será la que decida por todos los demás?

Hay una muy buena razón para que los gobiernos deban ser laicos, y es el respeto a las diversas religiones. Porque donde una de ellas manda, las demás desaparecen: las principales víctimas de las teocracias son todas las religiones que no son la oficial. Y el camino de la teocracia es un sendero resbaladizo que acaba en un precipicio. Los fósiles hallados a lo largo del tiempo en la Cuenca del Lago Turkana son testimonios de nuestra historia, y no deben ser rehenes de la doctrina más poderosa. Por el bien de Kenia. Por el bien de todos.

Despreciando cuanto ignora

Raras veces una augusta institución científica como la revista británica Nature desciende a abroncar países. Aunque siempre hay excepciones, y España es una de ellas. Otra vez, y van varias, este órgano de la comunidad científica internacional reprende al estado español [texto de pago] por su tratamiento de los científicos profesionales. En concreto esta vez de los adscritos al programa Ramón y Cajal, creado abruptamente en 2001 para resolver una crisis: el elevado número de estudiantes en el extranjero que no podían volver a España tras su formación postdoctoral. Estos científicos altamente formados eran el producto de sucesivos programas de becas pre y postdoctorales diseñadas para mejorar el paupérrimo panorama de la ciencia nacional. Cuando un elevado número de estos ‘cerebros fugados’ se convirtió en un problema político, se creó el fenómeno de ‘los cajales’.

Como tantas veces anteriormente era un parche puntual. Las universidades no fueron consultadas; no hubo nuevos presupuestos, sino la redistribución de programas preexistentes. En román paladino: se desvistieron santos para vestir a otros, y no se contó con quienes debían planificar el regreso. Ahora el problema se repite, pero en un escalón superior de formación. Los ‘cajales’ que regresaron hace 4 o 5 años, tras años de estancia en laboratorios extranjeros, que volvieron para crear equipos y líneas de investigación, se encuentran con que después no hay nada. Especialmente en el CSIC los ahorros de los últimos años significan que no salen plazas ni contratos. Científicos con 10 años de carrera postdoctoral no tienen puestos a los que optar. Cuando salen oposiciones son de aurora boreal, con candidatos cuyo espectacular currículo profesional le hace sombra al tribunal entero. Algunos se hartan y abandonan. Nadie se lo puede reprochar.

Si la carrera científica no se ordena de una vez en España y se resuelve el problema para siempre todos esos conocimientos, duramente ganados a costa de esfuerzos personales e inversiones nacionales, se perderán como lágrimas en la lluvia. Y a Nature, como a cualquier ser racional, esto le parece una burrada. O, si hablamos de la futura Sociedad del Conocimiento, una desgracia. ¿Escuchará alguien?

La política del 50,01%

Puede que la democracia no se acabe con una explosión, sino con un arañazo. Las técnicas de márketing político, de ajuste de los mensajes a la realidad demográfica, de retoque fino de los mensajes, han llegado a tal nivel de perfección que una larga ristra de elecciones se está decidiendo por márgenes dentro del intervalo de error. Desde las estadounidenses de 2000 a las actuales en el México de 2006, pasando por la sorpresa italiana de 2005 o las españolas de 2004 (desagradables sorpresas aparte), la moda de los últimos años es ganar por la mínima de las mínimas. Gobierna el 50,01%.

Por un lado, esto sitúa los estándares de limpieza electoral en niveles ridículos. Cuando la diferencia de votos está dentro de cualquier margen de error razonable en el recuento, el ganador lo decide (casi literalmente) el azar. Por el otro esto significa que cada voto cuenta. Todos y cada uno de ellos, porque la diferencia se establece por el voto de un puñado de personas, desproporcionadamente poderosas, por tanto. Lo único que impide que gocen de su poder es que ignoramos quienes son: de lo contrario los partidos les bombardearían de publicidad sólo a ellos. Quizá una idea a considerar…

La cuestión es qué hacer en estas circunstancias, si el fenómeno es deseable o rechazable, y de ser así cómo resolverlo. Por lo pronto, hay una cosa buena: los gobiernos del 50,01% no pueden encabronar a demasiada gente, por su propia supervivencia, y las oposiciones del 49,99% tampoco. Tal vez eso explique, paradójicamente, el general aumento de la bronca política en las democracias. Cuando no hay diferencias reales hay que elevar el volumen, a ver si así se destaca…

[small]Corregida una errata el 7/9/2006.[/small]

El rumbo de Retiario

Tras el periodo vacacional llega el tiempo de la reflexión; es hora de cuestionar si el ámbito de Retiario no se estará quedando estrecho, si no sería conveniente ampliar la base de cuestiones de las que hablar a otras áreas. Campos en los que pudiera éste su seguro servidor aportar algo de interés, como quizá pudieran ser la ciencia, la geoestrategia y la tecnología militar o el análisis y la descripción social. Pero como Retiario no es de mi propiedad, sino que les pertenece también a ustedes que me leen, me gustaría conocer sus opiniones al respecto antes de tomar una decisión. Todas las sugerencias y opiniones expresadas en los comentarios serán tenidas en cuenta. Gracias por su colaboración… y sugieran.

Terima kasih

El 4 de agosto de este año estábamos navegando en el Estrecho de Lembeh en el MV Serenade, un barco de cruceros de buceo legendario, aunque ya alejado de su gloriosa madurez. Llevábamos ya unos días buceando en una de las mejores áreas de arrecifes de coral del planeta, en el norte de la isla indonesia de Sulawesi (llamada Célebes en la historia y la leyenda).

Habíamos partido de Manado, una bulliciosa ciudad provincial indonesia casi carente de turísmo y, por tanto, de vitalidad natural. Desde allí nos dirigimos hacia el norte, hacia las Filipinas, por el arco del Cinturón de Fuego que separa el Mar de Célebes del Pacífico. Estábamos junto a las Molucas, en el área antaño conocida como Islas de las Especias que se repartieran en el siglo XV España y Portugal por decreto papal y sin que la opinión de los nativos fuera tenida muy en cuenta. Luego vinieron los holandeses y los británicos, seguidos de los japoneses y de nuevo los aliados. Nuevamente, sin preguntar a los locales, que siguieron pescando, navegando y cultivando sus tierras para vender especias a los blancos.

Nuestra expedición había llegado hasta Siau, una de las mayores islas del archipiélago de las Sangihe y fuera de las rutas turísticas casi por completo por su lejanía; y con más razón ahora que el volcán Karangetang estaba en alerta de erupción. Más de 4.000 habitantes habían sido evacuados, y desde el mar podían verse perfectamente por la noche las rocas incandescentes como pavesas que escupía el cráter. Tuvimos el privilegio de escuchar el rugido del volcán, una experiencia poco tranquilizadora, y también de bañarnos en abrasadoras aguas termales y de bucear en zonas de recientes coladas, donde la vida marina colonizaba ya la lava. Incluso disfrutamos de la oportunidad de visitar la cima de un volcán sumergido, cubierta de azufre y emitiendo aún burbujas sulfurosas. Incluso allí la vida se aferraba tenazmente a la roca.

En Lembeh estábamos por su mundialmente famoso ‘muck diving‘, o buceo en fango, aunque sus fondos son arenosos. Lo que no es normal es su fauna: Lembeh es conocido por los extrañísimos animales que viven allí. En fondos de poco más de 15 metros pueden contemplarse peces rana de múltiples colores, caballitos de mar pigmeos, peces diablo con sus inquietantes patas de tres largos dedos, peces polilla, pez cocodrilo… El anterior atardecer habíamos ejercido de ‘voyeurs’ en la vigorosa danza de apareamiento del pez mandarín, una diminuta joya viva multicolor.

Aquella mañana madrugamos para visitar el mercado de Bitung, la principal ciudad del estrecho. La zona norte de Sulawesi es mayoritariamente cristiana, pese a que Indonesia es un país musulmán, y la abundancia de iglesias dan fe de ello. El mercado era strictamente local, sin ninguna concesión al casi inexistente turismo, y como tal pleno de animación y colorido, aunque bastante crudo para las delicadas pituitarias occidentales. Allí podían encontrase desde peces de arrecife a todo tipo de especias (clavo y nuez moscada, pimienta, rabiosas guindillas), frutas desconocidas (como la ‘snakefruit‘, con piel de serpiente), pollos, arroces de diversos tipos, verduras inidentificables… y el plato de lujo local, el perro.

Después de tan instructiva visita, regresamos al Serenade para realizar la primera inmersión del día, en un lugar llamado ‘hairball’. Sería una inmersión tranquila, sin corrientes ni sobresaltos. Bajamos de dos en dos hasta el fondo y, como es habitual en el ‘muck diving’ nos dispersamos un tanto, ya que los puntos de interés están repartidos por el arenal. Allí estábamos, mirando monstruos marinos y algo separados del grupo, cuando Ken, uno de los ‘divemasters’, se me acercó con grandes aspavientos. Yo llevo una cámara de vídeo sumergible, así que cuando encuentran algo muy raro suelen llamarme para filmarlo. En esta ocasión los gestos eran muy espectaculares, así que la cosa debía merecer la pena de verdad. Puse en marcha el vídeo, seguí a Ken… y me encontré con esto, a 20 metros de profundidad en el Estrecho de Lembeh, Sulawesi Norte, Indonesia.

Hay peores maneras de cumplir 42 años.

Para Tono, Ken, Oni, Nacho, toda la tripulación del MV Serenade y el grupo de buceadores y amigos que compartieron la conspiración y el viaje (Roberto, Mari Luz, Toñi, Silvia, Sergi, Anna, Óscar, Álex, Ricardo, Maria Eugenia), sólo puedo decir: terima kasih. Gracias. En especial para tí. Corregido el 3/9/2006.

Nota: Retiario retomará su ritmo de publicación la semana próxima.