Ciencia, tecnología, dibujos animados ¿Acaso se puede pedir más?

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Los problemas de un HADA

El sueño de conciliar la capacidad de vuelo estacionario del helicóptero con la velocidad y autonomía del aeroplano es viejo, muy viejo. De hecho se lleva investigando en serio al menos desde la Segunda Guerra Mundial, con diversos tipos de convertiplanos puestos a prueba, y descartados. Desde el lado ‘helicóptero’ ha habido proyectos como el autogiro Fairey Rotodyne británico o el monstruoso Mil Mi12 ‘Homer’ soviético, que tuvo enormes problemas de resonancia. Desde el lado avión, hubo aparatos de rotor giratorio como el Bell XV-3 y el Curtiss-Wright X19 o de alas giratorias como el Canadair CL-84, que nunca llegaron a estar operativos. Y desde el puro híbrido hubo prototipos como el Bell X-22A o el Nord 500 con hélices entubadas rotatorias, el Convair XFY1 ‘Pogo’ y el Lockheed XFV1 ‘Salmon’, capaces de aterrizar y despegar en vertical y de volar en horizontal, el Ryan XV5A ‘Vertifan’, equipado con hélices en las alas, o el feísimo SNECMA Coléoptère francés y su ala anular. De hecho esta rama acaba en los aviones de despegue vertical como el Harrier, el Yak 141 o la versión naval del F35. De todos los convertiplanos puros (capaces de quedarse quietos en el aire) el único que apenas ha conseguido llegar a la fase operativa son el V22 ‘Osprey’ y su pariente civil, el Bell/Agusta BA609. Que haya tan pocos ejemplos de un tipo de aparato tan deseado se debe a muy buenas razones: los convertiplanos han resultado enormemente inseguros, sobre todo en las fases de transición entre el vuelo horizontal y el vertical, donde la aerodinámica es tan sumamente compleja que es casi imposible controlar bien el aparato. Al ‘Osprey’ eso le ha costado varios accidentes y no pocos muertos.

Pero para analizar el recién presentado proyecto español HADA hay un ejemplo especialmente relevante: el AH-56 Cheyenne. El Cheyenne estaba diseñado como un helicóptero artillado capaz de volar rápido a campos de batalla distantes para ofrecer apoyo aéreo cercano a las tropas de tierra, y se empezó a desarrollar en los años 60. Para alcanzar la velocidad y autonomía requeridas se diseñó un helicóptero dotado de alas y una hélice de popa impulsora, además de los típicos rotores principal y de cola. En vuelo estacionario o lento era un helicóptero convencional, mientras que cuando su hélice impulsora lo aceleraba hasta alta velocidad las alas proporcionaban sustentación, ahorrando combustible y aumentando la autonomía.

El problema es que a alta velocidad el rotor principal mostró la tendencia a chocar contra la cola, lo que provocó el accidente de un prototipo y la casi destrucción de otro en el túnel de viento, lo cual contribuyó a la cancelación del proyecto. La disposición de los tripulantes, el armamento y buena parte de la electrónica desarrollada para el Cheyenne acabaron siendo utilizadas en el AH-64 Apache, que sigue siendo hoy el principal helicóptero artillado del ejército estadounidense pero no tiene velocidad ni autonomía. A juzgar por las imágenes publicadas, HADA tendrá los mismos problemas de transición que los demás convertiplanos, y su configuración de hélice impulsora puede proporcionarle además el tipo de interacción con el rotor principal que acabó con el Cheyenne. Aunque la aeronáutica ha progresado mucho desde los años 60, y HADA pliega el rotor principal cuando está en fase avión: tal vez este inusual convertiplano tenga una oportunidad, después de todo.

Digiblindados

Suena a criatura del digimundo, pero los tanques con blindaje digital estarán pronto en su campo de batalla más cercano. Desde que los más antiguos guerreros descubrieron que una piel o un palo podían protegerte de una porra o una lanza, la tecnología militar ha sido una carrera entre los constructores de armas y los constructores de blindajes. Cuando la espada mejora inmediatamente aparece una nueva armadura, que a su vez es derrotada por el arco largo, la pica o el mosquete. El cañón de avancarga y ánima lisa era derrotado por las planchas de hierro de los primeros acorazados, que rebotaban sus balas como canicas. La artillería de retrocarga y ánima estriada con obuses explosivos y el blindaje de acero endurecido de gran grosor acabaron empatando, en los acorazados de la Segunda Guerra Mundial, hasta que otra arma (el avión) volvió a romper el equilibrio a favor de la ofensiva.

Desde esa misma época y sus batallas, como la de Kursk, el tanque ha sido el rey del campo de batalla terrestre gracias a su equilibrio entre ofensa y defensa. En las últimas versiones (M1 Abrams, T90, Challenger 2, Leopard 2, Leclerc) el blindaje compuesto de los tanques modernos se ha demostrado casi invulnerable a las armas de la infantería, y bastante resistente a la artillería y la aviación enemiga. Sólo un tanque mata a otro tanque, dice el adagio, con su poderoso cañón, su sofisticada munición antiblindaje y su gran velocidad y maniobrabilidad. Como en los tiempos medievales, el combate en tierra se ha visto reducido en la práctica a un enfrentamiento entre blindados.

Si estamos hablando de una guerra convencional, claro está. Porque lo que los poderosos M1 Abrams estadounidenses, o Merkavas israelíes, se están encontrando hoy es combatiendo contra guerrillas. Que sustituyen los blindados por el camuflaje, el valor y la astucia (algunos dirían la traición). Su fusión con la población civil inactiva las ventajas del tanque, y en algunos casos (pocos) el valor y la astucia de los irregulares consigue incluso destruir a los todopoderosos blindados pesados. Que para evitarlo necesitan dotarse de nuevos escudos que les protejan. El último de los nuevos escudos es el blindaje digital.

Un tanque moderno lleva en su interior más potencia de cálculo que muchas oficinas. Entre sofisticados sistemas de comunicaciones encriptadas y de navegación y los elementos de cálculo artillero hay un montón de electrónica dentro de esas duras cáscaras. Y donde hay electrónica hay una manera de ‘hackearla’. Este tipo de guerra electrónica, capaz de confundir o incluso inutilizar a los vehículos enemigos, se había desarrollado en teoría. Pero no fue hasta que los carros israelíes la encontraron en el campo de batalla en su última invasión del Líbano que la nueva forma de ofensiva pasó a ser una prioridad. Al parecer Hizbollá consiguió, dice el rumor, ‘colarse’ en las redes de comunicaciones de los blindados israelíes, e incluso atraer a éstos a trampas. Ahora los tanques necesitan ‘digiblindajes’ que protejan sus sistemas de información, como antes precisaban de blindajes físicos, y por la misma razón: un tanque vulnerable es un tanque inútil, no importa si la bala que lo detiene es física o impalpable. El acero ahora necesita que lo protejan bites a su alrededor, lo que quiere decir que el acero es vulnerable a la información. Son tiempos crueles, pero interesantes.

Imágenes tomadas de Wikimedia Commons; T90 de Flickr user Cell105.

Internet: hijos del Sputnik

Hoy hace 50 años que una pequeña esfera de metal tachonada de antenas fue colocada, por primera vez en la Historia, en órbita de nuestro planeta; los seres humanos fabricamos así el primer ‘satélite artificial’. Se llamaba Sputnik 1, que en el idioma de sus creadores significa ‘satélite’, y también ‘viejo camarada’. Porque estos creadores eran soviéticos; rusos étnicos en su mayoría, pero afiliados con un entonces poderoso estado llamado Unión Soviética que representaba el contrapeso de otro megaestado imperial denominado Estados Unidos de América. Enzarzados en una disputa casi teológica nacida de la discrepancia sobre los modelos de distribución económica, ambos megaestados (superpotencias) mantenían un precario equilibrio político y militar basado en la mutua posesión de las temibles armas nucleares, y en su reciente experiencia de lo que era una guerra total, cuando cooperaron para destruir a la Alemania nazi.

En aquellas condiciones cualquier triunfo o debilidad de cualquiera de los contendientes resonaba mucho más allá de su importancia práctica y se convertía en un punto moral en el partido por el alma del planeta que jugaban las superpotencias; algo con profundas, ramificadas y casi siempre muy inesperadas consecuencias. Así ocurrió con el Programa Sputnik, que demostró que al menos en astronáutica (un campo con inmediatas y obvias aplicaciones militares) los soviets estaban por delante de los estadounidenses. Lo cual causó un profundo choque emocional en los Estados Unidos, seguro y orgulloso hasta entonces de su supremacía tecnológica, que debió enfrentarse a la idea de ser el segundo, ajena a su mentalidad. Hoy vivimos en el mundo creado por las repercusiones de aquel impacto, entre las cuales se encuentra el lugar donde me lee. Internet es, de modo improbable e indirecto, hijo del Sputnik.

En efecto: siempre es peligroso despertar a un gigante que duerme. Confiado en su poderío económico y su aislamiento geográfico, que le habían permitido salir de la Segunda Guerra Mundial más poderoso que nunca, EE UU había desarrollado primero la bomba atómica y trabajaba en adaptar los cohetes desarrollados por Alemania para alcanzar el espacio. Y como transportes de esas mismas bombas, tarea tan similar como para ser intercambiable: actualmente los viejos misiles intercontinentales ex-soviéticos se reconvierten en lanzadores de satélites con poco más que cambiarles el cono de proa. Cuando la señal del Sputnik [fichero .ogg] demostró la mayor rapidez de la URSS en esta tarea, quedó claro que la excusa de la bomba atómica (no la inventaron ellos: nos la robaron) no servía: aquí había una debilidad real. Los EE UU no iban por delante en astronáutica; se habían quedado rezagados en alta tecnología e incluso en ciencia básica. Era necesario hacer algo, y grande, y deprisa. El gigante relajado se puso en pie de un brinco. Y el mundo tembló, y cambió para siempre.

De aquel súbito desfallecimiento emocional surgieron agencias como la NASA, que una docena de años después colocó tres hombres en la Luna y los trajo de vuelta sin un rasguño. También nacieron masivos programas de formación en ciencias básicas para los jóvenes y un enorme sistema de apoyo a la investigación científica que culminó en el nacimiento de la National Science Foundation (NSF), dedicada a su promoción. Hubo gigantescas inversiones militares, que incluyeron la creación de un departamento de científicos locos dentro del Pentágono que se denominó Advanced Research Projects Agency (ARPA). Y de ARPA (a veces DARPA) y la NSF habría de nacer la Internet anárquica que hoy conocemos, como un inesperado y sorprendente efecto colateral (e inesperado, y demorado) del Sputnik: la heroicidad cometida por un estado totalitario que hoy no existe en el nombre de una ideología hoy derrotada. A veces los dioses tienen sentido del humor.

La forma de lo que ha de venir

Hace 62 años un experimento en lo más profundo de Nuevo México, EE UU, inició un cambio que marcaría la guerra, y la política, de modo indeleble desde entonces. La prueba ‘Trinity’ fue la primera explosión nuclear de la Historia, y demostró que el mecanismo de detonación por implosión de plutonio funcionaba, lo que hizo posible la segunda bomba atómica usada en combate (Fat Man, que arrasó Nagasaki). La de Hiroshima, basada en uranio, no necesitó siquiera una prueba. Todas las armas nucleares modernas están basadas en el concepto puesto a prueba en ‘Trinity’, que hizo posibles desde los misiles intercontinentales a las bombas de hidrógeno, los ‘revientabúnkers‘ y los llamados ‘maletines nucleares‘; en suma, que puso en marcha la Guerra Fría. La explosión que tuvo lugar cerca de Alamogordo el 16 de julio de 1945 fue la culminación del ‘Proyecto Manhattan‘, y resultó un anticipo de lo que había de venir después. Y vino.

Casualmente el aniversario coincide con el advenimiento operativo de otra tecnología bélica. Estos días se está procediendo al despliegue en Irak del primer escuadrón de cazabombarderos de ataque a tierra sin piloto; es decir, de la primera unidad de combate robot destinada a matar gente. Los RQ-9 Reaper (segador; como la muerte con su guadaña) son la evolución más letal del Predator de reconocimiento, ocasionalmente armado con misiles. El Reaper tiene mucha más potencia y peso, lo que le permite llevar muchas más armas y estar más tiempo en el aire. Cargado también de sensores, su misión consiste en localizar y atacar a insurgentes que pongan en peligro a las tropas estadounidenses, pero sin que el piloto corra ningún riesgo. El aparato sin piloto, técnicamente un avión teledirigido y no un robot autónomo, se dirige desde los propios EE UU, al otro lado del mundo. La imagen de un aparato no tripulado matando seres humanos mientras su piloto se encuentra físicamente a miles de kilómetros de distancia no sólo evoca imágenes de la ciencia ficción más bien poco agradables, sino que resulta en sí misma desasosegante; es la culminación del proceso de creciente distanciamiento frente a la violencia que ha determinado las guerras de los últimos siglos. Con el Reaper ya es posible destruir al enemigo sin compartir siquiera el aire que respira; desde las antípodas del lugar donde está. ¿Será así el futuro? ¿Es esta la forma de lo que ha de venir?

El triunfo de los Pequeños Hermanos

Un submarino nuclear de misiles balísticos es el arma terrorista por excelencia: está diseñado con el único propósito de garantizar que su país propietario puede lanzar un ataque nuclear de aniquilación contra cualquier región del planeta, incluso si la nación que lo construyó ha sido arrasada hasta los cimientos. Especialmente si ha sido arrasada hasta los cimientos. La indetectabilidad y movilidad de estos submarinos, que patrullan en zonas remotas del océano, es lo que los mantiene a salvo y siempre capaces de responder al Fin del Mundo nuclear, una pata vital de la llamada ‘Tríada Estratégica‘ nuclear. Un Estado con este armamento pretende inmunidad ante la guerra nuclear convencional, porque su venganza está asegurada. Sólo unos pocos disponen de los recursos económicos y tecnológicos para construirlos y mantenerlos; EEUU, Rusia, Francia, Gran Bretaña y China, con la presumible adición de Israel (submarinos armados con misiles nucleares de crucero, no balísticos). Paradójicamente, su capacidad de acercarse a las costas cercanas al blanco antes del lanzamiento, acortando el tiempo de vuelo de sus misiles, hace a estos submarinos también idóneos para el ataque sorpresa. Por ello estas armas terroríficas son las que pondrán sin duda inicio y fin a cualquier guerra nuclear entre estados, si es que se produce.

Es por todo ello que la tecnología, apariencia, capacidades e incluso existencia de semejantes leviatanes del mar ha sido y es uno de los secretos mejor guardados de los países que disponen de ellos. Por lo cual el que la primera fotografía de un submarino de misiles balísticos chino de la nueva Clase Jin haya aparecido en Google Earth es tan significativa. Hasta hace poco sólo enormes organizaciones dentro de un puñado de estados muy poderosos tenían capacidad para tomar fotografías de satélite e interpretarlas: sólo había un pequeño grupo de Grandes Hermanos en el cielo. Pero ahora un satélite comercial ha tomado fotografías que un ejército de aficionados ha cribado en Internet hasta revelar, quizá con consentimiento chino (los momentos de paso de los satélites son conocidos), un secreto letal. Y mucho antes que los expertos. Internet, en lugar de convertirse en una gigantesca cámara para unos pocos grandes hermanos, se está transformando en el ojo de millones de pequeños hermanos que acechan a los poderosos, arrebatándoles la exclusiva de sus poderes. Hoy todos tenemos acceso a lo que antes controlaba sólo un puñado. Y eso nos hace más libres.

Rusia y la patente del AK-47

El emblemático perfil del fusil de asalto Kalashnikov AK-47 lo ha convertido en un verdadero icono del siglo XX. Su perfil, y el hecho de que centenares de millones de ellos han matado a más gente que la peste en el último medio siglo en todo el planeta. Su horrible éxito, que lo ha llevado hasta a las banderas (como la de Mozambique, arriba), se debe en parte a su carácter soviético, y por tanto libre de propiedad industrial. Lo dice el análisis económico de un sesudo profesor de Oxford, que hace notar cómo el arma se ha fabricado en tales números que sus abundantes defectos han sido compensados por su misma ubicuidad.

La nueva y orgullosa Rusia, sin embargo, ve en esta falta de patentes un peligro a su economía, y una humillante campaña de piratería de alcance mundial. Así que ha decidido exigir el inmediato abandono de la fabricación sin licencia de AK-47s en Europa del Este, ‘incluso en algunos países de la OTAN’, ha aclarado un miembro del gobierno ruso. Lo cual puede indicar por dónde van, nunca mejor dicho, los tiros: contra la expansión del tratado atlántico más que contra la piratería. Judicialmente lo van a tener mal. porque para cuando una factoría rusa se acordó de patentar el fusil (en 1999) ya llevaba casi 50 años en servicio y había sido fabricado en decenas de países por millones. Pero el uso de la Propiedad Industrial para fines intimidatorios ajenos a su objetivo primordial no es una táctica nueva en el capitalismo salvaje. Rusia aprende deprisa las peores artes de Occidente.

El avión de los Mil Nombres

Luchó en Guadalcanal y fue vital en la campaña del Pacífico, de Birmania a Japón. Se usó para lanzar paracaidistas sobre Normandía y para mantenerlos en combate cuando quedaron atrapados en Bastogne, Bélgica. Transportó material de guerra por encima del Himalaya a China durante la Segunda Guerra Mundial y suministros básicos a Berlín durante el bloqueo en la Guerra Fría. Entre otras increíbles adaptaciones, transportó equipos electrónicos de escucha y fue adaptado para la misión de ataque al suelo, en la que combatió en Vietnam. Durante años y años y años ha servido como transporte de uso general en aplicaciones civiles y militares por todo el mundo, España incluida; los soviéticos le hicieron el mayor de los piropos desarrollando una copia prácticamente indistinguible, el Lisunov Li-2. Es un camión con alas, fácil de pilotar, robusto hasta la exageración, fiable y económico de operar, que ha sido utilizado en todo el mundo. Se le conoce como ‘el avión de los 1000 nombres’ porque ése es el número mínimo de apodos que ha tenido a lo largo de su historia. Es el Dc-3, C-47, Skytrain, Dakota, C-53, Skytrooper, ‘Old Fatso‘, Tubby, ‘The Beast‘, Three, ‘Old Metuselah‘, ‘Biscuit Bomber‘, ‘Puff the Magic Dragon‘, Spooky, ‘The Dragon Ship‘ (en su versión de ataque al suelo), etc., pero el nombre más conocido y usado en su uso militar fue ‘Gooney Bird‘ (pájaro chiflado); según sus pilotos porque el avión era tan bobo que desconocía que no podía hacer lo que hacía.

Hoy, 73 años después de su primer vuelo, sigue volando en todo el mundo como carguero por compañías y ejércitos. De hecho los escurridizos chicos de Operaciones Especiales de los Estados Unidos lo utilizan para pasar inadvertidos en Sudamérica, Asia y África, donde aún es común. Naturalmente, usan una versión que sus abuelos jamás hubiesen reconocido: la BT-67, con motores turbohélice y hélices de cinco palas en lugar de los radiales con hélices tripala del original, equipada con electrónica moderna que incluye radar de evitación del terreno y hasta alargada en ciertos rincones para ampliar la capacidad de carga y retocada la nariz para mejorar su (pobre) aerodinámica. Para comprender el camino recorrido basta comparar la cabina del C-47 original [arriba] con la del BT-67 actual [der.]. Pero tres cuartos de siglo más tarde sigue siendo reconociblemente un Dc-3 ‘Gooney Bird‘ al servicio de las fuerzas armadas estadounidenses. En estos tiempos de cosas de usar y tirar, da que pensar.

Corregido el país donde está Bastogne el 02/06/2007. Gracias, Mastermind.

Violando las leyes

Y no las de los abogados, sino las de la física; al menos en apariencia. Este cazabombardero ruso Sukhoi Su-30 utiliza su configuración ‘canard’ (las pequeñas alas delante de las alas principales) y la tecnología de vectorización de empuje 2D (orientación del empuje de los reactores) para realizar piruetas que deberían estar prohibidas. No se supone que un reactor pueda volar marcha atrás… pero éste lo hace. Y muchas más maniobras desafiando la lógica que dejan en mantillas a su ya legendaria ‘Cobra de Pugachev‘ (vuelo horizontal sin cambiar de altura con el morro apuntando hacia arriba). Un avión o misil que lo persiguiera lo tendría mal. Quien lo mire, en cambio, tiene para disfrutar.

Gracias, Warren Ellis.

Una cuestión de centrífugas

El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ha anunciado hoy en el centro nuclear de Natanz [imagen] el inicio de la fabricación industrial en masa de uranio enriquecido. Pero ¿qué significa esto exactamente? ¿Debemos temer una nuclear iraní con carácter inmediato?

Según la mayoría de las fuentes el anuncio implica que hay instaladas 1.000 ultracentrífugas, con opción a instalar otras 2.000 en breve plazo. Como se han apresurado a calcular algunos expertos, esto adelantaría sustancialmente el programa nuclear iraní. Una serie de cascadas de 3.000 centrífugas operando 24 horas al día podrían en teoría proporcionar suficiente uranio enriquecido de uso militar para una bomba tan pronto como 2009.

Los especialistas en proliferación, sin embargo, no tienen muy claro que esto sea así. Tener instaladas 1.000 ultracentrífugas no es lo mismo que tenerlas funcionando 24 horas al día; se sabe que los iraníes han tenido dificultades en la operación continua de estas máquinas, y al menos un fallo catastrófico en una cascada que destruyó una cincuentena de máquinas (cuando una ultracentrífuga falla el resultado es espectacular: se hace migas). Se piensa que Irán podría tener piezas para unas 5.000 máquinas, y el centro de Natanz está diseñado para albergar muchas más (decenas de miles) y para protegerlas de un ataque aéreo. Pero hay escepticismo sobre la capacidad iraní real para mantener en funcionamiento continuo grandes cascadas: un cálculo estima que en 2006 la primera cascada de 164 máquinas operaba como máximo 5 horas diarias [pdf]. La estimación de los servicios secretos occidentales sigue siendo que los persas no dispondrán de uranio suficiente hasta al menos 2012 o 2015.

El anuncio podría leerse quizá en clave de política interna. El presidente Ahmadineyad representa a uno de los varios bandos (religiosos, conservadores, ‘liberales’) que se disputan cuotas de poder dentro de Irán. De hecho su sector ha perdido peso recientemente; despliegues como la captura de marinos británicos en el golfo pérsico o este anuncio de producción industrial de uranio (que representa un revés a la comunidad internacional) podrían estar diseñados para reforzar su posición política. Por otra parte la propaganda basada en armas de exagerada potencia no es ajena a la tradición del país. Quizá el anuncio de hoy tenga más como destinatario a la población iraní que al resto del mundo: nada une mas a una nación orgullosa que la invocacióin del enemigo externo. Sobre todo cuando se puede contar con la complicidad de este enemigo: por sus propias razones internas el gobierno estadounidense estará encantado de dar pábulo al desafío iraní. Esperemos que todo quede en un intercambio de chulerías, y que la sangre no llegue al río…

Natanz en Google Earth

Corregidas erratas el 10/4/2007. Gracias, JuanPi.

El futuro oscuro

El ejército británico analiza el futuro para anticipar las amenazas contra las que deberá enfrentarse. Y descubre que el mañana será complicado y peligroso, repleto de riesgos aterradores. Armas de pulso electromagnético capaces de borrar de un plumazo toda información digital en un entorno, como una ciudad, para 2035. Armas de neutrones con las que eliminar toda vida humana dejando edificios e infraestructuras intactas, especialmente útiles para la limpieza étnica ‘extrema’. La aparición de robots en los campos de batalla. El uso de armas biológicas, químicas o nucleares en ataques terroristas. ‘Chips’ implantables en el cerebro capaces de conectar a la persona con redes de comunicación que permitirán la convocatoria de ‘flashmobs’, multitudes instantáneas, con fines nefandos… Ninguna tecnología que la ciencia ficción más despabilada no haya previsto, con creces, hace décadas ya. Aunque serán nuevos y hoy impensables desarrollos los que más desestabilicen.

Los militares tienen fama de prepararse para la guerra anterior, y las predicciones sobre el futuro desempeño de sistemas de armas han sido habitualmente risibles (en vísperas de la Segunda Guerra Mundial los tanques parecían cosa de risa y los acorazados eran invulnerables a los aviones). Otros apartados de la bola de cristal del ejército británico, en cambio, dan más miedo. Cosas como el creciente poderío del islamismo radical, con la posibilidad real de termine por hacerse con Arabia Saudí, la reserva mundial de petróleo; la posible radicalización de las clases medias y la aparición de conflictos entre comunidades en las megaciudades; el ascenso militar de China e Irán, templados por presiones democráticas internas; los cambios demográficos que aumentarán el poderío de Oriente Medio y reducirán el europeo… El terrorismo seguirá siendo una táctica común, con la posibilidad de que se desarrolle una internacional terrorista con objetivos diferentes pero métodos similares y apoyo mutuo. El cambio climático y la presión demográfica sobre los recursos provocarán nuevas tensiones. En términos simples pequeños grupos de personas tienen hoy poderes que eran hasta hace poco privativos de grandes multinacionales o gobiernos estatales. Y eso tiene consecuencias buenas, y también malas. Los militares británicos parecen dispuestos a prepararse para las malas. El resto también debiéramos hacerlo, porque el futuro oscuro es también el nuestro.