Ciencia, tecnología, dibujos animados ¿Acaso se puede pedir más?

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Necesidad de saber

Hipótesis: la evidente mejora para la supervivencia que supone ser capaz de comprender cómo funcionan las cosas ha llevado a la evolución a dotarnos de un mecanismo cerebral que nos premia con sensaciones agradables cuando comprendemos las cosas; un centro de la sabiduría que compensa con placer el entendimiento, y castiga con inquietud y malestar la ignorancia. Porque es más fácil sobrevivir si entiendes cómo funciona el mundo y eres capaz de modificar ese funcionamiento, especialmente si eres un mono de mediano tamaño y mediocre velocidad carente de colmillos. Así que sería lógico pensar que la especie humana se caracteriza por una verdadera necesidad de saber, similar (aunque menos intensa quizá) que la necesidad de reproducirse, excretar o comer. Somos monos adictos al conocimiento, lo cual explica nuestra insaciable curiosidad, el súbito destello de placer que sufrimos al comprender algo o la incómoda sensación de frustración cuando por mucho que nos esforzamos no podemos entender. Eso podría explicar el impulso que hay detrás de la ciencia, el afán de conocimiento por el conocimiento, la pasión del saber. Lo curioso es que también explicaría buena parte de nuestro afán por la religión. Y la razón por la que algunas personas creen en todo tipo de alambicadas conspiraciones y conspiranoias.

Porque si existiera este centro cerebral del placer asociado al saber, no tendría modo alguno de distinguir entre una explicación del mundo verdadera y otra falsa. Ambas podrían proporcionar esa agradable sensación, esa satisfacción provocada por el entendimiento: bastaría con que la persona estuviese convencida para que el mecanismo de refuerzo cerebral se activase. Ante la pregunta ¿cuándo nació la Tierra? la respuesta de la ciencia (hace más de 4.500 millones de años) y la del Obispo Ussher (al atardecer del 22 de octubre del año 4.004 adC) podrían provocar una respuesta cerebral similar, siempre que quien desee comprender crea realmente en la veracidad de la respuesta.

De hecho la ventaja la tiene la explicación religiosa, siempre mucho más sencilla (dios lo quiere y/o está escrito en el libro sagrado) y comprensible que la científica, que necesita esfuerzo y estudio. Las religiones pueden incluso proporcionar lo que la ciencia no puede dar, como son certezas absolutas y conocimientos completos; al ser un sistema de comprensión metódica del Universo, la ciencia nunca lo explica todo por completo, y a veces cambia de explicación. La religión ofrece un entendimiento simple, absoluto e inmóvil que excluye la duda y la incomprensión, proporcionando el cálido sentimiento de la sabiduría sin interrupción.

Ésta es también la recompensa de los conspiranoicos ante los grandes enigmas de la Historia. Con frecuencia es imposible reconstruir con absoluto detalle hechos del pasado, incluso reciente: las evidencias físicas se pierden o distorsionan, las investigaciones cometen errores, los testigos son con frecuencia muy poco fiables. Las contradicciones y lagunas son inevitables en la reconstrucción del pasado. La misma historia depende en ocasiones de casualidades, pequeños (o grandes) azares, caprichos de las personas o el destino que son imposibles de reproducir o comprender. El estudio de la Historia, por tanto, está lleno de frustraciones, que pueden resolverse creando una sólida teoría de conspiración.

En efecto, una buena conspiración lo explica todo: lo conocido y lo desconocido, lo comprobable y lo imposible de comprobar. Postulando la acción de un selecto grupo de conspiradores omnipresentes, omnipotentes y omnicomprensivos empeñados en borrar las huellas de su propia actuación es posible explicar cualquier hecho, y también cualquier contradicción, cualquier falla en la teoría. Los detalles de las conspiraciones pueden ser fantásticamente barrocos, pero en su esencia comparten con las religiones una explicación simple fácil de comprender: ‘ellos’ lo hicieron, y desde entonces tratan de ocultarlo. ‘Ellos’ pueden ser los judíos, los cátaros, los templarios, la KGB, la CIA, los francmasones, la Trilateral, los lagartos venidos del espacio, el Vaticano, el Club Bilderberg o todos trabajando en conjunto; eso no es lo importante. La clave es que no hay prueba en contra que no se pueda desacreditar; ni pregunta que no se pueda responder con certeza y sencillez, por más que la acumulación de esas respuestas exija una renuncia a la lógica tan completa como en el caso de la religión. A cambio, proporciona un placer de sabiduría tan completo como aquélla. A veces conspiración y religión están cerca, y a veces surgen construcciones (como las ideologías) que tienen mucho de ambas y pueden adquirir una enorme capacidad destructiva. Millones de personas pueden hallar satisfacción a su necesidad de saber por estos medios.

Esto significa que la especie humana jamás abandonará las religiones ni las conspiraciones, puesto que proporcionan a muchos el placer intelectual de la comprensión sin los esfuerzos que la ciencia demanda, y sin los límites que la ciencia no es capaz de superar. También significa que la curiosidad científica mana de la misma fuente que proporciona caudal a las religiones y las conspiranoias; que un mismo mecanismo cerebral subyace a estas diferentes formas de entender el Universo, y a sus explicaciones. Eso no significa que esas explicaciones tengan igual valor. Porque algunas se cotejan con la realidad, mientras que otras tan sólo sirven dentro del confín de nuestros cráneos. Aunque la necesidad de saber tuviera la misma madre, existe la verdad. Y no todas las explicaciones disponen de ella.

Corregida una errata el 5/11/2007. Gracias, Alda.

El abuelo del superjumbo

Después de no pocos dimes y diretes, por fin el superjumbo europeo A380 ha iniciado hoy su andadura comercial. Es un buen momento para recordar a sus ancestros; porque el A380, como muchas otras maravillas tecnológicas, tiene antepasados. Y uno de ellos podemos denominarlo su abuelo, porque era un avión de pasajeros de dos pisos, y de origen francés. Se trata del Breguet Br 761 ‘Deux-Ponts’, denominado Br 763 Provence en su versión civil de pasajeros (Universal en su final versión civil de carga) y Br 765 Sahara en su versión militar. Conocido popularmente como ‘Deux-Ponts’ (dos pisos), el Provence/Sahara nació como un cuatrimotor de pasajeros en 1949 a partir de un diseño de 1944. El primer prototipo (Br 761) llevaba motores franceses y carecía de la característica y truncada ‘tercera cola’ sobre el fuselaje; los posteriores Br 763 Provence iban equipados con motores radiales de 18 cilindros Pratt and Whitney R-2800. Air France compró 12 aparatos (por orden, se dice, del Ministerio del Aire francés) tras ordenar algunas modificaciones, y los utilizó sobre todo en las rutas de Argelia y Túnez durante años, empezando en los años 50.

El ‘Deux Ponts’ llevaba 59 asientos arriba (Clase Turista) y 48 abajo (Segunda) en los vuelos de pasajeros. Las grandes puertas de valva en la parte trasera del fuselaje facilitaron que media docena de ellos hicieran la transición a aviones cargueros, con el nuevo nombre Universal: Air France los utilizó entre otras cosas para transportar los motores del Concorde. La otra media docena fueron vendidos a la Fuerza Aérea francesa, que ya disponía de 18 Br 765 Sahara; con motores franceses y una rampa trasera eran capaces de llevar 176 soldados, o incluso un carro de combate ligero AMX-10. Air France retiró el último Universal en 1971, y la Armée de l’air en 1972. Durante años uno sobrevivió convertido en café en Fontenay-Trésigny, cerca de París.

Eran otros tiempos. El Provence pertenece a una era de elegantes aviones de pasajeros lentos, pero cómodos, señoriales y hasta glamourosos; aviones que iniciaron la era de las aerolíneas que hoy conocemos, y que por ello son hoy recordados incluso en los simuladores. Aviones como el Lockheed Constellation, el Boeing 377 Stratocruiser o el Vickers Viscount, propulsados por motores radiales o de turbohélice, presurizados y diseñados pensando en la comodidad y el lujo. También de cargueros de dos pisos, como el británico Blackburn Beverley C.1; todos ellos triunfos de la ingeniería aeronáutica de la época que muy poco después fueron barridos por la llegada de los reactores. No sin antes introducir la posibilidad real de volar en la cultura popular, y sembrando así la semilla que culmina, por ahora, en el A380.

El ataque de los hombres azules

Ecos de Les Luthiers y de su remoto predecesor estadounidense, Tom Lehrer; la energía y la enloquecida percusión de artistas como Mayumana; la sofisticación visual y escénica del Cirque du Soleil; la imaginería del cómic; la más alta tecnología y el más sofisticado videoarte. Mézclese en una coctelera, agítese con vehemencia e ínfulas de superespectáculo, y aparecerá algo parecido al Grupo del Hombre Azul (Blue Man Group). Capaces de hacer música con tubos de plástico, de reinterpretar clásicos (incluso vestidos a la usanza de Giger), de reinventar la asistencia a conciertos de rock o de anunciar relojes. Pero también de hacer vídeos con recado, como el que va a continuación sobre el calentamiento global, con su impactante frase parodiando los anuncios de seguridad de los aviones: ‘Tómese un momento para localizar las salidas de emergencia de este planeta. Como puede ver, no hay ninguna’. Cuidado: los hombres azules atacan.

Gracias, The Intersection. Cambiado el enlace de YouTube el 22/10/2007.

Cristianismo rampante

La excelente animación de Maps of War (creadores de otra sobre Oriente Medio ya comentada aquí) muestran en unos segundos 5.000 años de expansión territorial de las grandes religiones del mundo. O al menos de las supervivientes, porque están el Hinduísmo, el Budismo, el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, pero faltan otras antaño poderosas y hoy casi extintas (desde el Zoroastrismo hasta las religiones Inca, Maya o Azteca). Lo que el rápido paso del tiempo en la animación deja claro es la desmesurada pujanza del cristianismo en los últimos siglos, que ha acabado por dominar buena parte del planeta geográfica, económica y políticamente. Tras detener, eso sí, la inicial expansión islámica. Aunque lo que de verdad falta es la extensión del ateísmo en los países cristianos…

Gracias, BoingBoing. Corregida la escala temporal el 17/10/2007; gracias, Jesús.

El fin del último clíper del té

El Cutty Sark se ha perdido, y con él perdemos el último superviviente de un excitante periodo de la historia marítima. Se trataba del último ‘Clíper de China, o del té’ aún con nosotros, una clase de buques hiperespecializados de altísima tecnología para su época que hoy podríamos comparar tan sólo con el Concorde. Construidos exclusivamente para la velocidad, los también llamados ‘Clíper extremos’ eran tal vez las máquinas más eficientes jamás construidas para transformar el viento en impulso motriz. Su razón se ser no era la capacidad de carga, sino la rapidez; su diseño estaba optimizado para que consiguieran transportar pequeños volúmenes de carga muy valiosa (te, especias, correo, personas) lo más deprisa posible desde el Lejano Oriente hasta Inglaterra dando la vuelta por el Cabo de Buena Esperanza, aprovechando al máximo los vientos Alisios: la Ruta de los Clípers. Y lo conseguían, obteniendo velocidades jamás conocidas antes de su desarrollo.

Para ser los primeros en traer cada año el té verde de China a Europa se construyeron barcos sofisticadísimos jamás igualados en prestaciones. Con su armazón de hierro fundido y su tablazón de madera la estructura del caso era fuerte y resistente pero muy larga y flexible. Sus proas cóncavas y sus enormes aparejos, normalmente de cuatro palos con velas cuadras y dotados de velas auxiliares de foque (sobrejuanetes, estays, cangrejas) y de Alas laterales, tripulados por marineros expertos y capitanes agresivos que hacían de cada travesía una competición pública, los ‘cliper extremos’ conseguían velocidades sostenidas de hasta 7 nudos durante periodos de días: algo jamás superado en la navegación comercial a vela. A cambio eran caros de operar, con grandes tripulaciones que llevaban una vida peligrosa y agotadora. Aquellos marineros trabajaban al límite en condiciones difíciles de imaginar hoy, trepando a mástiles de 20 metros de altura en cualquier viento o condición meteorológica, con ‘una mano para el barco y otra para ti’ y siempre con el riesgo de romper (como le ocurriera en su primer viaje al Cutty Sark) por forzar en exceso el buque. Eran otros barcos, y eran otros hombres.

La llegada de los buques de vapor, lentos y humeantes, pero más económicos de operar con su menor tripulación y la seguridad de su llegada con independencia de los vientos arrinconó a los clípers y otros grandes veleros en las rutas menos rentables, como la lana de Australia, o el guano y el aceite de lámpara con Sudamérica. La apertura del Canal de Suez dio la puntilla a los Clípers de China, al acortar enormemente la ruta y permitir evitar las tormentosas latitudes de los ‘Rugientes 40. Para la segunda década del siglo XX los ‘Tall Ships’ (barcos altos) y sus tripulaciones eran tan sólo un recuerdo del pasado; un eco de otros tiempos. El último de aquellos prodigios de la tecnología decimonónica ha perecido, y con él una pequeña parte de nuestra historia.

Cutty Sark en su dique seco de Greenwich, Inglaterra, en Google Earth.

La inocencia de la enfermedad

Un reportaje publicado en El País comenta el estudio de un oftalmólogo estadounidense aficionado al arte que, llevado de su deformación profesional, considera que la evolución de los estilos de Monet y Degas se debió más a sus enfermedades oculares que a su progresión artística. El impresionismo y la pintura abstracta estarían en deuda con las cataratas y la degeneración macular. No hay duda de que las enfermedades de los artistas afectan a su obra, y no son los primeros pintores cuyas peculiaridades de estilo se achacan a razones médicas. Pero la afirmación del oftalmólogo aficionado al arte no se sostiene, por una razón filosófica interesante: los sesgos de observación son neutros para un pintor.

Usemos una analogía. Supongamos que un pintor sufre un repentino cataclismo cerebral de los que tan bien describiera Oliver Sacks y pasara a ver azules todas las cosas rojas. La sangre sería para esta persona de un azul marino profundo, y la organización humanitaria sería la Cruz Azul. Y sin embargo nada cambiaría en sus cuadros, si esta fuese su única afección y se empeñase en pintar exactamente lo que estaba viendo, por una razón muy sencilla: el cambio también le afectaría durante el acto de pintar. La pintura roja la vería azul, y la utilizaría en las figuras donde correspondiera ponerla. El cuadro sería, para un no afectado, perfectamente normal.

Si las cataratas hubiesen desenfocado la visión de Monet, como argumenta el oftalmólogo, en un grado X, y el pintor hubiese trasladado ese desenfoque al cuadro, sus ojos al ver el cuadro habrían percibido un desenfoque de 2X. Para que la reproducción sea fiel a la realidad a la vista de un ojo enfermo la reproducción debe ser idéntica al original, o el ojo enfermo verá la diferencia. Es muy probable que la enfermedad cambiase el modo de ver el mundo de Monet y Degas, influyendo quizá en la evolución de sus estilos pictóricos. Pero de seguro que no del modo crudo y directo que supone nuestro oftalmólogo. Que nosotros podamos remedar el efecto de un cuadro de Monet mediante la mímica de una enfermedad habla de nosotros, no de él. De esto las cataratas son inocentes.

Más barco, menos coral

Este bonito barco es el llamado ‘Proyecto Genesis‘, el prototipo de una nueva clase de buques de crucero que va a revolucionar la industria turística del ‘todo a bordo’, y del que ya hay dos pedidos por su armador, Royal Caribbean. Los Genesis son los mayores buques de cruceros diseñados hasta el momento; su tamaño supera por sus buenos 50 metros de eslora y 7 de manga a los superportaviones estadounidenses de la clase Nimitz, y transportarán tanta gente como éstos: 5.400 pasajeros y la tripulación necesaria. Estarán dotados de un centro comercial con decenas de tiendas, un casino, clubes nocturnos, balnearios, un cine, y las ya estándares piscinas, muro de escalada y driving range, para mejorar su handicap de golf; entre otras muchas atracciones.

Los dos megagigantes entrarán en servicio en 2009 y 2010, y están siendo construidos por los astilleros finlandeses Aker, que también han hecho dos barcos para Costa Cruceros (Costa Atlántica y Costa Mediterránea), varios de la flota de MSC Cruceros y el Queen Mary II (al que superan en tamaño). Además de numerosos ferries del báltico y el Canal de la Mancha, un buen puñado de mercantes y buques especializados como remolcadores de altura, rompehielos, barcos utilitarios para plataformas, y hasta barcos de guerra pequeños y medianos para varias armadas. Los Genesis contribuirán a calentar el cada vez más candente mercado de los cruceros de hasta una semana que parten de Florida para recorrer varios puertos caribeños: en estos tiempos de inseguridad para los turistas estadounidenses, nada mejor que hacer turismo sin abandonar en la práctica el territorio nacional.

Lo malo es que la creciente presión de los turistas está arruinando los arrecifes de coral de la zona. La llegada de estos mastodontes del mar a un puerto caribeño está acompañada de una estampida de miles de estadounidenses equipados de aletas, gafas y tubo con destino a los jardines submarinos de coral. La concentración de público poco experto y al que no se advierte de las precauciones necesarias provoca daños considerables en los arrecifes, que bastantes problemas tienen ya (y más que van a tener si los mares se calientan). La llegada de estos nuevos barcos, y sus apenas más pequeños hermanos de la clase ‘Freedom‘ sobrecargarán sin duda los arrecifes de un área ya de por sí más que delicada. La experiencia de domesticado paraíso que es un crucero semanal, tan magníficamente descrita por David Foster Wallace, se va a transformar en hipérbole. Y lo pagarán los corales.

La pérdida de una mente maravillosa

El 26 de abril de 1920, hace 87 años, moría a los 32 años de edad Srinivasa Aaiyangar Ramanujan, una verdadera mente humana maravillosa. Nacido en la pobreza en Tamil Nadu, al sur de la India, Ramanujan fue un autodidacto que creó su propia nomenclatura y notación para fórmulas y algoritmos sin haber recibido formación ninguna. Sus intuiciones algebraicas se convirtieron en legendarias; sus cálculos dejaron pasmado a Godfrey Harold Hardy, uno de los más importantes matemáticos británicos de la época, que se declaró incapaz de comprender algunos de ellos reconociendo en cambio su belleza y originalidad. Ramanujan realizo numerosas afirmaciones (más de 3.000) que dejó sin demostrar; muchas de ellas se han convertido después en teoremas.

Obsesionado con pí, y con la teoría de números, sus ideas dejaron profunda huella en numerosos campos de las matemáticas, la física y la cristalografía, hasta tal punto que existe una revista científica dedicada exclusivamente a estudios derivados de su obra. Profundamente religioso, siempre pensó que sus mejores ideas provenían de la diosa hindú Namagiri. Varios años en Gran Bretaña empeoraron su delicada salud, y tras regresar en 1919 a la India murió al año siguiente; una investigación médica sobre sus síntomas parece indicar que falleció de una enfermedad compleja de diagnosticar, pero de sencillo tratamiento… Qué hubiese sido de las matemáticas si Ramanujan hubiese vivido cuarenta años más o hubiese estudiado de joven es algo que hace pensar en la terrible pérdida para la humanidad que suponen tantas mentes desaparecidas demasiado pronto, o sin la educación que hubiese multiplicado sus horizontes.

Imagen de Wikipedia Commons.

El artículo del siglo

Junto con El Origen de las Especies es quizá uno de los más importantes textos de la historia de la biología, y se han cumplido 54 años de su publicación. Se trata de Molecular structure of Nucleic Acids: A Structure for Deoxyribose Nucleic Acid (pdf; estructura molecular de los ácidos nucleicos: una estructura del ácido desoxirribonucleico), publicado en la revista británica Nature el 25 de abril de 1953 por James D. Watson y Francis Crick, dos científicos que trabajaban en Cambridge. Este artículo proponía la hoy familiar y comprensible figura de la doble hélice como estructura básica del ADN, lo cual solucionaba de un elegante golpe toda una serie de problemas bioquímicos y ofrecía un sencillo mecanismo para comprender el proceso de replicación de los ácidos nucleicos, clave para la reproducción de los seres vivos, al menos en este planeta. El artículo es la base de la genética moderna, y con ella de una buena parte del edificio de la biología actual (incluyendo, cómo no, la teoría evolutiva de hoy). No es de extrañar que les cayera el Nobel sólo unos pocos años más tarde… ni que les recordemos aún hoy. Y lo que les queda.

Imágenes tomadas de Nature y Wikipedia Commons.

17 años de éxitos, y que siga

Hace exactamente 17 años, el 24 de abril de 1990, la misión STS-31 (décimo lanzamiento del transbordador espacial Discovery) dejó en órbita terrestre, a unos 610 kilómetros de altitud, el Telescopio Espacial Hubble. Una maravilla de la tecnología y un orgullo del ingenio humano que, aun herido, sigue enviando imágenes tan hermosas como la de abajo; la Nebulosa Carina, un centro de formación de estrellas similar al lugar donde naciera nuestro Sol, hace más de 4.500 millones de años. La ubicación del Hubble, fuera de la atmósfera terrestre, permite a sus viejas cámaras tomar estas maravillosas imágenes que, mejoradas con el falso color que les proporciona aún mayor belleza, llevan más de tres lustros haciéndonos soñar. Feliz cumpleaños a una verdadera obra maestra de la especie humana.