Reportero: periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en unatempestad de palabras (Diccionario del diablo - Ambrose Bierce)El cómo se hizo de los reportajes de 20 minutos...

Archivo de julio, 2006

Todos canonizados, y amén

¡Tendrá razón mi amigo Mesa! No soy experto. Ni entiendo de cánones. No estoy metido en el mundillo del creative commons ni del copyfight. No me puse una mascara de Ramoncín en la sede de la SGAE para romper el silencio. Así que esta es la opinión de un tipo normal y corriente, uno más de la calle, es la opinión de uno que pasaba por ahí, y que tuvo una impresión imprecisa sobre la SGAE y demás entidades de gestión.

¿Tendrá razón Mesa? Tal vez llegue un día en el que nos graven el cerebro, eso dice. Nuestra mente es la mayor copiadora de la historia. No hay tostadora que la supere. No hay mp3 que la e-mule en esto. Nuestra mente-y nuestro progreso-se han basado siempre en la e-mulación y la copia. ¡Que se lo digan a Japón!

«Todo material idóneo» que pueda utilizarse para copiar la obra de un autor es susceptible de tener canon. El canon protege al autor, ¿no? (a ver si me aclaro). Hasta aquí bien… El canon protege también a las grandes multinacionales (eso también va a misa). El canon debería velar por el arte y la cultura de este país…

Sin embargo… ¿cómo es posible que haya levantado tantas ampollas, que cobren canon hasta en las bodas? ¿Que la cultura en vez de ser más barata y accesible se convierta en un bien de lujísimo? ¿Por qué no puedo tener derecho a comprar eso materiales idóneos: como grabadoras, CD o DVD para hacer mi copia de seguridad privada? ¿Por qué me consideran un roba culturas ya de antemano? ¿Canonizarán a mi querido boli Bic? En el colegio copiaba de puta madre ¡salve, san Bic!

La verdad es que no tengo explicación. Me da la impresión de que hay algo aquí que va mal, parafraseando a Kortatu (¿me pueden exigir un canon por esto? Muguruza, enróllate…)

Me gusta la idea de la cultura libre, que las ideas y el arte viajen y se muevan, con el debido respeto a su autor. Me atrae lo del copyleft y esas cosas de guerreros hackers e incluso de 20 minutos.

¿No puede existir un equilibrio, señores de la SGAE? ¿Hemos de cobrar por todo? ¿Y si África, Sudamérica o Asia nos cobraran el canon por todo de lo que hemos chupado de su cultura y recursos? Ya se me está yendo la olla… Mejor irse a Irán o China. Allí lo copian todo y avanzan peligrosamente a convertirse en superpotencias. Se me va, digo.

¿Alguien me lo puede explicar? ¿Tanto dependen los autores de este canon que vienen a por nuestros bolsillos? ¿Por qué no se queda en las grandes multinacionales y punto?

Cultura libre o accesible (barata)

Perdóname Mesa por haberte copiado hoy tantas ideas. Son las cosas del copyleft…

Javier Rada

Casi un millar de abducidos en los Pirineos

Nuevas noticias de Andorra. En siete años, 950 personas expulsadas por diferentes dolencias: hepatitis, VIH, incluso miopía, sordera u obesidad. Expulsados al negarles el permiso de trabajo: inmigrantes, a la puta calle. Me llamó el viernes Ricardo Villanueva, de Médicos Progresistas. Han tenido acceso a los expedientes de expulsión.

Muchos de los inmigrantes, y eso es lo gracioso, eran españoles.

(¿Meditamos sobre nuestra hospitalidad?)

Me encantan los Pirineos… siempre he creído en el mítico reino del Alto Aragón… no por aspiración nacionalista…sino por recreo… por imaginar que existe un Xanadú o un Shangri-la en Europa… una tierra perdida de los hombres (hasta hace poco así era, antes de la invasión de la alianza vasco-catalana-zaragozana, antes del pufo de la peli El Reino de los cielos)… una tierra idílica en la que plasmar nuestros sueños…

Sin embargo, el único ejemplo de un estado en los Pirineos es Andorra. Una tierra de neopatricios basada en el poder económico de unos pocos, un feudo conservador en el que las leyes se hacen a medida de la oligarquía dominante.

Entonces me aterré…¡Y si los hombres de Plan (sí: los mismos de la caravana de mujeres), Ansó, Bielsa, Benasque, Sabiñánigo, Sallent… gentes sencillas, amigables, abiertas, honorables…se convirtieran por arte económico en banqueros, brookers, neoconservadores…¡ahhhh! Y si crearan una sociedad de castas y olvidaran los valores de las montañas… y si organizaran una caravana de inmigrantes, expulsando a todos aquellos que no fueran aptos por motivos de salud, para no cargar con un posible coste en su Seguridad Social, a todos los que no pudieran entrar en la sociedad Joy Division…! ¿Existe peor perversión? ¿Cómo han pasado de ser pageses a neofascistas estructurales?

Me encantan los Pirineos. Pero jamás subiría al monte a organizar una guerrilla independentista para crear la República Fata del Alto Aragón. Estoy seguro de que lo conseguiríamos (somos muy tozudos, ríete de los vascos). San Chuan d’a Peña sería la meca, y peregrinaríamos una vez al año. El ternasco, el plato nacional. Se hablaría la fabla (¡Entalto Aragón!). Seríamos todos tajo majos. Un Labordeta que otro nos presidiría y narraría poemas cada mañana en la televisión pública dentro de su programa «¡Quió!, presidente».

Suena bien, ¿verdad? Realismo mágico. Idealismo peligroso. Estoy seguro de que a alguien se le ocurriría la idea de crear un paraíso fiscal, edificarlo todo de cara al turismo, ser el El-país-de-los-Pirineos, saltarse la legalidad internacional imitando a sus grandes vecinos, el germen de una sociedad neopatricia, ultracapitalista (todo capitalismo es ultra, perdón por la redundancia) de tufillo facha…

Por suerte en Andorra la población civil se está organizando y algunos grupos políticos no quieren seguir el rumbo único…

Pirineos queridos, mejor os quedáis así, en mi mente, siendo un reino mítico que tuvo la suerte de no existir jamás, de no pertenecer a los hombres más que en sueños.

Metamorfosis (lesbianízame)

Recuerden el colegio, por un instante regresen a ese campo de concentración psíquico al que nos enviaron nuestros progenitores en busca de un mundo mejor. Y díganme… ¿conocen un lugar más horrible? Todos los presentes, compañeros y profesores, padres y madres, se empeñaban en decirte cómo debías ser. Funcionaba a rajatabla el sistema punitivo, con sanciones muy jodidas: el insulto, el cateo, el golpe o el ostracismo. Para cada uno de estos tormentos elijan ahora su propia aventura… como en Salò o los 120 días en Sodoma, de Pier Paolo Pasolini.

Si en aquel siniestro lugar llego a soltar que era lesbiana, un chico lesbiana… ya pueden adivinar el resto de la película (10 años en Gomorra, sería el título…). ¡Y a eso lo llaman escuela!: patria del aprendizaje, orgullo del futuro latente.

Pero volvamos al presente, conjuremos los traumas…

Soy lesbiana- sí, lo admito, lo digo y secundo-soy lesbiana- ¿por qué…?

Me perdonarán la falta de puntualidad ya que este post se quedó atrasado cuando publicamos el reportaje Entre el orgullo y el esteriotipo. No tengo excusas. Es el síndrome de la postergación permutable.

Me lo dijo Amanda mientras husmeaba en el universo lésbico: «Tú eres lesbiana. Una lesbiana encerrada en cuerpo de hombre». Esta sentencia al principio me chocó, fue como si un neutrino impactara en mi cabeza. Así que busqué en el cajón de lecciones aprendidas y respondí con aires de escolar: «La lesbiana es aquella mujer a la que le gustan otras mujeres. Si yo soy hombre, no puedo ser lesbiana…»

(Canción infantil: Los niños tienen pene las niñas vagina…)

Era un silogismo perfecto. La ciencia es ciencia. Yo no podía ser lesbiana-según la regla expuesta- y Amanda podía estar perfectamente loca-según la psiquiatría que aplicase esa regla. Pero algo fallaba. Demasiado perfecto. Y la perfección me atemorizó desde pequeño, nunca me he fiado de ella… Pensaba de crío: el coco, si es que existe, debe medir metro noventa, será rubio, pectorales de ensueño, y los ojitos muy azules… Si ven a uno así: ¡huyan!

¡Qué hacen! ¡He dicho que huyan!

Enseguida pensé en otro silogismo, quizá menos exacto. Eliminé el sujeto de la argumentación y el sentido cambió: «Lesbiana: persona a la que le gustan otras mujeres. Yo: persona a la que le gustan otras mujeres…» Por lo tanto, si era persona, y las lesbianas estaba seguro de que también lo eran, yo=lesbiana…

Lo sé. No deja de ser una trampa. Entonces significaría que todas las personas a las que les gustaran las mujeres se convertirían automáticamente en lesbianas. ¡Hecatombe! John Wayne, por poner un ejemplo, no tenía pinta de…

¿O sí?

No, no… Wayne sería un fascista, un héroe proletario o un absurdo existencial… ¿pero lesbiana? No. Yo era lesbiana. Lo decía mi regla personal. Era una persona a la que le gustaban otras mujeres del mismo modo que las lesbianas con pedigrí. Y me di cuenta (porque yo también sufría una regla metafísica que me daba cíclicos dolores) que mi problema estaba con los hombres. Y no era gay. Ni un misántropo. Ni un matón de discoteca. Tenía mérito. Mi renuncia expresa se basaba en la tetosterona. Busqué palabras cruzadas con macho varón. Utilicé el pensamiento transversal.

Varón: fútbol, coche, guerra, hombría, gallinero, torero, virilidad, chulito, peleón, Wayne, territorial, alfa, deporte, jefe, dominador, velocidad, violencia, simpleza, buitreo, Brad Pitt, camaradería, simpleza (esta va repe porque mal que me pese sigo siendo hombre), poder, cola de pavo real…

¿Qué camino le queda al que se encuentra encerrado en una definición única que no se ajusta a su personalidad?

Desde el principio nos dicen cómo debemos ser. Tienes que tener un pene grande (luego las mujeres lo desmienten para más tarde volverlo a afirmar). El cariño y el roce sólo se demuestran en las zonas genitales y con mujeres, ¿eh? (menudo bulo). Tienes que demostrar que eres más fuerte, un buen deportista, dominante, el más listo de la clase (un perfecto idiota). Tienes que demostrar…Debes reírte de los demás. Debes odiar lo diferente (no vaya ser que vengan a por ti).

Yo era lesbiana. Tenía razón Amanda. No era un transexual (otra opción posible, pero descartada, madre) ya que me sentía a gusto con mi cuerpo. Me vestía lo justo de mujer, y mi pene me daba más placer que dolor. La definición inicial entonces fallaba: «mujer a la que le gusta…» Por exclusión, significaba que yo era un hombre heterosexual (volvemos a lo del pensamiento transversal). Y no encontraba ese punto de unión necesario para formar parte de la tribu del pene civilizado, guiada por la voluntad del férreo poder hormonal. Tras miles de años de demostración histórica ser hombre tenía que ser otra cosa más allá del patriarcalismo o yo acabaría siendo una perfecta lesbiana. Y gracias a Amanda me he dado cuenta de que ese futurible ya ha llegado. Yo soy un hombre lesbiana. Hasta que las lesbianas o los hombres me demuestren lo contrario.

Aunque en realidad, pensándolo fríamente, creo que me parezco más a un gremlin…

Entonces tendría que reescribirlo todo de nuevo. Yo soy un gremlin- sí, lo admito, lo digo y secundo-soy gremlin- ¿por qué…?

Javier Rada

¿Alzheimer histórico o alimañas?

Cómo podemos dormir tranquilos si deambulan por nuestras calles más de 30.000 zombies, sin rostro y nombre, deformados por la ausencia y el mal recuerdo, en las avenidas de Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza o Valencia, o en los bucólicos y arrinconados valles del Bierzo, Cáceres o Huelva. Cómo podemos roncar plácidamente si los fantasmas no descansan en paz, si se pasean en cada símbolo del pasado, si aúllan desde la bandera presente, si reviven diariamente su dolor en los monumentos nacionales, en las palabras de ciertos políticos que retornan al glorioso enfrentamiento, en las mentiras que pesan sobre sus apenados cadáveres.

Cómo pueden dormir tranquilos, hijos de las dos Españas, si la sangre de los muertos todavía hierve en las cientos de fosas comunes por descubrir.

¿Qué panorama de terror es éste que han legado a sus hijos? ¿Qué clase de alimañas no reconocen a sus muertos…?

…se los comen…

… Y me dirán que sufrimos Alzheimer histórico.

Dicen que hay tres cosas que hacer en la vida:

plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo.

Y yo añado: recordar a los muertos. Los muertos no tienen bando, sólo memoria. Y sin ella, no hay garantía de paz.

Javier Rada

Gusanos de seda

Compraría unos gusanos de seda, unos bonitos gusanos de seda. Y los colocaría en las tumbas de los cementerios, en las comidas fast food, los vestidos de diseño, las paradas de metro, en las puertas de los ayuntamientos…

Los compraría movido por un oscuro ideal: los gusanos se han alimentado de parte de la memoria colectiva desde hace 70 años, se han convertido en nuestro legado histórico.

Los alimentaría con hoja de morera, los pondría rollizos, redondos, muy gorditos… y esperaría a que supieran volar, hechos ya mariposa. Y tal vez irían-quién sabe donde irían-rumbo al Valle de los Caídos, para recordar que hubo muchos más…

Los gusanos se llevaron todas las pertenencias: una carta de amor, una receta de cocina, una deuda pendiente, la lista de la compra, un sombrero, aquellos zapatos viejos… La nada los absorbió para siempre, polvo eres, fusilado, en polvo te convertiremos.

En la fosa común cada nombre está escrito en el hueso y la historia es cosa de piedras.

«Yo simplemente buscaba la solución a un problema familiar, pero pronto nos dimos cuenta de que había mucha gente, generalmente mayor, que quería encontrar también a sus familiares desaparecidos», explica Emilio Silva, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

Los desaparecidos no son patrimonio exclusivo de Argentina, Guatemala, Chile o Bosnia. Los desaparecidos siguen exigiendo justicia en España. Sigue la búsqueda de sus familiares, rememorando la pérdida, la añoranza, el peso de un último adiós mal dado. De este modo nunca mueren, porque la muerte sólo tiene sentido en la memoria de los que se quedan aquí.

«Hace seis años empecé a escribir una novela sobre la vida de mi abuelo, y pude saber, mediante conocidos suyos de la época, donde podría estar enterrado. Fui el primero en reclamar una prueba de ADN para identificar a un ejecutado en la Guerra Civil».

Exhumación. Identificación. El puzzle de poner las cosas en su sitio. A eso se dedica esta asociación. Una asociación que no cuenta con subvenciones ni más ayuda que el desinterés, el compromiso con la construcción de la memoria perdida. El archivo, después de más de 400 exhumaciones, se encuentra en una casa particular. El trabajo de las excavaciones se financia como un campamento de verano: ducharse en las piscinas, cualquier techo vale si cobija durante el sueño, unos bocadillos del bar del pueblo…

Los primeros arqueólogos y forenses que participaron en el proyecto tuvieron que luchar contra el tabú, el miedo natural de todo silencio. Y así se convirtieron en sabuesos del pasado, escarbaron entre la mierda histórica, para hallar la belleza que crecía en el fiemo, poner nombre a la nada, renombrar el vacío, hacer justicia.

«Muchas de las cuestiones políticas de la República siguen vigentes», dice Emilio. «El federalismo, la relación entre iglesia y Estado, la dictadura congeló todos esos problemas que no tuvieron una salida en la Transición. Lo que deseamos desde la Asociación es construir una imagen real de la República, y no la creada durante 40 años de dictadura: una educación dirigida a legitimar el golpe de Franco», sentencia Silva.

Muchos de los muertos no descansan en paz…

Yo por mi parte compraré unos gusanos de seda y los soltaré por ahí. Si los encuentran por la calle no los maten, recuerden, son parte de nuestra historia, parte de su memoria colectiva.

Javier Rada

Sputnik o el dudoso arte de nacer

Imagino mi nacimiento como el despegue de un satélite ruso. Nací tan pequeño que un pedo de mi madre habría bastado para expulsarme al espacio exterior. «Lo llamaremos Sputnik»…dijo mi madre. «No, Maribel, Francisco Javier es mejor, por los abuelos, piénsalo, que se liarían al pronunciarlo (¿Cómo? ¿Espunchin?)». Fue un parto tipo estándar. ¡Ha sido Epsilon! Nadie lo celebró con vodka. Y las únicas huevas de caviar que brillaron, doy fe, fueron las mías.

Ahí me tienen, con mis antenitas. Un niño pedo de apenas 3 kilitos. Un bebé microbio que años más tarde daría tanta guerra como la malaria o el mismísimo dengue. ¡El primogénito! A mi hermano le tocaría ser cura…

Volvamos al parto. Absorbido como una aceituna rellena. Estaban de moda los partos pentotales (anestesia general), una moda, como tantas otras, francesa. Oui, a la parturienta le daban un gran chute en el último momento, justo cuando el niño sacaba la cabecita. Y por eso a mí me extrajeron con una ventosa ¡Pluf! La prueba palpable es el socavón que tengo en mi cabeza, situado en el chacra superior (donde pone Oz).

Santa epidural todavía no había sido anunciada en la Tierra: droga inventada por otro oscense, Fidel Pagés. Empiezo a comprenderlo todo.

La epidural, digo yo, duele…

Llanto iniciático

Berrido de buena nueva

Maullido de amanecer

¡Es un niño! (epsilon)

«Quiero verlo», dijo Maribel.

«Lo están arreglando»- que coquetos nos ponemos nada más nacer.

Pero antes de eso el ginecólogo cosía a mi madre:

«Te voy a arreglar bien para que no tengas problemas cuando seas mayor, escapes de orina y esas cosas…» Coser la E-P-I-S-I-O-T-O-M-I-A

Esto es una episio…

Fernando Arguis, el ginecólogo, es un tipo simpático, campechano, muy aragonés. «No quiero ni insultos ni aplausos, te voy a contar las cosas tal como son». La cosa se ponía interesante.

Mi idea era juntar al ginecólogo, a mi madre y a un servidor, y encontrar una suerte de catarsis periodística: los sujetos activos del reportaje reunidos para recuperar la memoria colectiva. Pero no pudo ser así por razones de espacio y tiempo.

«El problema viene por la americanización del sistema sanitario español, por las asociaciones de defensa del paciente, las denuncias, las aseguradoras», explica Arguis por teléfono. «La presión a la que están sometidos los profesionales es brutal. La OMS tiene razón en cuanto al número de cesáreas y episiotomías, pero los ginecólogos tienen miedo. Prefieren quedarse tranquilos. Hay un dicho: nunca te arrepentirás de una cesárea de más, pero sí de una menos»

Los ginecólogos también son humanos.

«Se multiplica lo innecesario. Piensa que por una denuncia te pueden cornear con más de dos años de suspensión de empleo. Muchos optan entonces por curarse en salud. Es un efecto no deseado. Ahora mismo en Aragón estamos en un 28% de cesáreas».

Se multiplica lo innecesario…

Cambio de tercio.

No sé por qué mi inconsciente relaciona a mi madre, su parto y Casilda Rodrigáñez.

Las feministas pasaron años negando la maternidad, exigiendo al resto de mujeres que vencieran el yugo esclavista de la crianza. ¡Mujeres! ¡Hembras congénitas! ¡Capitanas del clítoris! El crío representa a la bota patriarcal que os oprime las mamas y el útero. ¡No les deis ese gustazo!… por mucho que os apetezca. Pero las cosas cambian. ¡Mujeres! ¡Hembras congénitas!¡Todo es dinámico! Y ahora las feministas defienden también la maternidad. Saben que tener un hijo puede ser tan importante como subirse a las barricadas del género o elaborar manuales de castración para maltratadores compulsivos.

Casilda me resumió el problema del parto por puntos:

1. La sexualidad de la mujer:

La Biblia ya empezó con eso. En el papel protagonista… ¡Adán! El hombre dominador. La trama pasa por la enemistad con la serpiente, que representa la sexualidad femenina en las culturas neolíticas. Y la famosa sentencia de marketing de esta película: «Mujeres en la Biblia 1: Y parirás con dolor»

Casilda afirma que antes no se nacía con dolor (o con otro tipo de dolor más placentero). Las mujeres sabían parir.

Casilda afirma que la función principal del placer no es la reproducción, sino la regulación fisiológica y psíquica de nuestro propio cuerpo.

Y estoy muy de acuerdo…

Entonces encontramos al asesino del filme: el Doctor Tabú Sexual Judeocristiano. Todo lo cura o castra.

La inhibición de la sexualidad materna, el poder de las pautas… En nuestra sociedad avanzada 3.0, los medios de comunicación hacen del sexo algo explícito pero se oculta la represión del deseo. Se robotiza la maternidad. Madres replicantes. Se traumatiza el parto. ¡Norman Bates cortando cordones umbilicales en la ducha! Olvidémonos del parto orgásmico. Sí, han leído bien, el parto orgásmico. Porque hay mujeres que todavía hoy disfrutan de esa joyita del pasado: como cuando las indias parían solas en los bosques selváticos y no conocían dolor, o así lo describieron los cronistas.

La danza del vientre poco tenía que ver con el arte de la seducción. Es un arte de placer autoerótico, basado en el movimiento del útero. Es costumbre en Arabia que cuando una mujer va a dar a luz se genere un corro de mujeres a su alrededor. Realizan la danza para hipnotizarla, acompañándola en el parto, relajándola, indicándole el movimiento del útero. O eso creí entender a Casilda.

2. La intimidad. Hay que generar oxitocina (hormona relacionada con el orgasmo) y no cortisoles y otras hormonas, relacionadas con el estrés. ¡Sino no hay quién dilate!. Se necesita relajación. De ahí el uso de oxitocina sintética en los hospitales, que curiosamente perjudica a la segregación natural de la oxitocina de la madre. Esta historia me encanta. Vean como lo solucionan otros mamíferos, los delfines en un improvisado hospital náutico de campaña:

La madre empieza a parir acompañada de otras dos hembras matronas. Se crea además un corrillo de protección, un círculo de confianza alrededor de la parturienta y sus amigas, en el que sólo participan otras hembras del grupo. En sistema anillado, un nuevo corro exterior se crea, esta vez sólo de machos, que se encarga de protegerlos a todos. Seguridad, intimidad, protección, solidaridad, cariño… ¡Por qué no nacimos delfines! O en su defecto candirús, peces vampiros del Brasil.

3…

Y esto es todo, mis bien y mal nacidos amiguitos. Vemos que los problemas empiezan nada más nacer. Que la vida es un valle de lágrimas desde el principio. Y que aquello de las cigüeñas y París molaba más. Aunque seguro que habrá cigüeñas misóginas, ¿no?.

Javier Rada

Kinder uterino (¡qué bueno!)

Tú nacimiento poco dista de la concepción de un huevo kinder. ¿Cómo parimos? ¿Cómo nacemos? ¿Si los problemas empiezan nada más nacer qué podemos esperar del resto de la existencia? ¡Malnacidos! Será que la misoginia clínica resiste. O será que todo sale de fábrica, que los procesos de producción hacen del parto un montaje en serie. Sería, eso sí, un buen guión para un remake de Tiempos (Post) Modernos: Chaplin retorciendo con alicates naricitas de bebés.

Y ahí estás tú sin preocuparte, hermoso y redondo huevo kinder: cremoso por dentro, oscuro por fuera. Oscuro por la quemazón que te provoca el haber nacido siendo un homus kinder, con los problemas que ello conlleva, con los problemas absorbidos nada más nacer. El claustro materno no es edénico, olvídate de eso. Todas las personas con las que hablé aceptaban este punto de partida (no otros, que el tema trae su polémica, ríete tú del Estatut).

Del parto utópico al parto real, dicen. ¿Qué es utópico? ¿Qué es real? El reportaje fue todo un parto, a veces utópico, y visto el espacio, bueno, para qué hablar…

Primero descubro a Ibone en los talleres del pornolab. Tantos años tardamos en descubrir el clítoris y ahora nos viene con que hemos de encontrar el útero. !Noooo! Demasiado complicado. El silogismo tetosterónico de mi bolsa escrotal no da para más. Fallo en el sistema neuronal ¿Otro?

Ibone hablaba del placer uterino. De los miles de años de represión sobre el autoplacer femenino y del desdén implícito a esa parte del cuerpo que no llegamos a saber dónde está. «Y parirás con dolor». Castigo divino. Hablaba del deseo materno inhibido, de la erótica de la crianza («se nos empieza a reprimir con los movimientos pélvicos cuando somos pequeñas»). Cástigo patriarcal. Asegura que el útero queda como atrofiado y de ahí muchos de los problemas. Y todo relacionado con un acto sexual, ante todo íntimo, hermoso, una explosión hormonal emparentada con el orgasmo, el parto.

Es como en el cine porno. No todo el mundo es capaz de follar delante de cinco personas, y los focos, las órdenes del director, la falta de intimidad… ya sabes. Lo mismo ocurre con el parto. Frente al ginecólogo, los gritos castrenses de «empuja». La posición «humillante de la mesa». El parto es una parte indisoluble de la sexualidad de la mujer. Y sus derechos deben ser respetados, asegura Ibone.

Le comenté a Idelfonso, patrón de Actualidad, el tema este de los partos, lo del orgasmo, la relación erótica y placentera, las críticas expresadas en el reportaje a la práctica médica, las recomendaciones de la OMS, etc. Me miró como si fuera si fuera un Lunni vestido de pederasta (¿o será al revés?). ¿Sexo y partos? ¿Qué dice? ¿El poder del útero? Ya empieza Rada (¡desconectarlo!). ¿Niños, lactancia, y erotismo?. Buenas noches nos vamos a la cama, los niños y el Rada vestidos en pijama…

Ahhh, el útero está aquí…

Estaba claro. Tenía que hablar con la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. La mujer con voz nasal que contestaba el teléfono me daba largas. Envié varios e-mails. Nada. ¡Por dios, la patria y el rey! Necesitaba la voz oficial del sistema. Que me dijeran que Ibone-o por lo menos los Lunnis- estaban equivocados. Hablé con el Ministerio de Sanidad. «Uy, eso depende de cada Comunidad Autónoma». Hablé con la Consejería de Sanidad de Madrid «Uy, eso depende de cada médico, la práctica del profesional es sagrada». ¿Cómo? Pero si la OMS recomienda que los Estados velen por el respeto del parto. Y en la SEGO nadie recogía mis súplicas…

Javier Rada

Uter Chocobom (¡qué bueno!) O el Estado del parto o el parto de Estado

…Finalmente hablé con la SEGO. «Por dios, las gasas y el rey». Al teléfono, su presidente, el doctor José Manuel Bajo Arenas. Muy a la defensiva (o será su carácter, y yo un sensiblón). Algo me decía que no íbamos a tener una conversación agradable. El teorema de la pitbulización de las masas, ya saben. Pero las cosas no salieron tan mal:

«¡Hombre, me alegra que ya no lo llamen parto natural sino respetado! ¿Qué diablos es eso del parto natural?. Es cómo decir que el cuerpo es natural y por ello no necesita medicamentos, ni cirugía, en caso de problemas», suelta con voz ronca y agresiva.

Tiene lógica. A los 12 años me operaron de apendicitis. Imagínense si hubiera sido un Neardenthal. Habría engrasado las filas prehistóricas de mortalidad infantil. Enterrado en mi cuevecita entre llantos tribales. Mi padre inmortalizándome con enorme cabezón en las paredes. Y miles de años más tarde, Arsuaga especulando sobre mí. «Este niño fue devorado por su propia familia, ¡canibaaaalismo!» «Coño, no, Arsuaga, que tenían hambre y yo ya estaba muerto»

«¿Qué me dice del elevado número de episiotomías?», insisto, luego existo.

«¿Las han contado o qué? Nadie puede saber si un parto se va a torcer a priori. Lo único importante es la seguridad de la mujer. ¿Qué quieren, que se mueran como en el Tercer Mundo?», arremete.

Tenemos ya algunos elementos críticos en este puzzle: la seguridad y el miedo. Eros y Tánatos. El miedo de los médicos para que no les corneen y los inhabiliten de por vida. El miedo de muchas mujeres que les hace confiar ciegamente en el sistema médico y no en su cuerpo. Y en tiempos del miedo siempre prima la seguridad. Es comprensible y lógico. Miren sino la pax romana de EEUU.

Seguimos con la conversación…

«Ni que nosotros defendiéramos las episiotomías…», insiste Bajo Arenas, luego también existe.

Ya me imagino, eso de rajar por rajar, es propio de Jack el Destripador o de los Tutsis y los Cut-sis…(pienso)

«El tipo este de la OMS, el de las famosas recomendaciones, lo expulsaron de la organización por malversador de fondos».

Falacia ad hominem. Ay, pillín. Las recomendaciones siguen allí.

«¡Que vengan los señores de la OMS y vean un parto real! Ellos buscan un ideal. Si viene todo bien, el niño sale de su placentilla, etc… vale. Pero cuando empiezan los líos…»

La conversación acaba pronto. El doctor tiene prisa. Promete enviarme todo lo que ha escrito sobre el tema, y así lo hace al día siguiente. Estoy agradecido. Pero sigo preocupado. Dos posiciones enfrentadas, a priori… Escribo esto para empezar a entenderme a mí mismo y al reportaje:

Regresar al útero. No para hallar la paz, sino para encontrar respuestas (el origen de la polémica). ¿Nacemos mal? Numerosos colectivos denuncian la excesiva medicalización del parto y que no se cumplen las recomendaciones de la OMS.

¿Se pueden cumplir con estos protocolos en España: disminuir el uso de cesáreas, más protagonismo de la madre, evitar la episiotomía (corte en el periné para impedir desgarros)…?

Volver a nacer. «Pedimos un parto respetado para la madre y el bebé. Que se cumpla lo que dice la OMS, el parto no es una enfermedad, y no debe ser tratado como tal», sintetiza Ibone Olza, médico psiquiatra, y autora del libro ¿Nacer por cesárea?. Es la fundadora de El Parto es nuestro, una de las muchas asociaciones que han dilatado sus acciones en los últimos años gracias a Internet.

En la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (Sego), en cambio, consideran estas denuncias un desgarro utópico. «La OMS busca un parto ideal. Que vengan y vean uno real. Lo importante es reducir la mortalidad, y tenemos unas tasas bajísimas», alega su presidente, el doctor José Manuel Bajo Arenas. Contracciones, dolor, oxitocina ideal…

¿Qué hacer? Necesitaba un punto de vista aleatorio y neutro. Un punto de vista (experto) pero que me hablase desde su posición personal, gratuita, su experiencia sin tapujos. ¿Dónde encontrarlo? Es cuando empiezo a pensar… un momento, yo no nací por generación espontánea, no soy una mosca de la carne (si acaso cojonera), estuve en un útero, sí ¡pasé por el mismo trance…! Ommmm. Ay, madre ¿seré un malnacido….? De ahí el irónico título del reportaje.

Dos posiciones, a priori, enfrentadas. Por eso lo de regresar al útero. Romper a llorar como en la primera vez. Mi nacimiento…9.00 horas. Huesca. Estamos en el 9 de noviembre de 1978. Llamo a la puerta magenta. Maribel Escartín ha roto aguas. Pertenece a la generación del anestésico Pentotal. Pronto se producirá un parto definido por el ginecólogo como «estándar».

Javier Rada

Necrofilia a José Ángel

El estrés es necesario. Es un estado fisiológico que nos libró de los afilados dientes del felino sable. Y ahora se ha convertido en el felino en sí. Crack, crack, la naranja mecánica, crack, crack, la mente al exprimidor.

No sé si vale la pena, alguaciles de la mente, inquisidores de siempre, mundo histérico que nos empujas una y otra vez hacia al vacío, pero ahí va. Por mucho que quieras definirlo, por mucho que te preguntes, nadie puede llegar a describir eso que es vacío, la nada, la tierra negra sin vida. Y sin embargo, ¿quién no ha creído estar alguna vez ante sus fauces? ¿quién no ha pensado que se estaba precipitando en él?

José Ángel González hace tiempo que no escribe porque no se encuentra entre nosotros. ¡Que nadie se asuste! No se convirtió en espíritu. Tampoco en reliquia. Y no piensen que se pasea con una toga decimonónica por la Asociación de la Prensa, aquejado por el peso de sus cadenas, gritando: «Arseeeeenio, arseeeenio…». No. Sufre el síndrome del periodista, algo así como el Síndrome del Norte de los guardias civiles vascos, un ataque de estrés…

No soy nadie para decir cómo se siente. Hablaré de mí. Recuerdo cuando cogí una baja de esto mismo, ansiedad, llámenlo como quieran, hace más de un año, y lo pasé mal. Me hundí. Y entonces juré que nunca más iba a ocurrir algo parecido (promesas, promesas…). Supe enseguida que su proyecto-empresa no era el mío, porque mi cadáver no entra en prebendas, porque mi cadáver-mente es mío y lo quiero para mi necrofilia personal, nada más.

El Lexatin-ansiolítico magno, chinitas del Lexteo- te deja gilipollas. El Lexatin es una droga imbécil. Te la recetan como los Lacasitos. Y ya está: todo sigue igual. Periodistas con el síndrome del periodista. He visto a unos cuantos caer. Habrá otras profesiones que lo sufran. No es una competición. Pero mientras exista el Lexatin no habrá solución. Porque lo importante siempre fueron los parches, ¿no?. Nunca el agujero en sí. Es fácil adivinar la razón: el agujero, como el vacío, no podemos o queremos describirlo empresarialmente. El agujero es un daño colateral más de este sistema imbécil (producir ¡heil¡ producir ¡heil!) y no merece mención en los manuales psiquiátricos de nuestra amada sociedad demente.

Oh, gran Satán. Nos acercamos peligrosamente a la sociedad esclavista de la Revolución Industrial: el máximo beneficio al mínimo coste; el mínimo coste al máximo coste humano. No me extrañaría ver a nuestros pacíficos ciudadanos practicando el ludismo contra hoteles de lujo, los campos de golf, las obras del faraón Gallardón. No me extraña ver a la gente más loca, nerviosa, en esta abigarrada dinámica de producción. De momento, nos libra el consumo. ¡Quiero romper mi ordenador! Me compraré otro. Y punto.

Le pedí a mi jefe que escribiera unas líneas para el blog, que no es lo mío. Como no lo hizo, o no le di tiempo, solté este rollo. Recupérate, tío. Que el barco va a la deriva. Sólo pediría menos Lexatin y más humanidad para muchos, si es que alguien recuerda qué es eso de la humanidad. Necrofilia para vos, José Ángel, que sabes que tu cadáver-mente te pertenece. Y eso te convierte en un zombi sexy. Que lo disfrutes.

Javier Rada

Homófobos

Homófobos, cállense. Cierren sus bocas. Y escuchen por un momento.

Dejen que el tiempo avance, de preocuparse por los demás. Olviden por un momento ese papel batallador que les legó la Historia. No podemos evitar que el tiempo siembre las nuevas semillas, las nuevas ideas, las nuevas formas de vida (algunas muy antiguas). Ayúdennos a construir la otra historia. La historia en minúsculas, de lo cotidiano. Hechos que un día les llenarán de orgullo ante sus hijos: yo fui uno de los primeros en dejarles en paz. Vaya esta otra historia como ejemplo.

Vibeke le preguntó a su madre:

«¿Me quieres incondicionalmente?»

La madre respondió:

«Creo que sí»

«¿Sólo crees que sí?», increpó Vibeke

«Bueno… Sí. Incondicionalmente»

La madre de Vibeke estaba alterada. Había entrado por la puerta hecha un manojo de nervios. No sabía qué podía ocurrir. Desconocía el motivo de la cita con su hija. Vibeke llevaba tiempo muy rara. Desde que volvió de París no había vuelto a ser la misma. Medio deprimida. Medio perdida. Por la mente de su madre paseaban en romería todos los tópicos: «estará embarazada, tendrá deudas, estará en líos con las drogas, la policía…»

¿Qué le ocurría a Vibeke? ¿Qué era aquello tan malo?

Mamá, soy lesbiana.

Papá no lo entenderá.

Mamá y papá dejarán de hablarle durante meses.

¡Su hija era lesbiana!

Durante meses Vibeke vivió en el silencio.

El armario opresor ardía y ella como bruja-símbolo de la liberación femenina- saltaba sobre sus restos sin miedo.

Durante meses fue así… hasta que un día sonó el teléfono. Su madre lloró. Su padre lloró. Porque la humanidad y el amor superan siempre a las ideas, a los prejuicios y las cazas de brujas…porque a veces el fuego no es reparador, porque a veces es más cómodo odiar que sentir en lo profundo, porque a veces preferimos una idea del mundo al mundo tal como es…

¿Qué pensaría si su hija, su hijo, hermana, hermano, madre, padre, abuela o abuelo les dijera que es homosexual? ¿Qué camino escogería: el del amor o el odio, solitario predicador?

Javier Rada