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Primer lote en el pajar en ‘Granjero Busca Esposa»

Ay, amigos, la pasión ha llegado a las granjas y no hablo de que nuestros amigos granjeros estén más calientes que el pecho de un herrero, no, sino de que uno de ellos ha pillado cacho, y por si fuera poco, en un pajar, lugar bucólico y tradicional donde los haya. Veamos toda la historia.

Granjero: Priscilio. Chicas: Inma y Silvia

Priscilio es el hombre torturado. Le han tocado dos chicas que se pasan el día de mal rollo.

Se llevó a Silvia a una cita romántica al campo y lo primero que le dice ella, para conquistarle, es que con él está fomentando el don de la paciencia y poco más o menos le insinúa que no se arrima: «parezco tu mejor amiga» dice, porque «que muy amigos» pero que no «se arrima». O sea, que si le saca un semáforo verde sustituyendo al hombrecillo andador por una mujer en posición de fornicio no de lo dice más claro.

Y encima Inma se tomó a cuerno quemado lo de la cita y que llegaran entrada la noche. «Me suda el chichi» lo que hayan hecho, dice, pero se la comen los celos, pensando en que «se han podido besar o cualquier cosa». Silvia se puso en plan niña chica y pasó de cenar, esperando a que vayan a buscarla. Le faltó lo de «ahora me enfado y no respiro». Priscilio flipaba, claro, porque llegaba de una cita en la que le pusieron a caldo y cuando llega, la otra también le pone a parir. El próximo programa de este chico va a ser «Granjero busca quedarse soltero».

«Veo guerra», dice Silvia, e Inma «ya empieza la verdadera convivencia en la granja». Estas se piensan que están en Gran Hermano. Para mi que miran al bueno de Priscilio y ven un maletín.

Perla: «Quien se pelea, se desea», dice Inma, que es otra amante de la sabiduría popular y los razonamientos de adulto. Al Qaeda y Estados Unidos se quieren mucho.

Silvia y Priscilio, como bien dice ella, parece que llevan treinta años casados. Hasta pelar patatas se convierte en una pelea, si llegan a hacer un soufflé acaban a cuchilladas. Y encima, Silvia cabreó otra vez, porque tardaban mucho en hacer la tortilla y mientras ella estaba limpiando. ¿Cómo no iban a tardar si discutían en cada patata?

Priscilio está pensando en apuntarse la próxima vez a «Granjero busca mascota muda».

El pobre chaval se las llevó a un campo de placas solares que tiene para limpiarlas. Ahí había más chismes que en la Estrella de la Muerte y el tío les saca unas fregonas y les dice que a limpiar. Muy tecnológico… Pero resultó que era una venganza, porque le encerraron en el gallinero. Joe, que tío, ¡qué venganza! ni Al Capone habría tramado algo tan cruel… Normalmente limpian las placas con alta tecnología, o sea, con un tractor.

Priscilo se llevó a Inma a cenar, para que no estuviera celosa, pero acabaron a tortas porque Priscilo le dijo que el beso que se dieron en la primera cita había sido idea de ella. Y Silvia, que es más susceptible que un bidón de nitroglicerina, se enfadó, porque la estaba poniendo de «guarra» y se piró del restaurante, dejando al granjero compuesto y sin chati. Eso sí, Priscilio sacó su carácter… pero era un carácter tan educadito que ni se notó.

Granjero: Julián. Chicas: Silvia y Safita.

Yo creo que estas dos deberían resolver el conflicto a cara o cruz o a diez pasos, porque vaya tela.

Safita se puso a darle un masaje a Julián y Silvia, para qué queremos más, que si su compañera es una guarra. Para mi que el tío está encantado de que sus granjeras se lleven a matar, porque redunda en su beneficio, más que nada, porque si una se pone calentona, la otra también, y eso parece ya una competición de Mama Chichos. Silvia acusa a Safita de usar lo de «tiran más dos tetas que dos carretas» y Safita a Silvia de arrimar el culo cuando se subieron al Quad.

Es bien cierto que Safita es un poco especialita, porque no le gusta nada, incluyendo el ir al río, y claro, Silvia ya tiene para montar el pollo una hora. Monólogo malrrollero interminable, y Julián mirando al infinito, quien sabe si pensando en los interminables días de invierno, sin poder salir de casa y con Silvia machacándole la cabeza.

Ya en la granja de las vacas Julián se puso a atar a Silvia. Lo hizo como de broma, pero yo no me fiaría. Una de dos, o tras atarla llamó a SEUR para que se la llevaran, o nos hacemos a la idea de lo que le gusta a este muchacho en la alcoba. Yo no descartaría un armario lleno de correas, pelotitas rojas y fustas.

De este trío lo único que nos ponen son las comidas, nos ponen digo que las sacan por la tele, no que nos exciten (aunque hay gente para todo).

Escena: Safita dice que tiene que ir al médico porque se la han comido viva las pulgas, y tienen que pincharla. ¡¡Qué mala es Silvia!! Aprovecha un aparte para decir que Safita no quiere ir al río porque le da corte, «como está toda llena de estrías…». Que suerte tiene esta mujer de que ya no exista la Inquisición, porque la habían quemado fijo, por bruja.

Silvia se hizo el culo vuelta y vuelta con el asiento del quad, que había estado al sol todo el día. Claro, es lo que es lo que tienen los pantalones cortos. Eso sí, al final se fueron al río, en plan bucólico… cosa que estropeó Silvia, aprovechando el tiempo poniendo verde a Safita, pero le salió el tiro por la culata, porque a Julián le parece feo que se meta con la otra.

«¿Yo te molo?», le dice Julián Silvia, así, a lo quinceañero y Silvia sale por la tangente, mientras fuma. Por cierto, tiene una hija.

¡¡¡¡CHAAAAAAN, CHAAAAAAN!!!!

Momento mal rollo pillada de cuernos (la RAE me haría ejecutar por esta frase… bueno, y por cualquiera).

Escena: De repente aparece Safita en el río y se los encuentra metidos en una caída de agua, frotándose como dos salmones en celo. Y la muchacha llegando del médico y sin llaves  para entrar en la casa.

Si las miradas mataran, Silvia estaría muerta.

Por la tarde se fueron Silvia y Julián a ver un partido del mundial, porque Safita estaba un poco adormilada del pinchazo (de Urbason, supongo) y encima un poco «desilusionada» porque Julián es «frío». Ja ja ja. Es que la tía pretendía que Julián fuera a verla y dejara a la mitad un partido de España del mundial.

Granjero: Sergio. Chicas: Alba y Marta.

 Alba se siente como una vela. Eso sí, una vela maquillada a lo reina del Bronx, no apta para iglesias.

Escena: La pobre Alba intentando dormir y los otros dos encima en la cama, creo que intentando asfixiarla pero de verdad. Total, hay mucha finca donde enterrarla y muchas vacas dispuestas a comer lo que sea. Alba se toma la broma/juego peor que si se le hubiera acabado el perfilador de ojos.

 Sergio fue a buscarlas a las seis de la mañana, e intentó levantar a Alba, pero le habría sido más fácil levantar a la momia de Lenin. Al final, se van a currar Marta y Sergio, Alba permaneció bajo el edredón, cual crisálida, solo que volvió a salir la procesionaria del pino, en lugar de la mariposa.

Así las cosas, Alba se refugió en el Tuenti (con su portátil, tía). Seguro que le estaba poniendo a sus colegas lo mal que lo está pasando, tías, que me hacen trabajar y no hay Bershka ni nada.

Sergio las llevó a la finca de sus padres, y por el camino, Alba se retocaba el maquillaje. Creo que esta chica se retoca el maquillaje entre mojón y mojón cuando está cagando. ¿Tan fea se verá?

Marta se acopló muy bien, charlando con la familia y mientras Alba pasaba el rato con cara de estar visitando un campo de refugiados en Bagdad.

Escena: Se van a un restaurante y les invitan a pasar la noche en una casa rural. Sergio intenta que monten un trío, pero Alba dice que quiere dormir sola. La última vez que a esta muchacha la vieron sonreír la mili se hacía con lanza.

Al final, Alba saca su carácter, porque dice que Sergio la imita la forma de hablar (cosa que es verdad), pero fastidia el reproche hablando en plan pijo/poligonero, como si tuviera una pera en la boca.

Marta dice que hay atracción física… y así es: al final se dan el lote en el pajar, un clásico granjeril. Y Marta, en plan erótico, le dice entre beso y beso que ha ordeñado a seis vacas ella sola, ¿estaba sugiriendo algo?

Si me tocan los euromillones me voy a comprar un pajar sólo para montármelo allí.

Granjero: Pedro. Chicas: Amara y María.

¡¡Un programa para Pedro él sólo ya!! Este chico debería ser el próximo Eleno Francis. Qué bueno sería poder llamarle y pedirle consejo, para que nos contestara con algún hermoso refrán .

Pero dejemos de soñar y vayamos con los hechos: En casa de Pedro hay pulgas. María cometió el error de reprochárselo y Pedro salió con que ella se pasa el día protestando: «parece un marrano mal almorzado«. Con semejantes sentencias no sé si comentar las andanzas de Pedro o limitare a transcribir sus frases…

El caso es que dijo que María saca lo peor de él y viendo lo que le hizo a la cabra, a mi eso me preocuparía.

Al pobre Pedro le picó una avispa en el dedo y las chicas corrieron a consolarle, pero él sólo necesitaba el consuelo de su propio pis. «Me acabo de mear en el dedo, así que si queréis…», ja ja ja ja. Este tío es un pozo de sabiduría: «Los remedios caseros son los primeros». ¡Pis para todos!

Las chicas disfrutan escandalizando a Pedro, así que se pusieron a hablar de hacer un trío, pero que se lo tienen que pensar, a lo que Pedro responde diciendo: «Llevo mucho tiempo en castidad, aguanto un poco más«. Y casi se atraganta con el café cuando María le dice que ella, virgen hasta el matrimonio.

«Esta mañana, en Toro, me sacaron de quicio las dos, iban por la calle haciendo el tonto y no me parecía ni medio normal», dijo el alegre pero formal pastorcillo de cabras, y añadió que «para estar de botellón con los amigotes, sí, pero durante el día, por la calle… y todavía querían que brincara yo también». ¡¡Malas pécoras, descarriadas!! ¡¡Cómo se les ocurre ir canturreando por la calle!!

Esas brujas impúdicas que tiene por candidatas se lo llevaron engañado de compras. «Prefiero tener almorranas que ir de compras con mujeres» dijo él, y ahí estoy con Pedro. «Rosa ni hablar», dijo ante una camiseta del color del chicle, ahí también estoy con él, porque todo el mundo sabe que el rosa es de mariquitas y de nenas.

¡¡¿Pero cuánto se han dejado en ropa?!! ¡¡Amara no dejaba de soltar billetes de 20 euros!! No sé si fueron a comprar al pueblo o a Beverly Hills.

«Me querían hacer moderno, a estas alturas de la película», dice el pobre muchacho, que debe estar ahorrando para comprarse una boina de roscachapa.

Ja ja ja ja, Pedro se pone en plan castigador, y les dice que como le echan la bronca ya no las va a conquistar (supongo que por conquistar entiende tomar al asalto), y que si surge, surge y las dos se cabrean y se dan una vuelta por el pueblo echando pestes. Al final, le reúnen para ponerle las pilas. Les falta ponerle un foco en la cara y echarle el humo a la jeta.

Al final, acaban peleándose entre ellas, porque Amara es más blandita y María quería darle caña. «María es una revolucionaria», dice Pedro.

Al final, el muchacho se enternece, y tras destripar a una mosca con el matamoscas encima de la mesa, les pide perdón. Aunque… a lo mejor se lo estaba pidiendo a la mosca, vete tú a saber.

Granjero: Antonio. Chicas: Raquel y Guacimara.

Raquel es tonta. Yo me había ido hacía días, porque Antonio la trata como a las hemorroides de Pedro, en silencio y mirándola con asco. Lo dicho, yo me había ido, pero a lo Lisbeth Salander, con la granja ardiendo tras de mi.

Al final, se sientan a hablar y Antonio le dice que «no se esfuerce tanto, que no tiene nada que hacer», así, sin anestesia, toma leche. Pero Raquel tiene más cuajo y más paciencia que la Madre Teresa de Calcuta y la Abeja Maya juntas, así que se lo toma a bien. 

De hecho, la pobre mujer sale por la tangente y se ofrece como Celestina y para darle consejos y que conquiste a Guacimara (cosa difícil, me temo). Antonio, después de haber dicho que Raquel era insoportable, ahora dice que es una «señora» por quitarse del medio.

El pueblo de Antonio parece el Consejo Superior de Deportes, porque se pasan la vida haciendo ejercicio: tras las olimpiadas rurales, liga de fútbol. Las chicas hacen el saque de honor en un partido de colegas. Iba a ir el Rey, pero al final se le pinchó una rueda y no pudo.

Ya en el establo, Antonio da tranquilizadores consejos: «Sólo os pido que miréis al culo de las vacas, para que cuando caguen, salir corriendo«. Eso, para no asustarlas y que les guste la tarea. Es como si vas el primer día a currar en la charcutería y te dicen «sólo te pido que cuando veas cómo las máquinas rebanan los dedos de tus compañeros salgas corriendo, para que la sangre y las vísceras no te salpiquen».

Para enternecer a su candidata (Raquel ahora es sólo apoyo moral), se las lleva a darle el biberón a los terneros, pero resulta que no es un trabajo tierno, porque se los ponen en un bebedero, en plan frío. Ay, si Heidi levantara la cabeza.

Granjero: Ramón. Chicas: Cheli y Mónica.

Ramón se quiere quedar con las dos, pero no para enamorarse, ni para casarse, sino para ahorrarse altas en la Seguridad Social.

 Yo no se qué le ve Cheli en este tío, pero le tira los trastos a muerte y enseña chicha siempre que puede, lo que resulta igual de efectivo que enseñarle a una piraña una pata de jamón, porque este granjero es de instintos básicos.

Escena: Momento sofá, con Ramoncito más pedo que Alfredo (ese tío debía ser abstemio, porque todo el mundo va siempre más pedo que él), en plan ultrababoso que si te arrimo, que si no te arrimo, ay, cordera. 

¿Os habéis fijado en que Ramón siempre lleva la misma camiseta naranja en los «confesionarios»? Lo mismo los hace siempre después de repartir las bombonas.

Es a este tío al que tenían que haber cogido y no a Escassi para un programa de solteros de oro, porque el tío se piensa que es un premio que ni los derechos de explotación de una mina del Potosí. Ejemplo: Las hace cocinar una tortilla de patatas a cada una para que la que la haga más rica se lleve una cita con él. Le faltó pedir que enviaran «cita Ramón al 5544».

Como es así de fino, al final cabreó a las dos, porque se metió con las dos tortillas y encima le dio un poco al perro.

Ramón pensó que se había apuntado a «Granjero busca convertirse en tratante de esclavos«, o a «Granjero busca la mejor manera de hacer una doma de hembra humana», porque las trata como al ganado.

Un clásico: clases de conducción de tractor. Cheli va la primera, sin incidentes, luego Mónica, sin incidentes, pero, ¿qué opinará la Guardia Civil del paseo por carretera con el tractor a toda leche y con Cheli subida en el capó al estilo de Los vigilantes de la huerta? Lo mismo usan las imágenes para la próxima campaña de la DGT.

«Yo pensé que las cabritas las tenía para hacer queso o algo productivo», dice Mónica cuando se entera de que los bichos de Ramón son para comer. ¿Qué puede haber más productivo que unas chuletitas de cordero?

Al final, en una de las cenas se monta: Ramón VS Mónica. Y Ramón, que es un hombre muy de razonar, escuchar argumentos y dar su brazo a torcer, les acaba diciendo a sus candidatas que las va a acabar considerando empleadas ¿acabar? ¡¡Pero si ya lo hace!!

Cuando se marcha, Cheli también le pone verde, pero en la discusión no dijo nada, la jodía…

En fin, amigos, así son las cosas y así se las he comentado.