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La nueva tía buena por la que suspirarán en ‘Un príncipe para’ se llama…

A mí todo esto me da mala espina. Es una especie de timo. Como esa gente que pide una Xbox por correo y luego le mandan una piedra dentro de la caja.

Como sé que no sois adivinos (si lo sois avisadme, que tengo un par de preguntas) os diré que os hablo de Un príncipe para Laura. Sí, amigos, así se va a llamar la nueva muchacha de buen ver que despertará el interés de un hatajo de mastuerzos que harán lo que sea para ganarse sus favores.

«Morena, atractiva y enérgica, Laura es una soñadora veinteañera que adora la aventura y que no busca a su príncipe azul: lo que quiere es encontrar a su príncipe valiente, que la haga sentir completamente única». «Con un carácter decidido y de contagioso buen humor».

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Eso es lo que dice Cuatro sobre la muchacha. Analicémoslo:

Morena, atractiva y enérgica = está para arrimarle el tocino del cocido. Su estado emocional es «comounaputacabra».

Soñadora veinteañera= no ha acabado ni la ESO y Hermano Mayor es su programa preferido, pero aún no se le han caído las tetas.

Lo que quiere es encontrar a su príncipe valiente= los gordos no tienen nada que hacer, quiere un maromo con los brazos como las patas de King Kong.

Que la haga sentir completamente única= que le compre muchas cosas y no sienta atracción por otras chonis.

Con un carácter decidido= Es más cabezota que seguir llamando Mr. Proper al Don Limpio.

De contagioso buen humor= Se va a romper la caja humillando a los tolais que estén por ella con pruebas absurdas que se habrán inventado los guionistas del programa.

Además, de los alegres muchachos que la requiebren, dice la cadena que busca «a un grupo de conquistadores de cualquier condición y aspecto, con variopintas personalidades y singulares aficiones».

Eso significa que cuanto más frikis mejor, que hay que llenar muchos estereotipos y que además del maromo guapo necesitan a nerds, gordos y gente rarita para que nos podamos echar unas risas. Ah, y que quieren otro chino cabrón, que el otro dio mucho juego.

Todo esto nos lleva a la primera hipótesis: ahora los concursantes tienen que apuntarse al casting sin haberla visto. ¿Os imagináis que luego resulta que en lugar de ser una muchacha guapa donde las haya es un cardo borriquero de los que harían que un orco vomitara?

Molaría…

 

Corina elige a Pascual en la final de Un príncipe para Corina

Ah, Corina.

Su hermana quería para ella alguien inteligente, caballero, apuesto pero no sólo una cara bonita. Su amigo quería que fuera como él, «guapo y estiloso«. En el caso del amigo eso supone que tiene que ser feo, gordo, prepotente e insoportable. En caso de la  hermana… eso no existe.

«Los frikis al igual que los gays al ver este programa saldrán de sus habitaciones«. Sólo por esa frase Pedre merecía quedarse con Corina hasta que se cayeran las tetas. A uno de los dos.

Pero no, las cosas fueron por otro lado. Corina no necesita un príncipe, necesita un graduado escolar y pasa lo que pasa. Empecemos por el principio.

La cosa comenzó con una conversación entre Álvaro y Luis que podría ser estudiada por varias generaciones de psicólogos y los volvería locos a todos. Eso sí, podría resultar reveladora para varias generaciones de adictos al crack.

Llegaban a la final dos nerds, tres guapos y un simpático, pero para cumplir. Eran Pedre, Quique, Pascual, Caín, Diego y Capi.

Ojo al momento chino cabrón de Yong, que estaba viendo el programa mientras cocinaba en el wok y casi se saca el rollito de primavera allí mismo y lo pone todo perdido de salsa agridulce.

Y ojísimo, ojíiiiiiiisimo que deberían darle el puñetero premio ondas al tipo del programa al que se le ocurrió ponerle sonido de tirar de la cadena para que después apareciera Bruján saliendo de una puerta. Dios, que descojone.

El caso es que les dieron a los seis finalistas una hora para que buscaran una última prueba de amor para Corina. Ideas de peón camionero para dar y tomar. ¿Sabéis la guerra de los cien años? Pues empezó así.

Quique se dedicó a reclutar gente en la playa para que le ayudaran a enamorarla. Consiguió a cuatro jubilados ingleses que estaban para el arrastre. Eso después de que la Guardia Civil le soltara por acosar gente por la playa. Ni que decir tiene que al amigo gordo hortera no le gustó.

NO SOPORTO AL AMIGO GORDO HORTERA QUE SE CREE ESTILOSO.

Después apareció Pascual cantándole una canción de esas que pueden formar parte de los ingredientes de un supositorio por su capacidad para remover el estómago. Con todo el criterio, a la hermana de Corina no le gustó.

ADORO A LA HERMANA DE CORINA.

Caín, que es muy intelectual, decidió cortarse el pelo. O sea, raparse, y escribirse detrás el nombre de su amada y un corazón. Yo lo habría mandado a hacer la mili con el Sargento de Hierro para que supiera lo que es ir rapado.

Diego se vistió de mamarracho, a lo La Máscara haciendo de latino pero con un toque de frecuentar cuartos oscuros y se puso a bailar con otra. ¿Sabéis la guerra de Troya? Pues a Elena la conquistaron así. Eso sí, a Corina le pareció que iba sexy. La madre que la parió.

Andrés, más conocido como Capi, se dedicó a hacer una pancarta en la playa que pretendía ser un retrato de Corina, pero que habría servido para reivindicar desde una Sanidad Pública hasta más derechos para los escarabajos peloteros. Eso sí, en su imaginación lujuriosa le dibujó unas tetas como camiones cisterna.

A Pedre no se le ocurrió nada mejor que jugarse la vida. Bueno, en realidad hizo un salto en bomba (con connotaciones de bicho bola) al agua desde una altura de 20 centímetros. Al puñetero amigo gordo le pareció que Pedre no daba para más.

NO SOPORTO AL AMIGO GORDO QUE SE DEJA BARBA PARA NO PARECER UN GORDO CON PAPADA COMO PARA SACAR FILETES.

 El caso es que Corina, que no tiene visión del amor verdadero, le dio la calabaza a Quique. «Me encanta como eres, me alegras siempre y tu filosofía de vida me da envidia pero no la comparto», le dijo Corina.

¡Está loca! La mismísima princesa prometida habría mandado a tomar por culo al gilipollas del bigotillo si hubiera conocido a Quique.

 Quique se fue contento. Claro que a Quique le amputan una pierna por gangrena y se va del hospital contento. El que lloró amargamente fue Capi, que veía a Quique como un maestro, un iluminado, una mente preclara. «Me han dejado lleno», dijo Quique, como dijo Napoleón después de pasar la noche con Kunta Kinte.

 Los cinco finalistas se fueron de crucerito.

El AMIGO GORDO QUE VA DE GUAY PERO ES UN METEPATAS propuso ponerle un pañuelo en la cara a Corina para que todos la llenaran de babas. Que juego tan gratificante. A Corina le encantó. Eso si encantar significara joder como con saña.

Como nadie se atrevió a darle un beso en todo el besugo a Corina y todos le dieron besitos remilgados, se deshizo de dos de ellos, de Jorge-Caín (que ahora va a tener que poner la cabeza en un quemador de gas (como se ponen los gochos) para quitarse el rapado hortera que se hizo.

Y como había que eliminar un segundo, largó a Pedre. ¡¡ES MI PUTO HÉROE!! Los brujos de nivel 80 se rinden al paso de Pedre, por el amor de dios. ¿Es que Corina está ciega? ¡Pedre le habría hecho perder las bragas a Kim Basinger en Nueve semanas y media! Es más, con él habrían sido seis años y un día, joder. ¡Maldita sea, a Pedre Michelle Pfeiffer Sharon Stone no le habría cruzado las piernas, se las habría dejado abiertas!

El caso es que de la nada, bueno, de entre las flores, apareció Yong para frotarle la cebolleta a Nahir, la hermana de Corina. Claro que sí, joder, y para conquistarla le dice que quiere matar a su padre y que le guarda rencor. JA JA JA Es el puto amo. El más sincero que hay. «Desde que me echó Corina he descubierto un página porno nueva» y «que buena está, buena talla de sujetador tenía» son dos de sus frases más románticas.

 El perro de Corina se llama Poncho. Si fueran legales los matrimonios interespecies, se casaba con él. Con noche de bodas y todo.

 «Con los nerds he descubierto que todas las personas son súper importantes», dijo Pascual. Al parecer antes del programa pensaba que no todas las personas eran súper importantes. Eso dice mucho de él como persona. Es el tipo de humanidad que te hace desear estar al lado de una persona.

La escena de él y Pedre dándose con la manguerita en calzoncillos en el jardín podría ser perfectamente el prólogo de una película para adultos de esas en las que al final no se casan. O de esas o de las que acaban con el asesino tiroteado después de haber rajado a todo cristo.

 En la ceremonia final de elección había un montón de chicas de relleno sentadas. Ojo a las caras de asco de ellas al ver llegar a algunos pretendientes. Como si ellas fueran oro. Bueno sí, pero del que cagó el moro.

 Para la final Corina se puso una falda embudo que le llegaba por los sobacos. Era la versión en falda del pantalón de Mauricio Colmenero. Llegó diciendo que estaba confundida.

La cara que puso el padre de Corina cuando supo que Pascual estaba en la final (porque es policía y no le gusta) sólo era comparable a la cara que habría puesto si un cagarro diarreico hubiera llegado a la final con el pene fuera y echando espumarajos por la boca.

Diego hizo un alegato de mero con falta de oxígeno al nacer, Capi uno muy bonito y Pascual sonrió.

En ese momento Luján dijo aquello de «si hay alguien que tenga algo que decir que lo diga ahora o calle para siempre«. Y eso fue un dislate. Ahí habló hasta la señora de la limpieza, que pasaba por allí. Eso sí, para decir sandeces.

La hermana de Corina dijo que ella se quedaría con Diego. Ahí se me cayó el mito de la hermana.

El amigo gordo eligió a Pascual. Lo que no sabemos si lo eligió para Corina o si porque él mismo le llenaría de amor con su manga pastelera.

El caso es que la última calabaza fue para Capi. ¿Es que alguien pensaba que Corina podía quedarse con alguien que no fuera un guapo insustancial? Tenía que elegir a alguien como ella. Dos cáscaras.

¿Cómo pudo despreciar a Capi? ¡¡Lois Lane habría escupido en la cara a Supermán si hubiera conocido a Capi!! No salió, pero por la pinta yo diría que Capi acabó esa noche con la calabaza. Conociéndola. En el sentido bíblico de la palabra.

 Para elegir a su príncipe Corina debía entregarle su zapato (que llevaba la alarma roja aún pegada en la suela) a uno de los dos guapos. Ella se puso a llorar. «Haga lo que haga uno va a terminar sufriendo«, dijo. Eso, y a los otros 22 que se ha cargado que se mueran y se pudran sin oler.

 El caso es que le dijo a Diego que se lo probara, pero era una engañifa, porque el zapato no le entraba. Eso sólo podía significar dos cosas: O que Corina tiene unos juanetes como los de mi abuela o que Diego no era su príncipe.

Así fue, Diego no era su príncipe. El hombre del pelazo se fue. Probablemente a una peluquería a hacerse algo bonito.

Después fue el turno de Pascual. El muchacho le metió el zapato con un gato hidráulico, pero se lo metió. El zapato.

¡¡PASCULAL, ÉL ES EL PRÍNCIPE DE CORINA!!

Bueno, no era el peor. No me desagradaba del todo.

No era el peor para mí, porque al padre sólo le faltó sacar la recortada de los ojitos negros y liarse a tiros con el príncipe. Más cuando vio cómo éste le comía el morro a la chavala, que sólo les faltó montárselo en la piscina delante de todo el mundo.

El caso es que los dos acabaron en la piscina, eso sí, pero sin cópula.

NOTA: El AMIGO GORDO dio la nota y en su afán de protagonismo se tiró a la piscina también.

Y se acabó lo que se daba, amigos. Corina se quedó con un Corino.

¿Quién será la próxima Corina?