Antes de nada, una advertencia: si eres de los que reniega de Gran Hermano y quieres seguir renegando porque el hecho de que te gustara podría interferir en tu libro sobre la filosofía y ética de las partículas elementales y su relación socio económica con la teología profunda de Carmen de Mairena, es mejor que no leas esto.
Sí, porque he decidido desvelar cuales son las diez razones básicas por las que a cualquiera le debe gustar Gran Hermano. Sirve para iniciar a los poco duchos en la materia como de argumentos de defensa para los GranHermaniebers.
Allá vamos:
1.- Salen mujeres desnudas, semidesnudas o mediofajistas. Bueno, en realidad lo más que se ve es algún pandero con biquini y alguna tetilla despistada, pero si Gerontofilia es tu segundo apellido, vas a ver más ropa interior de Mercedes Milá que abriendo su cajón de las bragas.
2.– Es un experimento sociológico. La pregunta a responder es ¿se extinguirá la raza humana? La respuesta, edición tras edición, es que si hubiera una hecatombe y solo sobrevivieran los de la casa de Guadalix, en unos seis meses el planeta de los simios sería una realidad.
3.- Tienes algo de qué hablar con todo el mundo. Sí, porque hablar en un bar o un ascensor del desarrollo conductual humano está muy manido. Es más, en algunas culturas está mal visto. Sin embargo Gran Hermano es un tema que puedes sacar en cualquier ambiente. En los salones de París no habla de otra cosa.
4.- Es como un chequeo médico. Las broncas que se montan en la casa pondrán a prueba tus funciones biológicas: sabrás si oyes bien (o te quedarás sordo, una de dos), si el corazón late adecuadamente y soporta el estrés (controlarás tus ganas de estrangular gente), si tienes bien el tacto (estarás tocándote los mismísimos o el susodicho si no haces más que estar delante de la tele) e incluso pondrás a prueba tus esfínteres (por lo de cagarse en todo).
5.- Aprenderás idiomas. Siempre meten a algún italiano que habla como Mario Bros de resaca. Ya tienes un idioma. Además, aprenderás dialectos como el chonilés, el patanés o el subnormalés, todos ellos muy solicitados por las multinacionales.
– ¿Habla usted el idioma choni?
-No, sólo soy bilingüe en inglés, alemán, francés, ruso, seis dialectos chinos, árabe, y hebreo antiguo.
– Ya le llamaremos.
6.- No necesitarás mascota. Los concursantes son como perrillos abandonados: si les sacas de su hábitat ponen cara de desamparo y tiritan. Más de uno ha muerto atropellado al ser deslumbrado por los faros de un coche cuando venía de comer zanahorias del huerto del tío Paco.
7.- La compañía de móvil y tú, una historia de amor. El saldo se pone rancio enseguida, se amojama y no hay nada que hacer con él. Por eso es importante ponerse a mandar mensajes para salvar a una criaturita de la casa o para expulsar a una como echándola a los leones. Te cobrarán como si estuvieras haciendo un crucero y nadie te lo agradecerá jamás, pero ah, el deber cumplido…
8.- Lobotomía para que te quiero. Según los expertos (que ho lo han visto en su vida) ver GH es incompatible con cualquier ejercicio intelectual. Si ves Gran Hermano ya no puedes leer, viajar ni ver una entrevista sesuda de Ana Pastor. El ajedrez sólo te evocará el suelo de la cocina de tu abuela. Tu encéfalo quedará como si te lo hubieran planchado de tintorería.
9.- Ejemplo en Harvard y Oxford. Todos los clubes de debate de las hermandades de las más prestigiosas universidades estudian el debate de Gran Hermano. Obama sacó la idea del «Yes We Can» oyendo a Chiqui decir que ella hacía las cosas porque le salía del coño.
10.- Puedes leer este blog. Ah, sí. Un punto de referencia, un remanso de paz, un lugar común. Porque si no lo ves, ¿cómo te vas a enterar de a quién estamos despellejando?