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Ni postre ni leches, la cuenta, por favor

Mira que lo siento, porque sabéis que Raquel Sánchez Silva es de mis presentadoras favoritas, pero Deja sitio para el postre invita a hacer economías y pedir la cuenta después del décimo plato, sin tomar nada dulce, para no engordar.

En primer lugar plantearon el casting como la peli de Los Inmortales. Eso era un moridero de aspirantes, madre del amor hermoso. La gente no se podía coger cariño entre ellos, porque a la que te descuidabas ya no estaban.

Era como una peli de miedo americana en la que un grupo de adolescentes va caminando por un pasaje oscuro y el último de la fila desaparece sin que nadie se de cuenta hasta que es demasiado tarde…

Por el amor de dios, que tensión de casting, cada gesto, cada palabra, cada magdalena deforme, cada mal pensamiento podían hacerte desaparecer. Los del gobierno de 1984 tenían pesadillas con el casting de Deja sitio para el postre.

Y luego está el hecho de que sólo hacen postres. Eso en Francia no dudo que fuera bien, pero aquí, que el más avanzado lo más raro que ha comido son bombones con licor, pues se hace raro.

De hecho, a veces pienso que es un programa patrocinado por la Asociación Española de Dentaduras Cuñao, para ver si crean unas cuantas muelas pochas y se forran poniendo rellenos.

Además, no puedes darle mucho mérito cuando algunas de las pruebas que hicieron las habían hecho los chavalines de MasterChef Junior un par de días antes. Ver a seis adultos haciendo un roscón todo estresados cuando niños de doce años lo habían hecho solos pues no sé, no me emociona.

O lo de montar un merengue. ¡Si se lo habían montado con la gorra hasta los niños de ocho años! Y ellos allí, dándole importancia como si estuvieran desarmando una cabeza nuclear rusa robada por un grupo terrorista mientras el enemigo les dispara y una guapa jovencita atada a las vías del tren grita para que la salven.

Pero no, la realidad es que es un programa más bien tostonero, por más que Raquel Sánchez Silva se haga un Eva González como si Eva González tuviera sangre en las venas y por más que tengan concursantes simpáticos (como la chica francesa, que es simpatiquísima y está de toma de toma pan y moja).

En fin, que yo me voy sin comer postre. Bueno y haciendo un simpa, que no está la cosa para dispendios. Os dejo, que el camarero corre que se las pela y con tanto escribir al final me pilla.