La humanidad, pasándolo teta en ‘El día de Mañana’. (ARCHIVO / 20th Century Fox)
Hay cosas que no entiendo. De hecho, la mayoría de las cosas no las entiendo. Soy tan lerdo que la mejor forma de hacerme reír un miércoles es contarme un chiste el domingo.
Pero de entre todas las cosas que no entiendo una de las que más me tienen intrigado es porqué anoche Clan TVE emitió en prime time (el horario de audiencia a todo meter) la película El día de mañana.
Por si no la conocéis os la resumiré diciendo que muere más gente que en la versión extendida de Rambo XXIII. Es una de esas de cataclismos, en las que el mundo se va a tomar por donde amargan los pepinos y la gente lo pasa peor que cuando te toca ir con tu mejilla en el sobaco de alguien en el transporte público.
Y claro, pienso yo, que tengo la inteligencia justa para no cagarme en los desfiles, que lo mismo no es un contenido muy apropiado para un canal que emite «los mejores contenidos infantiles de RTVE.es«, según la propia Erreteuvé.
Ya me imagino anoche al pequeño infante, emocionado porque es verano y se puede dormir tarde diciéndole a su madre amantísima que le mira con los ojos acuosos de amor materno:
– Mamá, mamá, voy a ver a Bob Esponja… Ma… ma… ma… ¿Mamá, Bob Esponja puede morir congelado?
– No hijo.
– Pues acabo de ver Fondo de Bikini sepultado por una ola gigante y la gente muriendo como si fuera gratis enterrarse, mamá…
Y hala, al psicólogo a la mañana siguiente.
Porque ojo, que emitieron una peli, de esas en las que se ve a la legua que al guionista le dejó su mujer, le amputaron una pierna y descubrió que era adoptado mientras la escribía, entre FanBoy y Chum Chum e iCarly.
De los pizpiretos FanBoy y Chum Chum y su alegre devenir con la fruta fría frigorizada pasaron a los humanos fríos y frigorizados, para pasar después a la alegre y superficial iCarly.
Para cuando aparecieron los niños de la serie los niños de las casas estaban con los brazos agarrándose las rodillas y balancéandose compulsivamente. Ya veréis cuando llegue el invierno. La mitad de los niños de diez años de este país se van a empezar a hacer pis encima otra vez.
A mí me jorobó un poco, porque ya que estaban puestos a descubrirle a los niños la cruda realidad podían haber programado un capítulo de Juego de Tronos después, con un Stark diciendo que se acerca el invierno y un caminante blanco mirando fijamente a los niños. Alegría.
Vale ya de tanto Ratoncito Pérez, ampliemos horizontes, leches:
– Mi pequeño del alma, con tu piel de nevera, pon un cubito de hielo debajo de la almohada y por la mañana el Hada de las Congelaciones habrá matado a tu profe de mates.
Y el niño feliz durmiendo con la cabeza apoyada en una barra de hielo de ocho kilos.
¡Pero bueno!, si releo lo que he escrito y parece mismamente que estoy criticando lo de poner una peli de muerte y destrucción en un canal infantil. No, no. Me mola. Es más, voy a dar algunas ideas para que la echen en Clan el próximo sábado:
– Saw. Todas las que hay. Seguidas, pero intercalando escenas de Pepa Pig de esas en las que todos se caen al suelo de la risa, para compensar.
– Holocausto Caníbal. Así, como para fomentar en los niños el deseo de viajar a la naturaleza y conocer otras culturas del mundo.
– Paranormal Activity. Bueno, para poner actividades para-anormales mejor un vídeo con las reuniones donde deciden la programación de Clan.
– Poltergeist. Tanta tele y tanta mierda. Que salgan a jugar a la calle, joder, que anda que no le habría ido mejor a Carol Anne en lugar de estar tragando ondas catódicas como una yonki.
– Garganta profunda. No nos dejemos ningún aspecto de su vida sin traumatizar, hay que hacer las cosas bien. Después de ver este clásico porno de los 70 los peludos Osos Amorosos serán toda una metáfora.
– Blancanieves. Sí, sí, reíros, pero en esa peli hay una hija de puta que ordena que le arranquen el corazón a una niña sólo porque es más guapa que ella. Si eso no acojona yo no sé qué.
– Viven. La cultura de las tres R: reducir, reciclar y reutilizar. Los niños deben concienciarse. Nada de enterrar a sus mascotas. Ese hámster vale para un fumet, hijo.
– Comparecencia del Gobierno tras el Consejo de Ministros. Bueno, tampoco nos pasemos.