Cómo ser Justin Bieber y sentirte incómodo mientras comes salmorejo

Chicote, mirando con asquito algo (LA SEXTA).

Chicote, mirando con asquito algo (LA SEXTA).

Ha vuelto pesadilla en la cocina. Y no os hablo de cuando va tu madre al piso de soltero y tienes que prenderle fuego para que no vea la mierda que acumula la cocina, no, os hablo del programa de Chicote.

En esta ocasión el cocinero de las chaquetillas que harían que le sangraran los ojos a Paco Clavel se atrevió con una taberna en la aldea del Rocío, ese lugar donde va gente que salta una reja para sacar a hombros a una virgen y donde dejan a sus hijos en manos de desconocidos para que los froten contra la susodicha virgen.

De hecho, el tema de la virgen es una de las cosas que más llama la atención de la taberna. Estaba llena de vírgenes. Cuadros de vírgenes por todos lados. ¿Cómo vas a comer a gusto así, si parece que te vigilan?

Si es que con tanta virgen mirándote te tienes que sentir como Justin Bieber en un concierto. Y ojo con chuparte los dedos o limpiarte en el mantel, que sale una del cuadro y te suelta una colleja que te pone las cervicales en órbita.

Eso de que un trabajador contento es un trabajador productivo es una verdad como una casa. ¿Por qué? Pues porque el dueño de la taberna no tenía contentas a sus trabajadoras, digamos que habrían preferido picar en una mina de carbón del siglo XVIII, y cuando Chicote les preguntó confesaron a la primera.

«Una vez comí aquí y me encontré una cucaracha en las albóndigas», le dijeron. De verdad, odio a la gente que no entiende la comida fusión. Joder, es que no eran albóndigas, eran esferas de proteína estofada con reducción de blatodeo. Una delicatesen. Con lo que cuesta encontrar buenas cucarachas gordas.

Por algo decía el dueño que la comida era «casera». Los bichos los criaban allí mismo. Es como la gente que tiene sus propias huertas o sus ganaderías.

Eso sí, allí estaba la madre del dueño, que a simple vista parecía una señora, pero en realidad era una máquina esterilizadora que le das un puñado de bisturíes y te los deja como los chorros del oro.

¿Pues no estaba Chicote sentado y le hizo levantarse para limpiarle el asiento? Si se descuida Chicote le limpia el asiento y luego subiendo, subiendo, le deja el tracto intestinal como una tubería de pvc.

Como suele pasar con estas cosas, Chicote probó la comida y no comenzó a echar espumarajos por la boca de milagro. ¿Valientes los astronautas? ¿Valientes los soldados? Y una mierda como la cúpula del Vaticano.

Valiente Chicote, que le dices que hay cucarachas en las albóndigas y todavía tiene genitales de comerse la ensaladilla, con la pinta que tenía el local de haber inventado allí la salmonela y tenerla patentada. Cada vez que alguien pilla la salmonela en el mundo, les tienen que pagar royalties.

Peeero no pasa nada, porque el dueño lo justificaba diciendo que eso «no es es un restaurante, sino una taberna». Claro, una taberna de las de Alatriste. O sea, de hace unos pocos siglos. Y no había señoritas de vida disoluta y mejillón sifilítico de milagro.

En un momento dado, viéndose injustamente criticado con las pijadas y la actitud tiquismiquis de Chicote, el dueño oyó que la virgen le llamaba. Pues no sería para que le llevara de comer. Eso seguro.

En otro lance se puso a gesticular con un cuchillo en la mano que ríete tú de la Tizona. Si en ese restaurante no hay la mayor concentración de mancos del país es porque la virgen no quiere.

Y entonces, dándole la razón a la camarera choni, apareció por la cocina una alegre cucaracha paseando por la pared. Eso sí, cuando una clienta se quejó de que había un pelo en la comida, el dueño dijo que la gente le ponía pelos y moscas a la comida aposta.

«¡Manolo, vamos a cenar a algún sitio caro, pero no te olvides de coger las moscas!» (sí, no me cabe duda de que habrá quien lo haga, pero no parecía el caso).

El problema de todo esto es que los del restaurante se equivocaron llamando a Chicote. Tenían que haber llamado al de Hermano Mayor. El dueño tenía una media hos… hos… pitalidad que no se la quitaba nadie.

En un momento dado apareció un autobús y la voz en off del programa dijo «aparecieron unos voraces y exigentes caminantes». Yo pensé que del autobús se iban a bajar unos zombies hambrientos. Y efectivamente, eran viejos del IMSERSO. ¿Sabéis el rinoceronte negro? Lo extinguieron ellos a bocaos.

Peeeero, no hay nada que no pueda arreglar Chicote con una buena charla psicológica (y sospecho que con burundanga, pero no lo puedo demostrar) así que la cosa fue a mejor rápidamente.

Les pintaron el local, les pusieron unas sillas de postín y una carta nueva. Y ala, el primer día bien. A saber cómo está ahora…

4 comentarios

  1. Dice ser Lola

    No sé cómo es que algunos sitios siguen abiertos al público ¿Sanidad qué hace?
    Lo que me gusta de estos programas es ver a los dueños todos ofendidos cuando les dicen las verdades a la cara: el local está sucio, la comida no sirve, y cosas por el estilo. Claro el negocio no sale adelante porque es que la gente es muy mala y les tienen envidia.

    28 enero 2014 | 21:34

  2. Dice ser AreaEstudiantis

    Y el momento «¿Qué no puedo fumar en mi taberna? Eso será tu opinión!». Supongo que ya habrá cerrado.

    http://areaestudiantis.com

    29 enero 2014 | 09:00

  3. Dice ser ROCIO

    Ay lo que me gustaría que vuelvan a esos sitios..tendrían que hacer un especial…el Retorno!!!jajajajajaa…lo que me pude reir con el Chicote consolando al marido…madre mia!!!

    29 enero 2014 | 11:47

  4. Dice ser aquí

    Al principio no me gustaba el estilo de chicote…pero ante la cara de muchos dueños, me encanta que les dé caña. Saludos.

    25 febrero 2014 | 11:11

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