Los granjeros cultivan celos y amores en sus huertas de Cuatro

Sí, el titular es lo más retorcido que se me podía ocurrir, lo cual no es lo suficientemente ingenioso como para resultar gracioso, por lo que me ha quedado un churro como para desayunar seis meses.

Pero vamos con el tema.

ROMÁN

El vigilante de Castilla, sexy en su torre cual David Hasselhoff antes de empezar a empinar el codo y a comer hamburguesas, se fue de cita con Nica, esa mujer que tiene ego como para repartir en planetas vecinos.

Y claro, Yésica, que es muy suya, se cogió un cabreo monumental. Poco después se fueron de cena los tres y ahí había más tensión que en los pantis de Terelu en Interviú.

«Yo me hago el tonto, que siempre me ha funcionado», dijo Román. Ah, la sabiduría rural.

Yésica entró al día siguiente en un brote celoso que ríete tú de Otelo y de sus cosillas. Le preguntó una y otra vez por la cita y por si había besado a Nica. Pero Román es un conquistador, amigos, y se la llevó al huerto diciéndole que por ella tenía mariposas en el corazón.

Normalmente las mariposas son en el estómago, por lo que no se puede descartar que el muchacho tuviera una arritmia. El caso es que acabaron dándose besitos en el parque, como dos vagabundos enamorados.

Y por si esto no fuera suficiente para seducir a cualquier mujer, Román se llevó a su pibita al medio de la nada, al campo, donde se montaron un picnic. En aquel desolado y embriagador paraíso Román le leyó un poema.

No lo voy a reproducir aquí porque el salao del granjero se puso a escribir y no paró hasta que en el pueblo que quedaron sin DIN-A4. Eso sí, todo rimaba con «ón» y la métrica era libre. Bueno, era anarquista.

Y claro, Yésica se lo comió. Sí, se lo podía haber comido literalmente, pero no, a besitos, que es más fino.

Nica, que tiene tan buen perder que sigue llamando a Yésica Fiona (debe ser que ella no se ha mirado en un espejo, que podría ser el asno) tuvo que comerse el orgullo cuando Román le dijo que ya había elegido.

Se montó de nuevo una alegre verbena a la que Román y Yésica llegaron «a la manera tradicional, con el tractor y el remolque«. ¡Claro que sí, córcholis! (cámbiese córcholis por coño o joder, según convenga). Que le den a esos horteras que usan limusinas y mercedacos.

El jodío del granjero estaba tan contento que incluso se puso a cantar. Era como si hubiera un perro sufriendo entre estertores agónicos de una dolorosa muerte. Madre que voz, ni para dar las horas vale.

Y claro, fiesta, bebida, amor… acabaron los dos encamados. En una cama de esas de la abuela, con los pies y el cabecero de forja y que hacen un ruido horrible cuando te pones a riñonear, que parece que se acerca un tren fantasma.

LUIS

¿A este granjero lo tienen para rellenar? Es del que menos ponen, aunque no me extraña, habida cuenta que es más soso que un bacalao con patatas sin bacalao ni patatas.

El latin lover rural lo tiene muy claro: se queda con su Arantxa, con la que a estas alturas tiene unas conversaciones besugas de esas de enamorados que no van a ninguna parte.

 A la morena de Luis, Arantxa, le entraron dudas al acercarse el final de la convivencia en la granja. Pero ahí estaba su antaño contrincante y ahora mamporrera, Maica, para decirle: «cómele la boca hasta la yugular«.

Cuestiones de anatomía aparte, me parece un buen consejo.

En un alarde inusitado de comodidad, los dos tortolitos se sacaron los colchones fuera de la casa, a lo acampada sol, pero de noche.

¿A alguien le parece bonito dormir bajo las estrellas? Pues a quien más le debió gustar fue al medio millón de bichos e insectos que se pondrían las botas comiéndose vivos a los dos tolis.

MELENDI

A este chaval la caravana se le estaba quedando pequeña, así que tuvo que largar a una de sus pretendientas. Eligió a Vivi. Nunca he visto a una mujer más contenta porque le dieran boleto. Es como si le hubieran reducido la condena.

Pero se quedó Eva, que es experta en tocar los eggs y protestar por todo. El problema está en que a estas alturas la muchacha se sigue comportando como si el tocayo del cantante del calamar en la cabeza no hubiera elegido ya.

Y claro, encima Melendi se esfuerza en hacerla de menos. Se fueron a por las vacas, que en el campo es como irse a por tabaco, y a ella la dejaron abandonada en medio del camino mientras Melendi y Vanesa hacían de tortolitos.

Y claro, como no te vas a cabrear si los ves después llegar subidos en el tractor y a la otra con una flor en las manos… No se lió a bocados con las ruedas del tractor porque eso deja manchas en los dientes.

Poco después los tres protagonizaron una escena de película yanki de bajo presupuesto para adolescentes, en la que no puede faltar una pelea de comida. Y a eso se dieron. Teniendo en cuenta que en la nevera de Melendi hay productos comprados en el siglo XI, eso es más peligroso que untarse gasolina e irse a saltar hogueras en San Juan.

El amor, amigos, depende de muy poco. Por ejemplo, del tabaco. Melendi le preguntó a su chati si se quería ir a vivir con él y Vanesa no le dijo que no porque viva en una caravana en medio de la nada, ni porque tenga los dientes que parezcan un arcoiris industrial, ni porque sea más desordenado que un huracán.

No, le dijo que el irse o no a vivir con él dependía de si dejaba de fumar o no. Melendi, entre echar un pitillo y usar el puro, eligió esto último y le aseguró a su Vane que lo iba a dejar.

 Más tarde los tres se fueron de discoteque. Melendi y Vanesa se pusieron a hablar de abandonar a Eva como si fuera un perro, mientras sonaba una canción de Bisbal. Yo creo que si pones al revés un disco de Bisbal ese es el mensaje: «abandona a la abuela en la gasolinera / y si no hay abuela / abandona a cualquiera».

Y ya caliente por estar a punto de ser abandonada, Eva se cogió el cabreo padre y puso cara de «te voy a sacar las tripas como a un pescado» al ver que Vanesa se metía a dormir en el cuarto con Melendi.

«Que sepa abstenerse hasta el día que se tenga que abstener«, dijo Eva, enfurruñada. Debe ser la muchacha de las de sin pasar por el altar no les dejes ni catar.

 CÉSAR

Este hombre, a estas alturas de la vida se piensa que aún puede ser un metrosexual, cuando lo de los metrosexuales está más pasado que los pechos de la bruja Avería.

Ángela no se dio por vencida, en cualquier caso, y se dedicó a echarle potingues por la cara, cuando habría acabado antes dándole una capa de barniz.

Pero ahí estaba Gloria, para decir que no se lo amariconara, que a ella le gusta con sus arruguitas. Lo mismo se pensaba que Ángela no le estaba poniendo una crema hidratante, sino que le estaba inyectando bótox.

Lo que más he echado en falta en esta edición de Granjero Busca Esposa son los momentos tractor y me lo dieron César y Gloria, que por cierto, casi se dan la hostia madre con el aparato, por ir dándose besitos mientras lo conducían.

Como Ángela estaba más que descartada e incluso había anunciado su intención de retirarse de la lucha por la seducción de César, a éste no le quedaban ganas de aguantarle ni los pedos, así que cuando la muchacha dejó por despiste que un caballo se comiera unos lindos arbolitos, se puso hecho una furia.

Y luego me dieron ganas de vomitar. Me pasa siempre que alguien mira a su pareja y la llama Cachuli, como hizo Gloria. No mejoraron mis retortijones estomacales ver a César piropeando a su amada mientras gesticulaba con un tenedor lleno de patatas en la mano.

JONATHAN

Aquí el pescado también está más que vendido. Hace tiempo que este granjero dejó de pensar con la cabeza más alta y ahora lo hace con la que tiene la calva colorada y un solo ojito.

Elisabeth le cae a la familia de Jonathan muy bien. Bueno, eso si muy bien significara que le darían con una pala en la cabeza y la enterrarían en una finca si pudieran.

De hecho, el padre del zagal le recomendó a Rebeca que atacara más a su hijo, en un intento desesperado porque el chaval no se quedara con la rubia de los labios como morcillas con alergia. Ni que decir tiene que a estas alturas, Rebeca pasa como de comer caca de Jonathan.

«El tren se coge cuando para en la estación, no cuando pasa«, le dijo el tío de Jonathan al chaval, porque él también prefiere a Rebeca frente a la mujer de las tetas como colinas con problemas de gases.

Lo peor de todo es cuando el chaval, que ha visto más películas porno que anuncios en la tele, se dedicó a comerle los morros a la zagala, delante de la familia, que ponía cara de circunstancias, como si su querido Jonathan se estuviera liando con la bruja Lola.

GUSTAVO

El hombre trashumante ha elegido a Cristina. ¿Por qué? Porque cuando Cristina le ve le «tira una piedra o le toca el culo«. Sí, anda que no me he enamorado yo de mujeres que me han lanzado piedras. Y si me amputaban un dedo del pie les juraba amor eterno.

Gustavo quiso preguntarle a sus retoñas a cuál de sus dos pretendientas preferían. Sin embargo, la salió el tiro por la culata, porque las chiquillas le dijeron que preferían a Meli.

Al final, les dijo él que era mejor Cristina. Joder, si ya sabía la respuesta, ¿para qué pregunta?

Al cabo de poco se llevó a su amada Cristina a un parque, donde protagonizaron una bochornosa escena de amor adolescente, con comidas de hocico, sobos como si estuvieran amasando pan, abrazos de los que no se despegan ni con agua fría…

Y el momento pre despedida, en plan romántico, sentados en un escalón, frente a las canchas de un polideportivo.

NOTA: Mañana, sin falta, post de Pekín Express. Sí, más vale tarde que nunca. Por favor, perdonad los retrasos. Y si no, pues podéis hacer un muñeco parecido a mi (usad una foto de Bradd Pitt) y lo quemáis.

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