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El enemigo tenístico nº1 de Nadal

«En París, veremos quién llega a la final. Eso de entrada. Hablamos mucho de París y aún queda” dijo Rafa Nadal tras el torneo de Madrid. ¿Una premonición? ¿Conocimiento de causa? ¿Saber lo que cuesta un triunfo? Fuera lo que fuese, Nadal ha caído en octavos de Roland Garros y se despide de su sueño. Duro. Muy duro. La primera derrota tras 31 victorias consecutivas en la arcilla parisina. De momento, no podrá ser el primer tenista de la historia en ganar Roland Garros cinco veces seguidas. Tampoco podrá aspirar, obviamente, a llevarse los cuatro Grand Slam este año.

Rafa necesita un reset. Se enfrenta a algo nuevo: perder en París, cosa que jamás le había sucedido en su exitosa carrera. Nadal es ante todo un deportista. Muy racional, además. Le dolerá, pero se sobrepondrá pronto. Su mente está preparada para superar este revés. Lo que le escuece es haber caído contra Robin Soderling, su enemigo tenístico número 1. Y no por rivalidad, sino por las fanfarronadas del sueco.

Rafa llegó a decir de él en una entrevista que es con quien nunca haría pareja en un encuentro de dobles. Y es mucho para venir de Nadal, un gentleman, que nunca tiene roces con nadie. Los dos se veían las caras por cuarta vez en su carrera este domingo. Nadal había ganado los tres encuentros. En los dos últimos había surgido el pique. Sobre todo en el disputado en Wimbedon hace dos años. Fue aquel partido de dieciseisavos, el más largo de la historia. Se prolongó durante cinco días por sucesivos aplazamientos por la lluvia. Duró cuatro horas y un minuto.

Pasó esto. Nadal iba a servir una bola. Cuando levanto la vista, Robin (que en nada se parece al Robin Hood de los bosques, el bueno), se fue para cambiar de raqueta. Nadal aguantó el tipo. Y tras botar la bola varias veces, se detuvo y le dijo «bolas nuevas». Cabreo. Soderling se dio la vuelta e intentó mofarse del mallorquín. ¿Cómo? Imitando su conocida acción de ajustarse el pantalón. Malas formas. «Fue algo más bien divertido. Tuve que esperarle a él como doscientas veces en cada punto. Y el tuvo que esperar una vez, y empieza a mover la cabeza, a hacer estas cosas. Pero bueno, tal vez no debería haberlo hecho. No estoy enfadado con él», se justificó Robin.

Nadal dijo ante la prensa que Soderling era un tipo extraño del que casi nadie hablaba bien. Soderling replicó:»Nunca diría eso de nadie en una rueda de prensa. Podría hablar mucha mierda de mucha gente pero no lo haré. Debe tener un día quejica”.

Ahí rompieron relaciones. Hace poco se vivió un nuevo capítulo. Fue en Roma. A Nadal le cantaron fuera una bola. La reclamó. El sueco se hizo el sueco y la marcó más allá de un metro de la línea de fondo. El punto se repitió. Nadal lo hundió: 6-1 y 6-0. Pero Robin ha salido a flote. Sacó una lección: “Con él hay que arriesgar y ser ofensivo. Si te limitas a meter la bola en la pista, estás muerto”.

Ayer aplicó su receta y fastidió a Rafa. ¡Y de qué manera! Nadal empieza un nuevo ciclo, una etapa con su primera derrota en París.