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Quién fue… Jack Churchill: el arquero y gaitero que combatió con espada en la II Guerra Mundial

Jack Churchill (WIKIPEDIA).

El artículo de este domingo es un poco tramposillo, lo admito, porque el perfil deportivo del personaje es casi anecdótico, pero es tan jugoso que aprovechando ese pequeño detalle os lo traigo: es Jack Curchill.

John Malcolm Thorpe Fleming Churchill nació el 16 de septiembre de 1906 en Colombo, entonces Ceylán Británico (hoy Sri Lanka), hijo de un ingeniero inglés (sin relación familiar con Winston Churchill) y una irlandesa.

Al poco de nacer, la familia se estableció en Surrey. Se formó en la Academia Militar de Sandhurst. En 1926 fue comisionado en el 2º Batallón, el Regimiento de Manchester. Sus aventuras empezaron cuando se unió a su batallón en Rangún (Birmania) y fue enviado a hacer un curso de señales en Poona.

Recorrió más de 2.400 km a bordo de su moto por el subcontinente indio y fue entonces cuando aprendió a tocar la gaita. Fue condecorado y regresó a Inglaterra. En el año 1939 formó parte del equipo británico que participó en el Mundial de Tiro con Arco en Oslo, Noruega. Ganaron la plata.

Mad Jack Churchill, rodeado con un círculo rojo sosteniendo su espada en un desembarco en la II Guerra Mundial (WIKIPEDIA).

Estalló la II Guerra Mundial y fue enviado a Francia. Y con él iba su arco y sus flechas, pero no como adorno, sino como armas completamente operativas: eran ligeras, silenciosas y con un alcance de hasta cerca de 200 metros. Pero no sólo eso: también llevaba una espada escocesa llamada claybeg, típica de los siglos XVII y XVIII. De hecho, uno de los lemas de Jack Churchill era: «Cualquier oficial que entra en acción sin su espada va mal vestido».

Churchill, que por su excentricidad era conocido como ‘Mad Jack’, animaba además a los soldados con los acordes de su gaita en plena batalla. Participó en operaciones en Francia, Noruega, Italia y Yugoslavia, siempre con su gaita, su espada y su arco. Fue herido y apresado, se fugó de un campo de prisioneros alemán. Cuando acabó la guerra, dijo: «¡Si no fuera por esos malditos yanquis, podríamos haber mantenido la guerra otros 10 años!»

Tras la contienda siguió trabajando para el ejército y desarrollando una de sus pasiones: el motociclismo. Jack Churchill murió el 6 de marzo de 1996 en Surrey. Tenía 89 años.

Espero que os haya gustado el artículo. Hasta el jueves.

El arco olímpico: un elemento deportivo de más de 12.000 años de historia

Imagen de arqueros modernos (WIKIPEDIA).

De vez en cuando me gusta repasar aspectos del equipamiento deportivo y hoy es un día de ellos. Vamos a hablar de un arma que sirve para hacer deporte: el arco.

El arco que actualmente vemos en las competiciones modernas poco se parece a los de la antigüedad, pero los fundamentos son los mismos. Quizá sea, junto a la jabalina, el elemento deportivo con el origen más antiguo. Los arcos y flechas existen desde el Pealeolítico, en torno a los años 10.000 y 9.000 antes de Cristo.

Durante siglos, el arco fue una de las armas fundamentales, y además, lo fue en todo el mundo, desde las culturas asiáticas a las de Oriente Medio, Europa y América.

Tras su cénit en la Edad Media, la llegada de las armas de fuego supusieron la desaparición del arco y las flechas como elemento de guerra. No fue hasta mediados del siglo XIX, en Inglaterra, cuando se produjo una resurrección del arco y las flechas, pero esta vez como deporte. En 1844 se reunió en York por primera vez la Grand National Archery Society. En 1900 fue incluido en los Juegos Olímpicos de París.

No fue hasta la década de los 20 cuando el arco se modernizó, apareciendo el arco compuesto y el recurvo, que es el que se usa en los Jugos Olímpicos. A día de hoy, se usan materiales como fibra de vidrio o carbono, junto con madera o una aleación de aluminio.

Estos arcos tienen varias partes, desde dispositivos para apoyar la flecha, mirillas o barras para estabilizar el disparo y evitar la vibración.

En este fantástico vídeo explican muy bien (en inglés, eso sí), las partes del arco olímpico:

Hasta mañana.

Qué fue de… Antonio Rebollo

Sabéis que de vez en cuando me gusta traer artículos originales al blog. Hace unas semanas hablamos de sumo, por ejemplo. Hoy os voy a traer, por primera vez, a un atleta paralímpico. Y no será la última. Siempre nos sorprendemos de las grandes historias del deporte que vemos, pero si hay grandes relatos es del lado de los discapacitados que se superan cada día. Voy a intentar, por ello, hacerles un poco de caso. De cualquier manera, hoy os voy a hablar de un gran campeón español que tuvo un momentazo de gloria impresionante, un momento que todos recordaremos (por lo menos en mi caso es uno de mis momentos televisivos favoritos). Os hablo de nuestros queridos Juegos de Barcelona 92 y del atleta que encendió el pebetero: Antonio Rebollo (os voy a contar la historia de una manera diferente a la habitual).

Nacido en Madrid en 1955, Antonio Rebollo Liñán contrajo la temida poliomielitis (más conocida como polio) a los ocho meses de edad. Sus dos piernas, pero sobre todo la izquierda, se vieron afectadas. Ya de adulto, inició una brillante carrera como arquero deportivo, donde competía en la categoría de paralímpicos debido a su discapacidad. Había participado en los Juegos paralímpicos de Nueva York en el 84 y en los de Seúl del 88, consiguiendo una plata y un bronce. Había sido nueve veces campeón de España y campeón de Europa en 1989.

Ric Birch, que fue el productor ejecutivo de la ceremonia inaugural de Barcelona 92, decidió que sería bonito, y en cierto modo un homenaje a la cultura mediterránea, organizar un encendido de pebetero olímpico mediante un lanzamiento con arco. Hubo una selección entre 200 arqueros, que estuvieron haciendo pruebas en Montjuïc. Finalmente, hubo dos finalistas: el propio Rebollo y Joan Bozzo, por entonces campeón de tiro de Cataluña. Llegó el 25 de julio del 92, fecha de la inauguración de los Juegos, y sólo uno de ellos sería el lanzador. Hasta pocas horas antes no se decidió cuál de los dos lo haría.

Las prácticas se realizaron durante seis meses en el foso del Castillo de Montjuïc, y con diferentes condiciones meteorológicas. Finalmente, se decidió que el tirador fuera Antonio Rebollo, que precisamente iba a participar en los Juegos Paralímpicos de ese año. Al parecer, el motivo fue que Rebollo era más preciso que Bozzo.

Los entrenos habían sido arduos: tuvieron que usar arcos de caza, que eran los únicos que podían impulsar unas flechas mayores y más pesadas que las normales. Por eso, cada arquero sólo podía lanzar 30 flechas al día, para evitar insufribles dolores de espalda.

Y llegó el día. Se estima que unos 2.000 millones de personas estaban viendo en directo por televisión la ceremonia. El eterno jugador de baloncesto Juan Antonio San Epifanio, Epi, fue el último relevista de la antorcha olímpica. Se acercó al centro del estadio, donde Rebollo estaba esperando con el arco. Epi prendió la punta de la flecha del arquero madrileño, que con parsimonia se giró. El pebetero tenía una altura de 61 metros y Rebollo estaba a 70 metros de él. Con una música apropiada para el momento, Rebollo tensó el arco. En ese momento, como el aire venía de frente, la llama quemaba la mano del arquero, que con una tranquilidad pasmosa, soltó la flecha. La llama voladora hizo una parábola en el aire… y el pebetero se encendió majestuosamente, en lo que para muchos es el mejor colofón que haya tenido nunca una ceremonia inaugural de unos JJOO. El estallido de júbilo de los asistentes lo atestiguó (yo tenía casi 12 añitos y recuerdo que se me saltaron las lágrimas).

Aunque el efecto deseado era que pareciera que la flecha caía en el centro del pebetero para prenderlo, pronto hubo opiniones que aseguraban que la flecha no había caído en su sitio y que había sido encedido de manera artificial. La realidad es bien distinta. Por motivos de seguridad -para con el público-, estaba previsto que la flecha sobrevolara el pebetero y cayera fuera del estadio, pero debía hacerlo lo suficientemente cerca como para que la llama prendiera el gas. A pesar de que muchos dudaban de que Rebollo lo hubiera conseguido, existen pruebas gráficas de que el arquero madrileño consiguió su propósito a la perfección. La flecha pasó por encima del pebetero lo suficiente como para que una majestuosa llama de tres metros diera el pistoletazo de salida a los JJ OO de Barcelona 92.

Rebollo entró así en la historia. Semanas más tarde conseguiría una medalla de plata en su modalidad. Hoy en día, es coordinador nacional de Tiro con Arco de la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física.

Os dejo, como no podía ser de otra forma, con el vídeo de tan maravilloso momento (al verlo se me han vuelto a saltar las lágrimas).

P. D.: La información del artículo la he sacado de la web www.puntoseguro.com, que tiene una sección parecida a este blog, y en concreto de una excelente información firmada por Juan Betés Novoa.

Mañana más.