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Quién fue… Steve Mokone: la increíble historia de un luchador contra el 'apartheid' que pasó por España

Steve Mokone, en los 50 (Coventry City)

Steve Mokone, en los 50 (Coventry City)

Sabéis que Sudáfrica es cuna de grandes historias. El terrorífico apartheid dio lugar a muchas historias, todas ellas bien resumidas en la apasionante vida del recientemente desaparecido Nelson Mandela. El deporte no escapa a estas grandes historias y hoy os traigo a un personaje que, desde el mundo del fútbol, superó las barreras raciales: Steve Mokone.

Nacido el 23 de marzo de 1932 en Doornfontein, Sudáfrica, Stephen Madi Mokone pronto mostró sus cualidades como futbolista, que lo llevaron al Pretoria Home Stars, donde debutó con sólo 16 años. También debutó muy joven con su selección. Prosiguió con sus estudios, pero su carrera futbolística estaba en un callejón sin salida, puesto que en Sudáfrica no había profesionalismo. Sus actuaciones con la selección atrajeron la mirada de los clubes ingleses, y Mokone dio el salto.

Fichó por el Coventry City en 1956, creando una expectación en el club inglés sin precedentes. Era el primer sudafricano que jugaba en Europa, el primer jugador de raza negra del club. El shock de los aficionados no fue nada comparado con el del propio Mokone.

«Fue una experiencia muy solitaria -relata Mokone sobre su llegada a Europa- Había blancos sirviéndome en restaurantes y blancos haciendo mi cama. Fue un choque cultural total». Una día, recién llegado a Londres, se perdió. Encontró un policía, pero no se atrevía a dirigirse a él. Nunca le había pedido ayuda a un blanco uniformado. Cuando reunió el valor para preguntar, olvidó el nombre de su hotel. Por suerte, el agente era futbolero y recordó haber visto un reportaje en televisión sobre la llegada de Mokone, en el que decían en qué hotel se alojaba. En el hotel de Londres donde se alojó estaba tan confundido que escondía sus zapatos, porque alguien se los llevaba… para limpiarlos. Cuando llegó a Coventry, fue alojado con una familia local, pero se «sentía incómodo usando las mismas tazas o el mismo cuarto de baño que unos blancos». Tal era la vida en Sudáfrica natal.

Mokone apenas jugó cuatro partidos en su año en Coventry. El equipo jugaba a la antigua, a balones largos, mientras que él estaba más acostumbrado a jugar en corto. Frustrado y deprimido, empezó a pensarse volver a su país. Pero quiso seguir probando suerte en Europa.

Hizo una prueba en el Real Madrid, pero no salió bien. Su siguiente paso fue probar en Holanda, con el Heracles Almelo, que estaba en la tercera división del país. Allí explotó, marcó 15 goles y un sinfín de asistencias, llenaba un estadio de 20.000 personas en una ciudad de 35.000 habitantes, sólo por verle jugar. Y lograron el ascenso.

Al año siguiente, tuvo una lesión y además, Mokone creyó que estaba para jugar en un nivel superior. Además, el Heracles lo tenía contratado a media jornada. Así que regresó a las Islas Británicas y firmó por el Cardiff. Pero aunque debutó con un gol, las lesiones lo tuvieron apartado de los terrenos de juego y se volvió a ir, esta vez a Barcelona.

Sí, amigos, a Steve Mokone lo fichó el Barça en 1959, en una extrañísima maniobra, ya que el club catalán no cabían más extranjeros, así que fue cedido al Olympique de Marsella, donde no jugó ni un partido y donde se pasó el año fabricando botas. Su carrera fue un ir y venir y un poco jugar: se fue al Barnsley, donde no jugó, luego al Salisbury de Rhodesia, cerca de su país, regresó a Europa para jugar en el Torino, donde tampoco cuajó, y al Valencia, donde su participación se limitó a un amistoso. Finalmente, en 1964, se retiró en el Sunshine George Cross, de Australia.

Mokone, en la actualidad (YOUTUBE)

Mokone, en la actualidad (YOUTUBE)

Tras su carrera de futbolista se trasladó a Estados Unidos, donde estudió y se sacó el título de psiquiatría. Pero tras muchos años en USA, se divorció de su mujer a finales de los 70, una sudafricana que conoció en Inglaterra. Tenían una hija entre ambos y la custodia le fue dada al padre. Aquí es donde se pone rara la historia de Mokone. Primero, él fue atacado en un aparcamiento por tres encapuchados, logrando salir ileso. Después, tanto su exesposa como la abogada de ésta fueron atacadas con ácido en dos ataques aislados. La letrada acabó gravemente desfigurada y perdió un ojo. El caso es que Mokone se declaró culpable y sentenciado a 12 y 15 años de prisión.

Desmond Tutu, amigo personal de Mokone, abogó por él, diciendo que él era incapaz de algo así. Amigos personales del futbolista se echaban las manos a la cabeza. Kalamazoo, como se le conocía en Sudáfrica, era una buena persona. Además, aducían que si los jueces le habían dado la custodia de su hija, ¿qué interés podía tener él en atacar a su mujer y a su abogada? Hoy Mokone no quiere hablar del tema, pero asegura que no era culpable. ¿Entonces, por qué dijo lo contrario en su momento?

Algunas de las respuestas las tiene Tom Egbers, un periodista holandés que escribió un libro sobre el paso de Mokone por Holanda (que tuvo versión cinematográfica). Quiso investigar el proceso contra el jugador y de sus pesquisas salió otro libro, Doce años robados, en el que desvela algunas irregularidades en el proceso, pero sobre todo, un asunto sobrecogedor.

Egbers dijo haber encontrado unas supuestas cartas procedentes de la DIA, los servicios secretos de la Sudáfrica del apartheid, dirigidas a la CIA. Al parecer, Mokone había conseguido ser un miembro respetable de la sociedad, un psiquiatra reconocido, que aprovechaba para arremeter contra la política de segregación de su país en diferentes foros. El Gobierno sudafricano estaba muy incomodado con Mokone y le había pedido a sus homólogos americanos que intentaran acabar con toda la credibilidad del exfutbolista. Nada está probado oficialmente, pero ahí queda eso.

Sea como fuere, Mokone regresó a Sudáfrica, donde fue condecorado por el Gobierno en 2003 como miembro con distintivo de oro la Orden de Ikhamanga, la más alta condecoración del país africano para personajes destacados en deporte, cultura, arte o periodismo (sólo se han concedido ocho). Además, dirige su propia fundación, la Kalamazoo South African Foundation.

Os dejo con un documental sobre Mokone:

Buen fin de semana.