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Camisetas para la historia: LZR Racer, el bañador de los récords y el dóping tecnológico

Michael Phelps posa con el LZR (GTRES)

Michael Phelps, el día que se presentó el LZR (GTRES)

Esta sección nació con un objetivo: el de hablar de camisetas, como su propio nombre indica. Aunque no lo parezca, a mí me gusta innovar. Por ello la sección se fue ampliando a todo tipo de indumentarias deportivas. La de hoy es una original, que se sale de lo que suele aparecer en los artículos de ‘Camisetas para la historia’. Porque no es una camiseta. Es un traje de baño. Pero creo que merece la pena hablar un poco de él. Es el LZR Racer, el bañador de los récords.

El 13 de febrero de 2008 se presentó en Nueva York la última innovación de la prestigiosa firma australobritánica de artículos de natación Speedo. Lo bautizaron LZR (se pronuncia como laser en inglés) Racer y lo presentaron tres pesos pesados de la natación estadounidense y mundial: Amanda Beard, Michael Phelps y Natalie Coughlin.

¿Cuál era la novedad del LZR? Speedo lo presentó como «El bañador más rapido del mundo». La idea la habían desarrollado una empresa italiana llamada Mectex, junto al Instituto Australiano del Deporte y algunos nadadores patrocinados por Speedo. Además, los trajes se baño se desarrollaron con la ayuda de la NASA, que aportó sus túneles de viento y su software de análisis de fluidos. Sus ventajas eran las siguientes: comprimía el cuerpo de manera que lo hacía más hidrodinámico, gracias al uso de microfibras de nylon y elastano muy entretejidas. El torso quedaba más apretado, de modo que en la piscina se reducía la masa muscular y se reducía la vibración del cuerpo. Además, favorecía la oxigenación de los músculos. 100% resistente al cloro y de secado rápido, sus piezas estaban soldadas con ultrasonido para disminuir la fricción. Con paneles ultrafinos de poliuretano, el traje repelía el agua. Fabricado en Portugal, tenía un precio de mercado de 470 euros.

Phelps dijo una frase muy esclarecedora: «Cuando nado con él, me siento como un cohete«. Y era cierto. Según Speedo, el traje reducía entre un 1,9 y un 2,2% los tiempos de cada nadador. El LZR Racer fue una revolución. Una semana después de su lanzamiento, ya se habían batido tres récords del mundo.

La nadadora escocesa Caitlin McClatchey posa con el LZR Racer (GTRES)

La nadadora escocesa Caitlin McClatchey posa con el LZR Racer (GTRES)

Unos meses después de su lanzamiento, llegaba la gran prueba de fuego del LZR: los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Pero ya todos los expertos del mundillo tenían claro que llevarlo puesto era sinónimo de éxito. Era un problema para aquellos equipos olímpicos sin acuerdo de patrocinio de Speedo. Era el ejemplo de Japón. Uno de sus entrenadores reconoció que sin en LZR, no podrían competir. El equipo olímpico nipón llevaba bañadores Mizuno, pero finalmente, permitió a sus nadadores llevar el LZR si así lo deseaban.

Los resultados en Pekín fueron apabullantes: el 94% de las pruebas fueron ganadas por nadadores que llevaban el LZR. Además, el 98% de los medallistas de natación en Pekín llevaban este traje de baño. 23 de los 25 récords mundiales fueron pulverizados. En total, a finales de agosto de 2008, los récords del mundo de natación se habían batido ¡¡¡93 veces!!! gracias a los LZR.

El 2008 fue el año de los récords. Los campeonatos de Europa de ese mismo año fueron otro espectáculo de los LZR. Hasta tal punto de que algunos nadadores llegaron a llevar varios LZR, uno encima de otro, para potenciar los efectos aerodinámicos del traje. A la FINA (la Federación Internacional de Natación) empezaron a llegarle quejas: aquello era «dóping tecnológico».

En marzo de 2009, la FINA dio el visto bueno a los materiales y al concepto, reiterando los límites del traje de baño (no puede cubrir el cuello ni más allá de los hombros), si bien, en un alarde de tibieza, recordó a sus asociados que «la natación es un deporte esencialmente basado en la actuación deportiva del atleta«.

Pero en julio de 2009, en un Congreso de la FINA, cambió todo: el LZR fue prohibido. La FINA estableció que todos los trajes de baño debían llevar de manera obligatoria materia «textil» (sin especificar cuáles) y decidió que los trajes de baño (en categoría masculina) sólo podían cubrir la parte del cuerpo comprendida entre la cadera y la rodilla. Y hasta ahora.

El debate, creo, sigue servido. La ciencia y la tecnología avanzan cada vez más y el deporte no es ajeno a ello. ¿Dónde está el límite? Es un buen tema de debate.

Os dejo con un documental sobre el desarrollo del LZR Racer:

Hasta mañana, amigos.