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Camisetas para la historia. Boston Red Sox (2008): La maldición para los Yankees

redsoxHoy, más que una camiseta para la historia, lo que os presento es más bien al revés, es decir, es la historia de una camiseta. A mí me moló mucho cuando la conocí. Es la curiosa historia de la frustrada maldición contra el estadio de los Yankees.

Todo ocurrió durante las obras del nuevo estadio de los Yankees, que como recordaréis, os conté aquí, es decir, entre 2006 y 2008. En esa época, trabajaba como obrero de la construcción un tal Gino Castignoli, hincha acérrimo de los Red Sox de Boston (el eterno rival de los Yankees), que quiso gafar el nuevo recinto de los neoyorquinos. Para ello, no tuvo otra ocurrencia que coger una camiseta del dominicano David Ortiz, bateador estrella de los Red Sox, y enterrarla en el hormigón con el que se construía el estadio, para que esa camiseta fuera el centro de una especie de maldición.

Nadie sabía nada hasta que unos meses antes de la inauguración del estadio, dos obreros, de manera anónima, llamaron al New York Post para contar la historia: el nuevo Estadio de los Yankees estaba maldito por una camiseta de los Red Sox enterrada. Los obreros no especificaron en qué lugar del estadio.

La noticia corrió como la pólvora y el club neoyorquino, al principio, no le dio ningún tipo de credibilidad ni de importancia a la noticia. Pero la bola fue creciendo y algunos analistas recordaron cómo en los Juegos de Invierno de 2002 en Salt Lake City (Utah, Estados Unidos), un obrero canadiense situó una moneda de su país bajo la pista de hockey sobre hielo. Canadá ganó el oro, algo que no ocurría desde 1952. Y sin ir más lejos, en Nueva York es conocida la historia de un obrero que enterró un amuleto de la suerte en el antiguo Yankee Stadium, tras lo cual, empezó la legendaria racha de victorias del equipo neoyorquino.castignoli

Así las cosas, el presidente de los Yankees, Randy Levine, cambió de opinión: «Al principio creíamos que no podía ser nada bueno estar enterrado en cemento en Nueva York, pero luego pensamos que por qué premiar a alguien con malas intenciones». La empresa constructora inició una investigación y de nuevo gracias a llamadas anónimas de obreros, consiguieron conocer el lugar en el que Gino Castignoli (en la foto, junto a estas líneas) enterró la camiseta de David Ortiz. En concreto, el lugar era un pasillo justo detrás del restaurante del estadio.

Tras cinco horas de trabajos con martillos neumáticos, a medio metro de profundidad, dos obreros encontraron la maltrecha camiseta de Ortiz, que aún conservaba el número (foto, abajo).

Cuando se destapó el asunto, el fiscal del distrito del Bronx llegó a plantear la posibilidad de emprender acciones legales contra Castignoli, el hincha bostoniano. Ante tal amenaza, el propio Castignoli salió, como la camiseta, a la luz, e hizo unas declaraciones al Boston Herald: «Es típico de los Yankees (-ni aún así descansaba el tipo-). No era yo el que me metí ahí dentro. No causé ningún daño estructural. No puse en peligro a nadie». Castignoli añadió que en un principio, se negó a trabajar en las obras del estadio de los Yankees («ni por todos los perritos calientes del mundo», dijo), pero que luego cambió de idea cuando pensó lo de maldecir la instalación.mlb_redsox_jersey_200

Sea como fuere, los Yankees decidieron sacar algo positivo de tan bizarro suceso. Decidieron donar la camiseta de Ortiz a la Fundación Jimmy, una ONG de ayuda para niños con cáncer radicada en Boston y vinculada a los Red Sox, que agradecieron el gesto de sus rivales de toda la vida. De hecho, la camiseta se subastó por Internet (junto con unas entradas de palco en Fenway Park, el estadio de los Red Sox) y un donante anónimo pagó la nada despreciable cifra de 175.100 dólares. Un final feliz, por tanto, para esa historia… o no.

Y digo «o no» porque un año después de estos hechos, y según informó el Boston Herald, un fan acérrimo de los Yankees llamado Ian Ferris acudió a Fenway Park para asistir a un concierto del grupo Phish… pero con aviesas intenciones. A este joven no se le ocurrió otra cosa que llevar con él una bolsa de semillas del césped oficial de los Yankees (sí, las venden), y desperdigarla sobre el terreno de juego de Fenway Park.

En fin, para que luego penséis que la rivalidad entre Barça y Madrid es la más intensa del mundo…

PD: Os preguntaréis si mientras la camiseta de Ortiz estuvo enterrada, el rendimiento de los Yankees bajó. La respuesta es que no especialmente. Aunque sí que lo notó alguien, el propio David Ortiz, que durante esos meses, firmó sus peores porcentajes de bateo de los últimos años… ¿meigas?

Os dejo un vídeo en la noticia:

Mañana, otra historia.

Quién fue… Red Auerbach

Amantes del basket NBA: calmad vuestra furia. Seguro que estaréis protestando como energúmenos porque he incluido en esta vuestra sección favorita a un gran personaje, famoso donde los haya, del baloncesto internacional. «¿Qué quién fue?» os imagino decir… pues bien, tened en cuenta que en esta bitácora también hay lectores que no son tan doctos en el juego inventado por James Naismith y que creo que merecen saber la historia de esta leyenda: Mister Red Auerbach.

Brooklyn, Nueva York, 20 de septiembre de 1917. La pareja formada por Hyman Auerbach, un emigrante judío nacido en Minsk (hoy Bielorrusia) y Marie Thompson tienen a su cuarto hijo, al cual llaman Arnold Jacob. El chico, desde muy tierna infancia, se dedica a jugar al baloncesto y por el color pelirrojo de su cabello se gana el calificativo de Red, que le acompañaría toda la vida.

Tras discretos pasos por el baloncesto amateur, consigue, en 1935, entrar en el programa de baloncesto de la Universidad de Washington, donde se destapa como un gran jugador. Es ahí donde empieza a comprender lo importante que es el contraataque en el deporte de la canasta.

Seis años después, se convierte en entrenador de dos equipos de instituto. Pasa por el Ejército y entrena al equipo de la US Navy. Su buen hacer le hace ganar un puesto de entrenador en los Washington Capitols, de la BAA (el germen de la NBA). Allí contrata a algunos de sus discípulos en la Armada. Tras años de buenos resultados pero sin títulos, tiene otra experiencia en los Tri-Cities Blackhawks (años después, los Atlanta Hawks), pero se pelea con el dueño.

Así, en 1950 desembarca en los Boston Celtics, que en aquella época estaban en crisis económica y deportiva. Su llegada no estuvo exenta de polémica. Una de sus primeras decisiones fue cargarse a Bob Cousy, uno de los ídolos locales (aunque luego lo repescaría) y otra de ellas fue elegir en el draft del 50 a Chuck Cooper, el primer jugador negro drafteado por un equipo profesional de baloncesto. Red Auerbach rompía así la barrera racial de uno de los deportes más seguidos en Estados Unidos.

Durante seis años, los Celtics se clasificaron siempre para los play-offs pero no lograron ningún título… hasta 1956. Auerbach había ido consiguiendo grandes jugadores merced a su buen ojo en los drafts. Y con hombres como Bill Russel, Bill Sharman o John Havlicek, consiguió ganar nueve títulos en diez años, ocho de ellos consecutivos (aún un récord en el deporte profesional americano) y seis de ellos ante los Lakers (ahí nació la mítica rivalidad). Fue también cuando nació la costumbre de Auerbach de encenderse un puro en los minutos finales del partido, siempre que el partido estuviera ya claramente decantado para los Celtics.

Auerbach siguió derribando barreras, cuando en 1964 dispuso un quinteto enteramente formado por negros. Y por si fuera poco, en 1967 decidió retirarse como entrenador y nombró a Bill Russell como su sucesor. Russell se convirtió así en el primer afroamericano en ocupar un banquillo NBA.

Tras ser entrenador, ocupó el cargo de general manager de los celtas de Boston. Al principio, fueron años duros para el equipo, que decayó (aunque ganó otro par de anillos, pero claro, con el listón tan alto…). Pero en 1978, Auerbach descubrió a un chaval de Indiana llamado Larry Bird y ahí la cosa empezó a cambiar. Por si fuera poco, en el 80 se hizo con Robert Parish y Kevin McHale, lo que terminó de configurar a otros temibles Celtics, que ganaron el anillo de 1981.

Tras ganar otro título en 1984, Auerbach se convirtió en presidente de los Celtics y los de Massachussets volvieron a ganar otro anillo en 1986. El año anterior, por cierto, se había retirado el dorsal 2 en honor de Red. Pero la muerte de Len Bias y de Reggie Lewis sumieron al club en una depresión que lo condenaron a no volver a ganar nada con Auerbach en vida. Auerbach, por cierto, a partir de los 90 empezó a desinteresarse por la primera fila y empezó a dedicar más tiempo a sus puros y a su adorada comida china. A pesar de todo, se mantuvo como presidente hasta que en 2006, un ataque al corazón se lo llevaba de este mundo con 89 años.

Como homenaje, los Red Sox de Boston (béisbol) vistieron de verde en un partido ante los Yankees) y durante la temporada siguiente, los Celtics llevaron en su uniforme un trébol negro con el nombre Red inscrito en su interior. Además, ese año se instauró el premio Red Auerbach, que se concede al jugador de los Celtics que mejor represente lo que significa llevar la camiseta verde de los bostonianos. Este año se lo ha llevado Rajon Rondo, por cierto. Dos años después de su muerte, los Celtics volvían a ganar un anillo. Y ahora se están peleando con sus rivales de siempre, del otro lado del país, Los Angeles Lakers, por el más valioso título del baloncesto mundial.