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Quién fue… Gottfried von Cramm, el tenista que no quiso ser el héroe ario de Hitler

Volvemos a una oscura época de nuestra historia reciente, que por otro lado da historias jugosas para esta sección. Hoy os voy a hablar de un deportista que tuvo la mala fortuna de nacer en el país y en la época equivocadas, si bien siempre supo rehacerse. Os traigo la historia de Gottfried von Cramm.

Verano de 1909. Nettlingen, Baja Sajonia, Alemania. El barón Burchard von Cramm y su esposa, Jutta von Steinberg, tienen a su tercer hijo, al que llaman Gottfried Alexander Maximilian Walter Kurt. El título aristocrático de los von Cramm procedía del siglo XIX y era una prestigiosa familia cuyo árbol genealógico se podía trazar desde el siglo XII.

Al joven Gottfried le da por el tenis. Muy joven, con 23 añitos y gracias a su talento, el aristócrata gana un puesto en el equipo alemán de Copa Davis y vence el campeonato alemán de tenis. Pronto se convierte en el mejor jugador de su país y lo confirma en 1933 cuando gana el dobles mixto de Wimbledon junto a Hilde Krahwinkel. Mientras, en Alemania, Adolf Hitler se hace con el poder…

En 1934, Gottfried von Cramm gana un sitio en la historia cuando gana Roland Garros. Admirado por sus contrincantes por su caballerosidad y su juego limpio, regresa a Alemania como un héroe. Hitler se frotaba las manos: von Cramm era guapo, rubio, buen deportista… era un ejemplo perfecto de lo que su mente enferma concebía como raza aria. Y el Führer no estaba dispuesto a dejar pasar esta oportunidad. Pero al bueno de von Cramm no le gustaba nada la idea. Rechazó afiliarse al NSDAP (el partido nazi), protestó cuando prohibieron jugar a un compañero judío y cuando estaba en el extranjero, no ocultaba sus críticas a Hitler. Todo ello le provocó estar siempre en el ojo del huracán.

Intentando ser ajeno a los tejemanejes políticos de detrás, von Cramm siguió con su carrera tenística. Y hubiera sido el mejor de su época, si no llega a ser por los dos contrincantes con los que le tocó lidiar en su época: el inglés Fred Perry (otra gran historia) y el californiano Don Budge (que era hijo, por cierto, de un ex futbolista escocés del Rangers). Estos dos jugadores le privaron de ganar tres Wimbledon y un US Open, si bien en 1936 logró reeditar su título de Roland Garros tras vencer a Fred Perry. Precisamente con Budge le unió una sincera amistad, más allá de la rivalidad, que tenía como origen una tremenda admiración mutua. El americano contaría años después una anécdota para demostrar la absoluta caballerosidad del aristócrata alemán: en un partido de Budge en Wimbledon que von Cramm presenciaba entre el público, el juez de línea cantó a favor de Budge una bola que era obviamente punto para su rival. Budge quiso ser caballeroso y en la siguiente jugada, falló deliberadamente para compensar a su rival. Tras el encuentro, von Cramm se acercó a saludar al californiano, pero en vez de felicitarle, le reprendió por lo que había hecho. Budge estaba patidifuso, ya que él creía que se había comportado como un señor.

Tienes que darte cuenta, Don -dijo von Cramm-, que haciendo lo que has hecho has avergonzado al juez de línea delante de 15.000 personas. Y eso es inconcebible.

En 1937 comenzaron sus problemas con el régimen nazi. No pudo defender su título en París. Ahora entenderéis por qué. En ese año, von Cramm jugó un partido que marcaría su carrera. Era una eliminatoria de la Copa Davis y se enfrentaban Alemania y Estados Unidos. La eliminatoria estaba 2-2 y el ganador saldría del encuentro entre von Cramm y Budge (en la foto bajo estas líneas). Según contaría más tarde Budge, minutos antes de empezar el partido, cuando él y von Cramm estaban en el vestuario, el alemán fue avisado de que tenía una llamada. Budge oyó a von Cramm referirse a su interlocutor como «mein Führer»… En efecto, el mismísimo Hitler había llamado al tenista para advertirle de lo indispensable de su victoria. Según Budge, cuando von Cramm colgó el teléfono, estaba pálido. De hecho, salió a jugar cada punto como si le fuera la vida en ello. Así las cosas, von Cramm ganó los dos primeros sets por 8-6 y 7-5 (no había tie-break). Budge se rehizo y ganó las dos siguientes mangas por 6-4 y 6-2. En el quinto set, von Cramm llegó a ir dominando 4-1, pero en una espectacular remontada, el estadounidense logró llevarse el partido y la eliminatoria con un resultado de 8-6. Al acabar el partido, ambos jugadores se fundieron en un abrazo (Budge diría «Creo que ambos queríamos llorar») y el público pasó varios minutos ovacionándolos (se dice que cuando los tenistas salieron de la ducha, aún se oían los aplausos). Dicen que fue uno de los mejores partidos de todos los tiempos. Pero la derrota iba a suponer para el aristócrata alemán graves consecuencias.BUDGE-CRAMM

Tras ese partido, von Cramm siguió jugando por todo el mundo y cuando regresó a Alemania en marzo de 1938, pronto notó que las cosas no pintaban bien. Se suspendió una recepción oficial en su honor. Al día siguiente a su llegada, el barón recibió la visita de dos personas. Eran agentes de la Gestapo. Gottfried von Cramm era detenido, acusado de mantener una relación homosexual (con un judío exiliado, por cierto) y de enviarle dinero al extranjero. El mejor tenista alemán sufrió un colapso nervioso que le llevó al hospital.

En efecto, von Cramm era homosexual. Todos los que lo conocían lo sabían, a pesar de que este fuera de serie mantenía una estricta discreción acerca de sus gustos sexuales. Tanto que de hecho estaba casado. Conoció a su amante, el actor Manasse Herbst, en el libertino Berlín de 1931. Von Cramm confesó y ni la reputación de su familia ni la intercesión de uno de los mandamases nazis, Hermann Göring, le libraron de ser condenado a un año de cárcel.

Su amigo y contrincante Don Budge decidió recoger firmas entre la flor y nata del deporte mundial y estas fueron enviadas a Hitler para que liberara a von Cramm. Entre los firmantes estaba el mítico jugador de béisbol Joe di Maggio. El caso es que seis meses después de su encarcelamiento, Gottfried fue puesto en libertad por buen comportamiento. Tras salir de prisión, se trasladó a Suecia, invitado por el rey Gustavo, con el que le unía una buena amistad. A pesar de sus intentos por retomar su carrera tenística, tuvo muchas dificultades. En 1939 se le prohibió jugar en Wimbledon por ser ex convicto y en el US Open por similares razones. No pudo jugar ni siquiera el torneo de Roma, esta vez por decisión del Gobierno alemán, que temía que von Cramm, el homosexual, el desafecto, pudiera derrotar a cualquier otro de los alemanes en liza.

Y por si fuera poco, estalló la guerra, la II Guerra Mundial. Fue enviado al frente ruso, donde desempeñó con heroicidad (no era nazi, pero sí desde luego alemán y orgulloso de serlo). Regresó con lesiones por congelamiento en las piernas pero le fue concedida la Cruz de Hierro. No obstante, al poco fue retirado del Ejército. Sobre él planeaba la sospecha de unirse con un grupo de conspiradores para derrocar a Hitler. Su amistad con Gustavo de Suecia le salvó la vida.

En los últimos años de la Guerra, von Cramm vivió a caballo entre Estocolmo y el castillo de Bodenburg, la residencia de su familia. En una ocasión, ayudó a un piloto estadounidense herido que fue derribado cerca del castillo. «¿Por qué me ayuda?», preguntó el americano. «Porque una vez jugué al tenis con Don Budge», respondió el alemán. «¡Oh, pues entonces usted debe de ser Gottfried von Cramm!», replicó admirado el piloto.

Cuando acabó la Guerra, un von Cramm que nunca habló sobre su estancia en prisión ni sobre su presencia en el frente soviético, regresó a Berlín, donde intentó reconstruir el Rot-Weiss Club, al que pertenecía y que había sido destruido. En sólo tres años, consiguió levantarlo. En 1951 se metió en el mundo de los negocios. Gracias a sus contactos en Egipto, logró crear una empresa en Hamburgo que importaba para Alemania algodón egipcio. Pero no se olvidó del tenis. En 1948 y 1949 se había proclamado de nuevo campeón de Alemania y en 1951 volvió a jugar en Wimbledon, 14 años después de su última aparición en el All England Lawn Tennis Club, si bien fue eliminado en primera ronda.

En 1956, von Cramm se casó con Barbara Hutton (ambos, en la foto bajo a estas líneas), heredera del imperio Woolworth y poseedora de una de las mayores fortunas de Estados Unidos. Aunque Hutton sabía que era homosexual, la relación de amistad era muy buena y ella buscaba tener un acompañante bello para sus reuniones de sociedad. En 1960 se divorciaron y von Cramm se fue a vivir a Egipto, con frecuentes visitas a Hamburgo, para ocuparse de sus negocios.Barbara Hutton Seated with Baron Von Cramm

Y así pasó los años, convertido en una de las personas más populares de El Cairo, hasta que el 9 de noviembre de 1976, cuando viajaba con su chófer entre El Cairo y Alejandría, sufrió un accidente después de que un camión chocara con su coche. El mecánico murió en el acto y von Cramm en la ambulancia. Se iba así, a los 67 años, uno de los más grandes tenistas de la historia.

Su memoria sigue presente. El Rot-Weiss Tennis Club de Berlín está situado en una calle que lleva su nombre. El Salón Internacional del Tenis lo tiene como uno de sus componentes. Y para que os quedéis pensando un rato, os contaré que el 7 de julio de 1985, el día en el que Gottfried von Cramm hubiera cumplido 76 años, un joven de 17 años llamado Boris Becker se convertía en el primer alemán que ganaba como profesional en Wimbledon.

Hasta mañana, chicos. Siento que me haya quedado un poco larga la historia, pero espero de veras que os haya gustado.

Quién fue… Bernhard Trautmann, de soldado alemán a héroe en Inglaterra

Otra de las nuevas secciones de esta andadura es la de Quién Fue. Estos artículos se diferencian de los habituales en que no busco tanto el paradero del deportista en cuestión, sino la historia que tienen detrás. Muchas de ellas son merecedoras, y no exagero, de una película. Voy a estrenarme con una historia que cuando conocí, me llamó la atención. Es la de Bert Trautmann, el soldado alemán que tras la II Guerra Mundial se convirtió en un héroe futbolístico en territorio enemigo. Os cuento:

1942. La II Guerra Mundial está en plena ebullición. Bernhard Trautmann, un paracaidista de la Luftwaffe (la fuerza aérea alemana) es destinado al frente oriental. Allí destaca en las tareas defensivas provocadas por el contraataque soviético, habiendo logrado escapar incluso en una ocasión en la que fue apresado por el Ejército Rojo.

Ascendido a sargento y condecorado con una Cruz de Hierro de primera clase, Trautmann regresó al frente occidental, a Francia, donde los problemas de los nazis empezaban a ser preocupantes para Hitler. Fue capturado por la resistencia francesa y de nuevo logró escapar, hasta que en 1944, con unas claras perspectivas de que la Alemania nazi perdería la guerra, Trautmann decidió desertar y volver a su Bremen natal, aun a sabiendas que en esa situación, tanto los aliados como sus compatriotas le perseguirían, estos últimos por tratarse de un desertor.

En esa huida, dos soldados estadounidenses se lo encuentran y lo hacen prisionero, pero de nuevo el escurridizo Trautmann huye campo a través y salta una valla… para encontrarse a dos soldados británicos de bruces.

«Hola Fritz, ¿te apetece una taza de té?»

Con esta muy inglesa expresión, le dieron la bienvenida sus nuevos captores (‘Fritz’ era el nombre genérico con el que se conocía a los soldados alemanes en la II Guerra Mundial por parte de los aliados).

Consciente de que la guerra tocaba a su fin, decidió no resistirse y asumir su estatus de prisionero. Tras una temporada en Bélgica, Trautmann fue internado en un campo de prisioneros del norte de Inglaterra. Después de que la inteligencia británica detectara, tras interrogarlo, de que a pesar de ser oficial y haber pertenecido a las Juventudes Hitlerianas no era ideológicamente nazi (sino un soldado), Bernhard Trautmann se integró en la vida del campo de prisioneros, jugando al fútbol contra otros internos de otros campos. Aunque comenzó como jugador de campo, un día se hizo daño y acabó de portero, un papel que marcaría su vida.

Una nueva vida

Bautizado como Bert por los ingleses y acabada la guerra, Trautmann decidió no regresar a Alemania, ya que según él mismo declararía, allí ya no tenía ni casa ni familia ni nada. Así que se quedó en Inglaterra y comenzó a trabajar en una granja, a la vez que jugaba como portero en el Saint Helens, modesto equipo amateur de los alrededores de Liverpool. A pesar de jugar en aficionados, empezó a hacerse famoso y esa fama hizo que algunos clubes profesionales, que estaban dispuestos a volver a la normalidad tras la guerra, se interesaran por él. A Bert le convenció la oferta que le hizo el Manchester City.

Su llegada al fútbol profesional, en 1949, no fue fácil. Fácil no era tampoco para los aficionados ingleses que su equipo fichara a un ex soldado del Ejército nazi, cuando apenas cinco años antes tantos británicos se dejaron la vida en el campo de batalla o incluso en sus propias ciudades por culpa de la locura de Hitler. El caso es que al club llegaron cientos de cartas de aficionados indignados, y a los entrenamientos acudían hinchas con pancartas con lemas como «Fuera el alemán». Pero pronto se les fue pasando su furor cuando vieron a Trautmann jugar, y es que el ex paracaidista era un porterazo. Al cambio de opinión del público contribuyó el capitán del City, Eric Westwood, un veterano de guerra que participó en el Desembarco de Normandía, que afirmó

«En el vestuario no hay guerras».bert-trautmann

Pero el calvario de Trautmann no se quedó en Manchester, ya que por todos y cada uno de los campos por los que pasaba el equipo, recibía insultos y broncas descomunales, que en varias ocasiones afectaron incluso al rendimiento de Bert.

En 1950 visitó por primera vez Londres para jugar en un Fulham-Manchester City. La prensa de la capital tomó el hecho como todo un acontecimiento. La castigada y bombardeada capital del Imperio Británico recibía a un ex soldado alemán. Ese día Trautmann hizo un partidazo, tanto que cuando acabó el partido recibió una gran ovación.

Jugándose el cuello

Su fama se fue acrecentando y se convirtió en uno de los mejores porteros de la Liga. En 1955 se convirtió en el primer jugador alemán en jugar una final de la Copa de Inglaterra, en la que el Newcastle derrotó al City. Al año siguiente, el City repitió en la final, que jugó ante el Birmingham. A 15 minutos del final, Trautmann chocó contra un delantero rival y recibió un rodillazo en el cuello. A pesar del fuerte dolor, el alemán siguió jugando e hizo unas paradas de mérito, que salvaron a su equipo, que se alzó con el triunfo. El cuello le dolía horrores e incluso el Duque de Edimburgo, que le impuso una medalla al acabar el partido, comentó después que se notaba claramente que el cuello de Trautmann estaba torcido. A pesar de que apenas podía mover el cuello, Bert pudo hasta celebrar el triunfo. Días después, en Manchester, una radiografía reveló un impactante hecho: Trautmann tenía una vértebra rota, lesión que le mantuvo casi un año fuera de los terrenos de juego.

Trautmann continuó con su carrera hasta 1964, si bien en ese tiempo no pudo jugar con su selección (Alemania sólo convocaba a jugadores que disputaban su liga). Ese año fue despedido en un partido contra el Manchester United, en el que militaba Bobby Charlton. Trautmann, que era un especialista en parar penalties (detuvo el 60% de los que le lanzaron en su carrera), recibió el reconocimiento internacional. El considerado por muchos mejor portero de todos los tiempos, el ruso Lev Yashin, dijo una vez:bert

Sólo ha habido dos porteros de clase mundial: Lev Yashin -o sea, él mismo- y el chico alemán del Manchester City, Trautmann.

Tras su retirada se dedicó a entrenar, en Inglaterra, en Alemania y por todo el mundo, siendo técnicos en equipos de países como Tanzania, Pakistán o Yemen. Dejó definitivamente el fútbol en 1988 y creó una fundación con su nombre para fomentar las relaciones entre Reino Unido y Alemania.

Pero no sabéis lo mejor. Bert Trautmann sigue vivo. Tiene 89 años y reside… en España, en un pueblo costero de la provincia de Castellón.

Aquí os dejo un reportaje sobre Trautmann, con imágenes de la final de la FA Cup del 56. Está en alemán:

Espero que os haya gustado. Os deseo un feliz fin de semana.

Qué fue de… Boban

Hoy os traigo al blog a otro gran jugador de fútbol del que pudimos disfrutar en la Liga Española, aunque fuera en el ocaso de su carrera. Un tipo que formó parte de uno de los mejores equipos de los últimos años en Europa y que formó parte, además, de una nueva selección de fútbol que deslumbró a todo el mundo con su buen juego y con la calidad de sus jugadores. Es Zvonimir Boban.

¿Quién era?: Un centrocampista croata de los 90.

¿Por qué se le recuerda?: Por formar parte del gran Milan de mediados de la pasada década, que se proclamó campeón de Europa y de la selección croata que consiguió el tercer puesto en el Mundial de Francia en 1998. En último término, en España lo recordarán mejor los hinchas del Celta de Vigo, que disfrutaron de su juego en la temporada 2001-2002.

¿Qué fue de él?: Boban se retiró en el Celta en 2002. Este fino centrocampista ha demostrado, además, que ser deportista no está reñido con los estudios, pues nada más retirarse, se licenció en Historia por la Universidad de Zagreb, en su país. Ahora se dedica al periodismo deportivo. Es uno de los directivos de Sportske Novosti, un diario deportivo croata. Además, es comentarista para la televisión RTL Televizija de su país, y colabora con Sky Italia y es columnista del prestiogisísimo diario deportivo italiano La Gazzetta dello Sport. Además, tiene un bar con su nombre en Zagreb.

¿Sabías qué…?: Zvonimir Boban es conocido por ser un orgulloso nacionalista croata. Ha dicho públicamente que su país es lo que más ama y que moriría por él.

– Su reputación como patriota comenzó en un día muy importante para la historia reciente de los Balcanes, y todo se inició en un campo de fútbol. Era mayo de 1990. Yugoslavia todavía existía. Jugaban en Zagreb el mejor equipo de Croacia, el Dínamo (el equipo de Boban), contra el mejor equipor de Serbia, el Estrella Roja. La beligerancia se estaba fraguando ya que, pocos días antes del encuentro, el nacionalista y gran opositor de Slobodan Milosevic, Franjo Tudjman, había ganado las primeras elecciones libres de la república en Croacia. La cosa se preveía calentita porque, además, el tristemente famoso líder paramilitar y ultranacionalista serbio Zeljko Raznatovic, alias Arkan, anunció que iba a ir al partido con los ultras del Estrella Roja, los Delije (Héroes). A pesar de que ya en las calles de Zagreb hubo enfrentamientos entre ambas aficiones, la gorda se montó en el estadio. Los ultras serbios, ante la impasibilidad de la policía, se lanzaron al ataque de los ultras croatas. Éstos decidieron invadir el campo, y la policía antidisturbios contraatacó. A todo esto, los futbolistas del Estrella Roja estaban encerrados en el vestuario, pero los del Dínamo de Zagreb se quedaron en el terreno de juego. Y fue entonces cuando Zvonimir Boban, capitán del Dínamo, salió en defensa de un hincha croata que estaba siendo golpeado por un policía, y agredió al agente con una patada voladora. Justo después, los hinchas del Dínamo salieron en su defensa. Desde ese momento, Boban fue considerado como un héroe nacional croata, idea que él reforzaría afirmando: «Ahí estaba yo, una cara pública preparada para arriesgar mi vida, mi carrera, todo lo que la fama puede comprar, todo por un ideal, por una causa: la causa croata».

– Ese partido significó el final de la liga yugoslava. Y de manera no oficial, fue el comienzo de la guerra de la independencia croata.

– El suceso le costó una suspensión de seis meses por parte de la Federación Yugoslava.

– Con el tiempo se supo que el agente agredido era… un bosnio musulmán, que públicamente perdonó a Boban.

– A pesar de que llegó a jugar ocho partidos con la selección yugoslava, en cuanto se formó la croata se enroló en ella. De hecho, debutó en el segundo partido de la historia de Croacia, antes incluso de que el país fuera plenamente independiente.

– El mismo día de su debut con Croacia, lo hicieron otros dos ilustres de nuestra liga, Davor Suker y Robert Jarni.

– Sólo jugó cuatro partidos en el Celta.

– Ganó con Yugoslavia el Mundial Juvenil del 87. En ese equipo estaban también Suker, Jarni, Prosinecki y Mijatovic.

Biografía, palmarés, estadísticas: Zvonimir Boban nació el 8 de octubre de 1968 en Imotski, Croacia. Empezó su carrera en el Dínamo de Zagreb, en 1985. En 1991, justo cuando todo se lió en su país, emigró a Italia para jugar en el Bari. Al año siguiente fichó por el Milan, donde permaneció diez años. Su última temporada la pasó cedido en el Celta de Vigo. En su palmarés destacan el ya citado Mundial juvenil, cuatro ligas italianas, tres Supercopas italianas, una Liga de Campeones y una Supercopa de Europa con el Milan y el tercer puesto del Mundial de Francia con Croacia. Por cierto, con su selección jugó 51 partidos y metió 12 goles.

Aquí os dejo un vídeo de grandes jugadas de Boban:

Si queréis ver el de la patada del 91, lo tenéis aquí.

¿Sabes algo más de Boban? ¿Tienes alguna anécdota? Escríbeme en los comentarios.