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Qué fue de… Cathy Freeman

¡Se acercan los Juegos! Ya queda menos, amigos, y para hacer más leve la espera, os voy a traer a una heroína olímpica de primera categoría, que es símbolo de toda una raza: Cathy Freeman.

Freeman nació el 16 de febrero de 1973 nacía en Slade Point, Queensland, Australia, en el seno de una familia de aborígenes australianos de cinco hijos (una de ellas, con parálisis cerebral). Desde muy niña destacó en atletismo, sobre todo en los 100, 200 y en salto de altura. Su primer entrenador fue su padrastro.

Con 14 años, conoció al rumano Mike Danila, que fue el técnico que la marcó para siempre y el que la hizo perfeccionar sus técnicas. En 1988 consiguió una beca para estudiar en un prestigioso  colegio de Queensland, donde en una carrera de 100 metros bajó de los 12 segundos. Su entrenador decidió que esa chica aborigen debía participar en los trials o pruebas previas a los Juegos de la Commonwealth de 1990 en Sydney.

Logró clasificarse y participó, sin haber cumplido aún 17 años, en el relevo 4×100, logrando el oro. Se convertía así en la primera aborigen medallista en unos Juegos de la Commonwealth, además de la más joven. Justo después de esos Juegos, se fue a vivir a Melbourne, donde cambió de entrenador y donde empezó a especializarse en 200 y 400 metros.

En 1994 llegó su mejor año, ganando dos oros (200 y 400) y una plata (4×100) en los Juegos de la Commonwealth de Victoria, Canadá. Durante 1995 y 1996 fue superando sus marcas y varios récords personales y nacionales, hasta que debutó como atleta olímpica en Atlanta 96.

Pero en esa cita, estaba otra mítica como Marie-José Pérec, pudiendo sólo ser plata en los 400 m. No obstante, su tiempo fue récord de Australia.

Al año siguiente, en los Mundiales de Atenas, logró el oro, pero poco después se lesionó en un pie y estuvo casi todo 1998 en el dique seco.

En 1999 empezó a prepararse para los Juegos de 2000, que se iban a celebrar en su país. Todo el mundo esperaba un nuevo duelo entre Freeman y Pérec, si bien no se pudo producir porque la francesa abandonó los Juegos tras un encontronazo. Sea como fuere, Cathy Freeman se hizo con el oro ante el delirio del estadio olímpico, y dio una vuelta de honor con la bandera australiana en una mano y la bandera aborigen en la otra, algo que en teoría está prohibido por el COI (llevar banderas no nacionales o no reconocidas por el COI).

Continuó compitiendo tres años más (ganó otro oro en el 4×400 de los Juegos de la Commonwealth de 2002 en Manchester), tras lo que se retiró.

En la actualidad es madre de una niña y se dedica a iniciativas solidarias. Es portavoz de los aborígenes australianos y una de las jefas de una ONG que ofrece vacaciones de verano a familias pobres.

Bueno, amigos, mañana recordamos… a un francés.