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Quiénes fueron… Antonio Rattín, Evgeny Lovchev y el origen de las tarjetas en el fútbol

Rattín, con el 10 a la espalda, tras ser expulsado por Rudolf Kreitlein en Wembley (WIKIPEDIA)

Rattín, con el 10 a la espalda, tras ser expulsado por Rudolf Kreitlein en Wembley (WIKIPEDIA)

Este es un post de viernes bastante original, porque aunque sus protagonistas tienen nombres y apellidos, el artículo no va tanto por sus carreras sino por sendos hechos que protagonizaron en dos Mundiales consecutivos. Y tiene su interés, porque son los protagonistas de algo tan cotidiano en el fútbol como son las tarjetas. Estas dos personas son el argentino Antonio Ubaldo Rattín y el soviético Evgeny Serafimovich Lovchev.

Viajamos en el tiempo a la Copa del Mundo de 1966, que se celebró en Inglaterra. Se disputaba el partido de cuartos de final entre la selección anfitriona y Argentina, todo un clásico de los Mundiales, de gran rivalidad, que por cierto se tiende a creer que nació precisamente en 1966, no tanto por la guerra de las Malvinas.

Pero a lo que iba. Estadio de Wembley, 23 de julio de 1966. Con 0-0 en el marcador y en el minuto 35 de partido, el árbitro, el alemán Rudolf Kreitlein, expulsa al capitán argentino, el centrocampista de Boca Juniors Antonio Rattín. Al parecer, el motivo era por «violencia verbal» (si bien Kreitlein no entendía español, hecho que provocaría no poca polémica). Más tarde, Kreitlein diría que «su mirada era malintencionada, por eso me di cuenta de que me había insultado». El caso es que Rattín no daba crédito y en un primer momento, no quiso abandonar el terreno de juego, indignado por la expulsión. Decía que no sabía el motivo y ¡exigía un traductor! Rattín estuvo dentro del terreno de juego unos diez minutos. A Rattín, además, no se le ocurrió otra cosa que sentarse, a modo de protesta, en una alfombra roja situada junto al terreno de juego que estaba destinada exclusivamente a la reina Isabel. Finalmente, dos agentes de policía tuvieron que acompañar al capitán argentino fuera del campo. Inglaterra, por medio de Geoff Hurst en el minuto 78, marcaría un gol definitivo, que daría el paso a los ingleses a las semifinales. Luego, como sabréis, alcanzarían el título.

Rattín, con la camiseta de Boca (WIKIPEDIA).

Rattín, con la camiseta de Boca (WIKIPEDIA).

El partido, como os decía, resultó muy polémico. Y es que en esa época no había aún tarjetas. Los jugadores eran amonestados o expulsados verbalmente. Y esto producía no pocos problemas de entendimiento, como ocurrió en aquel partido de cuartos de final. Además, el público era incapaz de saber si un jugador había sido o no amonestado.

Tal y como publicó mi amigo y compañero de blog Alfred López en su día, fue el exárbitro inglés Ken Aston el padre de las tarjetas. Al día siguiente del Inglaterra-Argentina de 1966, Aston (que era el jefe de los árbitros en el Mundial) leyó en la prensa que, además de la expulsión de Rattín, Kreitlein había amonestado al inglés Jack Charlton, algo de lo que nadie se había percatado. Tras confirmar que, efectivamente, Charlton había sido amonestado y con esta amonestación y la expulsión de Rattín en la cabeza, Aston conducía a su casa cuando se detuvo en un semáforo en un cruce de la Kensington High Street. Allí se le encendió la bombilla (y nunca mejor dicho) cuando vio, en un semáforo, la luz ámbar y la luz roja. Aston entendió el mensaje (amarillo de advertencia y rojo de peligro) y se le ocurrió la idea de crear una tarjeta amarilla, que el árbitro mostraría al jugador cuando quisiera amonestarlo, y una roja, cuando quisiera expulsarlo. Así, tantos los jugadores como el público conocerían las decisiones del árbitro en el momento. Aston transmitió su idea a la FIFA y fue aprobada.

Las tarjetas entraron en vigor en la siguiente cita mundialista: el Mundial de México 1970.

Evgeny Lovchev, en un cromo del Mundial 70 (está mal transliterado su apellido) (PANINI).

Evgeny Lovchev, en un cromo del Mundial 70 (está mal transliterado su apellido) (PANINI).

Y la primera no se hizo esperar. Nos vamos al 31 de mayo de 1970, al partido inaugural de la cita mundialista que consagró a Pelé. Se enfrentaban la anfitriona, México, con la Unión Soviética. Curiosamente, arbitraba también un alemán, Kurt Tschenscher. En el minuto 34 de partido, el defensa del Spartak de Moscú Evgeny Lovchev hizo una entrada por detrás al delantero mexicano Javier Valdivia en el centro del campo. El árbitro señaló la falta, y con un estilo un poco extraño, sacó su tarjeta amarilla, la señaló y luego señaló al soviético. Era la primera tarjeta amarilla de la historia.

Como curiosidad, os diré que en aquel partido se mostró también la segunda tarjeta amarilla de la historia. La vio el capitán mexicano Gustavo  Peña. Además, os contaré que en México 70 ningún jugador fue expulsado. La primera roja de la historia de los Mundiales llegó en Alemania 74. La recibió el día 14 de junio de aquel año el delantero chileno Carlos Caszely. Chile jugaba el partido inaugural contra otra anfitriona, Alemania Federal, y el árbitro que se la enseñó fue el turco Dogan Babacan, un nombre que quizá os suene. Un par de meses antes del Mundial, en la ida de las semifinales de la Copa de Europa entre el Celtic de Glasgow y el Atlético de Madrid en Celtic Park, Babacan expulsó a tres jugadores del Atleti: Panadero Díaz, Ayala y Quique y mostró tarjetas a todos los jugadores colchoneros que participaron en aquel partido excepto a tres (Gárate, Adelardo y Eusebio). El partido acabó 0-0 y en la vuelta, los colchoneros ganaron 2-0 y se metieron en la final… pero esa es otra historia.

Os dejo con el vídeo de la movida con Rattín, en el marco de Fiebre Maldini, y con el vídeo de la primera tarjeta mundialista (a partir del minuto 8.15):

Buen fin de semana, amigos.

Quién fue… Tofik Bakhramov, el juez de línea más famoso de la historia

Si alguna vez vais a Bakú, capital de la antigua república soviética de Azerbaiyán, quizá os acerquéis al estadio en el que juega sus partidos la selección nacional y el FK Bakú, el Tofik Bakhramov Stadium, con capacidad para casi 30.000 personas. Este estadio tiene algunas curiosidades, como que fue construido por prisioneros de guerra alemanes tras la II Guerra Mundial o que tiene forma de C (la ‘S’ en alfabeto cirílico) en honor a Stalin. Pero la principal curiosidad es que toma su nombre de un personaje destacado del fútbol de aquel país. Y no es futbolista ni entrenador, ni siquiera presidente. Es uno de los pocos estadios del mundo que debe su nombre a un árbitro. Pero conozcamos mejor su historia.

Nacido en 1925, Tofik Bakhramovich Bakhramov era un joven futbolista soviético al que una lesión le obligó a colgar las botas y que decidió dedicarse al arbitraje. En 1964, alcanzó la internacionalidad como trencilla.

Pero vayamos al grano. En 1966 se celebraba Mundial de la FIFA en Inglaterra. A la final, disputada el 30 de julio en Wembley, Londres, llegaron el equipo anfitrión y la República Federal de Alemania. El trío arbitral designado para impartir justicia estaba formado por el suizo Gottfried Dienst como árbitro principal (en la foto, el del centro) y el checoslovaco Karol Galba (izquierda) y el soviético Bakhramov como líneas. El partido llegó a los 90 minutos reglamentarios con empate a dos goles. Geoff Hurst y Martin Peters habían marcado por los ingleses y Helmut Haller y Wolfgang Weber por los teutones.

Todo iba más o menos bien hasta que en el minuto 101, es decir, tras 11 minutos del primer tiempo de la prórroga, Geoff Hurst lanzó un disparo que golpeó el larguero del meta alemán Hans Tilkowski y botó. Los jugadores ingleses pidieron gol. Los alemanes rodearon al árbitro Dienst negándolo. El suizo se acercó al línea de aquella banda, el soviético Tofik Bakhramov. Todo el campo entendió lo que el juez de línea decía. Con ostensibles gestos de cabeza, Bakhramov asentía: había sido gol. Los alemanes estallaban en ira y los ingleses de júbilo. En el último minuto de la prórroga, de nuevo Hurst hacía el 4-2. Acababa el partido y la selección inglesa se quedaba con la copa Jules Rimet.tofik

Bakhramov entraba así en la historia. En Inglaterra se le bautizó como The Russian Linesman y ambos países se dividieron. Todo el mundo en Reino Unido pensaba que había sido gol, mientras que en Alemania todo el mundo daba por hecho que no. Tened en cuenta que esto ocurrió hace 47 años y en aquella época no había ni tantas cámaras, ni tantas tomas, ni tanta tecnología como ahora. Bien es cierto que parecía que no había entrado, pero sin una toma concreta, era difícil afirmarlo. Los alemanes aseguraban que había dos pruebas para no conceder el gol: una, que saltó cal en el bote del balón, señal inequívoca de que la bola había botado sobre la línea. La otra, que el balón, tras el bote, salió fuera. Decían que si hubiera botado dentro, el balón se hubiera movido hacia la red.

La polémica duró 30 años, ya que en 1996, un estudio de la Universidad de Oxford determinó que el balón había botado 6 centímetros delante de la línea de gol. A esta revelación se sumaron muchos temas, como por ejemplo, el insistente rumor de que tras el partido, la Reina Isabel II le regaló a Bakhramov un silbato de oro por sus servicios. Y la cosa tomó tintes míticos cuando empezó a circular la historia de que en octubre de 1993, estando Bakhramov en su lecho de muerte, fue preguntado cómo pudo saber si el balón había traspasado o no la línea de gol. Al parecer, el ex colegiado respondió: «Stalingrado», en referencia a la batalla en la que 1,1 millones de soviéticos perdieron la vida… ante los alemanes. No obstante, lo que sí es cierto es que Bakhramov escribió unas memorias en las que afirmó que según él, el balón no botó en el larguero, sino en la parte superior de la red (algo difícil de creer), por lo que el bote era ya irrelevante.Tofik_Bahramov_stamp

Todo este chorreo (yo, de ser alemán, estaría mosqueado), siguió cuando en la fase clasificatoria para el Mundial de 2006, Inglaterra y Azerbaiyán cayeron en el mismo grupo. Antes de ese partido, Geoff Hurst, Michel Platini (como presidente de la UEFA) y Sepp Blatter (como presidente de la FIFA), desvelaron una estatua de Bakhramov frente al estadio que lleva su nombre. El hijo de Bakhramov, además, recibió a decenas de hinchas ingleses, todos en amor y compaña, sin ningún tipo de disimulo. Y es que en el lejano país ex soviético, Bakhramov, que fue directivo de la federación de fútbol azerbaiyana antes de morir, es toda una institución. Tuvo hasta un sello dedicado en su honor.

Toda esta historia parecía zanjada, pero no tuvo su colofón, su guinda, su fanfarria final, hasta el 27 de junio de 2010. Se enfrentaban en el estadio Free State de Bloemfontein, Sudáfrica, las selecciones de Inglaterra y Alemania, en partido de octavos del pasado Mundial. Alemania ganaba por 2-1. En el minuto 38, un tirazo del inglés Frankie Lampard golpeaba el larguero y botaba claramente dentro. El árbitro uruguayo Jorge Larrionda no dio gol y, de alguna manera, se equiparaba la justicia o mejor dicho, la injusticia, en la historia mundialista de dos de los grandes: Inglaterra y Alemania.

Os dejo unas imágenes de este mítico momento:

Que paséis un buen fin de semana.