Quién fue… Agostino di Bartolomei: un mítico capitán de la Roma y su triste historia

Di Bartolomei, en acción con la Roma (WIKIPEDIA).

Di Bartolomei, en acción con la Roma (WIKIPEDIA).

Vamos a cerrar la semana hablando de un jugador que los que tengáis ya una edad recordaréis, aunque me da la impresión de que no con mucho detalle. La de hoy es una historia triste, pero espero que al menos os entretenga este viernes. Es la historia de Agostino di Bartolomei.

Nacido en Roma el 8 de abril de 1955, Agostino di Bartolomei llegó al equipo giallorosso, su favorito, a los 14 años de edad. Centrocampista nato, Di Bartolomei era un jugador elegante, fantástico pasador y con un gran disparo. En lo personal, poco o nada tiene que ver con el futbolista medio: es serio, tímido, reservado, poco hablador. El 22 de abril de 1973, con 18 años de edad, debuta con el primer equipo de la Roma, en San Siro ante el Inter. En la primera jornada de la temporada siguiente, y ya con el 10 a la espalda, marca su primer gol con la Roma, ante el Bolonia en el Olímpico.

A finales de los 70, Agostino di Bartolomei es ya el capitán del equipo: en 1979 llega el sueco Nils Liedholm al banquillo romano (ya lo había ocupado antes). Este entrenador sería clave para la historia del equipo capitalino y de nuestro protagonista. Liedholm se enamora (futbolísticamente) de Di Bartolomei, le da el brazalete y lo pone a dirigir el juego. A partir de 1980, lo hace con otro crack, el brasileño Paulo Roberto Falcão. No obstante, sus méritos no fueron nunca suficientes para jugar en la selección.

Los resultados de aquella Roma de Liedholm (con otros jugadores como el portero Franco Tancredi, el delantero Roberto Pruzzo o más tarde, Toninho Cerezo) fueron espectaculares. Ganaron tres Copas de Italia (1980, 1981 y 1984) y un ‘Scudetto’, en 1983. Pero su logro más importante (y a su vez su principal fracaso), fue en la Copa de Europa de la temporada 83-84.

Di Bartolomei posa con la segunda equipación de la Roma (WIKIPEDIA).

Di Bartolomei posa con la segunda equipación de la Roma (WIKIPEDIA).

La final de aquel año se celebraba en el Olímpico de Roma, un 30 de mayo. Al partido definitivo llegó la propia Roma (tras deshacerse en semis del Dundee United -cómo ha cambiado el torneo, ¿eh?-) y el Liverpool, que contaba con un equipazo: Bruce Grobbelaar, Ian Rush, los escoceses Dalglish, Souness y Hansen y un joven Michael Robinson, entre otros. A los 13 minutos de partido, el lateral derecho del Liverpool Phil Neal adelantaba a los ingleses, aunque antes del descanso, el goleador Roberto Pruzzo empataba el encuentro. Al final de los 90 minutos y tras la prórroga, el marcador no se había movido. La final se tenía que decidir por los penaltis.

El escocés Nicol fue el primer lanzador. Falló. El primer lanzador de la Roma fue Agostino di Bartolomei, el especialista. El capitán no falló y adelantó a la Roma. El Olímpico deliraba. La sufrida afición romanista veía cómo las cosas se ponían de cara. El problema es que el Liverpool no falló ni un penalti más: Neal, Souness, Rush y Kennedy marcaron. En cambio, en la Roma, Bruno Conti y ‘Ciccio’ Graziani fallaron sus lanzamientos (seguramente, influidos por la estrategia de las ‘spaghetti legs’ de Grobbelaar). El Liverpool se proclamaba campeón de Europa por cuarta vez y Roma se bañaba en lágrimas: los giallorossi se quedaban sin triunfo delante de su afición.

Para Di Bartolomei, romanista de cuna, fue un golpe durísimo. Nunca le perdonaría a Falcão que se ‘rajara’ y no quisiera lanzar un penalti -en efecto, al brasileño, que era un excelente lanzador, le pasó lo que a Thiago Silva en el pasado Mundial: le pudo el miedo-. Liedholm dejó la Roma al acabar esa temporada y del equipo se hizo cargo otro sueco, procedente del Benfica, llamado Sven-Göran Eriksson. Este joven técnico buscaba un juego de velocidad e intensidad, opuesto a las características de Di Bartolomei, un jugador pausado y técnico. Así las cosas, y sabedor de que iba a perder su puesto, se fue al AC Milan por petición expresa de Nils Liedholm, que iba a ser el nuevo entrenador rossonero.

Di Agostini y Sounessm capitanes de Roma y Liverpool, intercambian banderines antes de la final de 1984 (WIKIPEDIA).

Di Agostini y Souness, capitanes de Roma y Liverpool, intercambian banderines antes de la final de 1984 (WIKIPEDIA).

Al poco de empezar la temporada 84-85, el Milan recibió a la Roma. Di Bartolomei marcó el gol que supuso la victoria para los lombardos. Con rabia por su salida del equipo de su corazón, Agostino celebró con intensidad el gol. En la segunda vuelta, los hinchas de la Roma lo recibieron con frialdad por esa celebración. El partido fue tenso y casi llega a las manos con Graziani.

Tras tres años en el Milan, llega al equipo un tal Arrigo Sacchi, cuyos planteamientos tampoco casan con el estilo de Di Bartolomei. El romano hace las maletas y se va al Cesena, equipo que tenía como objetivo permanecer en la Serie A. Lo logra y nuestro protagonista, influido por su mujer, que es del sur, ficha por la Salernitana, que está en la serie C. En su segundo año en el equipo de Campania, lideró un histórico ascenso a la Serie B. A pie de campo, mientras la prensa local de Salerno le entrevista, Di Bartolomei anuncia que se retira.

Ese verano comentó para la RAI el Mundial de Italia 90. Para el futuro, tenía planes. Se estableció con su familia en Castellabate, un pueblecito junto al mar cerca de Salerno. Su sueño era poner en marcha su propia academia de fútbol para niños. Con el paso de los años, quiso crear sus propias instalaciones, su propia ciudad deportiva, con residencia para los pequeños. Pero las cosas no fueron saliendo como él esperaba. Pidió un crédito que fue rechazado. La burocracia, además en una zona controlada por la Camorra, le ponía obstáculos una y otra vez. Además, Di Bartolomei se veía fuera de lo que había amado. La Roma nunca recurrió a él para ofrecerle ningún cargo. Nadie se acordaba de él (o al menos eso era lo que a él le parecía).

D Bartolomei, con Baresi, Donadoni y Evani en su última temporada en el Milan (WIKIPEDIA).

Di Bartolomei, con Baresi, Donadoni y Evani en su última temporada en el Milan (WIKIPEDIA).

Una mañana de finales de primavera, Agostino di Bartolomei se levantó, cogió una pistola que tenía desde su época de futbolista, se apuntó al pecho y se quitó la vida. Tenía 39 años y dejaba mujer y dos hijos. Poco después se encontró una carta. En ella, Di Bartolomei intentaba reflejar su estado de ánimo, pero no daba explicaciones claras sobre el motivo de su suicidio: «Estoy en un túnel sin fin. No quieren que vuelva a entrar en el mundo del fútbol (…) Me siento encerrado en un agujero». La fecha de su muerte, por cierto, fue el 30 de mayo de 1994. Exactamente el día en el que se cumplían diez años de aquella aciaga final de la Copa de Europa, ante el Liverpool en el Olímpico. Los que le conocían bien creen que no fue casualidad.

Hoy, una calle en Castellabate y uno de los campos donde entrena la Roma, en Trigoria, llevan su nombre. Es parte del legado de un hombre que fue sucedido como capitán de la Roma por Carlo Ancelotti y cuyo dorsal 10 fue heredado por otros dos mitos del equipo giallorosso (también capitanes): Giuseppe Giannini y Francesco Totti.

Os dejo con un fantástico documental sobre Di Bartolomei. Está en italiano, pero qué diablos, se entiende bien. Os lo recomiendo especialmente, pese a que al terminar de verlo, me quedó un enorme sentimiento de melancolía:

Buen fin de semana.

10 comentarios

  1. Dice ser joseeulogio

    los que tenemos la suerte de ser abonados al plus ya sabiamos esta historia. Este otoño pasado, si no me falla la memoria, la echaron en fiebre Maldini
    te pone los pelos de punta. En el mundo en que se mueve el futbol profesional hoy dia, ya no queda sitio para historias como esta. Di Bartolomei era el tipico one man club, y no pudo soportar el que su equipo de toda la vida, al que le habia dado tanto, le diera de lado. En el reportaje se contaba que antes de fichar por el equipo, y cuando estaba en las categorias inferiores, tenia su sitio de abono en el Olimpico, en uno de los fondos

    30 enero 2015 | 09:58

  2. Dice ser Agapito

    Qué mala es la desesperación!! pobre hombre, cuando das todo a un equipo al que amas y éste te da la espalda después, duele ya lo veis. También podía optar por otra solución, coger el petate y largarse con su familia a otro País.

    30 enero 2015 | 10:16

  3. Dice ser Loshovic

    Pues lo cierto es que un servidor no conocía ni a Di Bartolomei ni su desgraciado final. Muy interesante historia.

    30 enero 2015 | 11:19

  4. Dice ser igesar75

    Otro caso más de deportista (totalmente desconocido para mi el de hoy) que tras colgar las botas, se ve sumido en la frustración y en la desesperación, como otros casos como Robert Enke o el waterpolista Jesús Rollán. Una historia triste la de hoy, supongo que una personalidad débil que no supo encajar el poco apoyo que tuvo a lo largo de su vida.

    Otro reportaje muy interesante y de temática similar (aunque en «Informe Robinson» y no en «Fiebre Maldini»), es el del ciclista español (aunque para algunos, francés) Luis Ocaña. Muy recomendable.

    Había oido hablar alguna vez del «romazo» del Liverpool en esa final, pero no sé por qué pensaba que habían ganado en los 90 minutos reglamentarios, no en los penaltys. Me llama la atención la gran cantidad de «extranjeros», a efectos de selecciones nacionales, que tenía ese legendario Liverpool (quién les ha visto y quién les ve): Kenny Dalglish y Graeme Souness escoceses, Ian Rush galés, Bruce Grobelaar zimbabwés (o como se diga), Michael Robinson irlandés, etc. Supongo que la norma de los dos extranjeros vigente en aquella época no aplicaba para el caso del Reino Unido, al tratarse de un único estado independientemente de que tuviera varias selecciones nacionales propias. Pensaba que escoceses, galeses, nor-irlandeses, etc, sí serían extranjeros a estos efectos pero está claro que no. Por lo tanto, entiendo que el único extranjero del equipo a todos los efectos sería Grobbelaar.

    30 enero 2015 | 11:21

  5. Dice ser charly

    una verdadera pena, sé que con esta ya habrás cubierto el cupo de historias tristes pero este post me hace recordar a Robert Enke del cual Informe Robinson hizo un reportaje muy bueno a pesar de lo triste del contenido. Si no lo has hecho ya estaría bien revisar la historia de este hombre y poner un link a dicho reportaje.

    30 enero 2015 | 11:44

  6. Dice ser Roberto

    Hola, me encanta esta seccion a la que recurro de cuando en cuando y ademas soy un gran seguidor de este tipo de historias, tanto de exitos como de fracasos…ademas soy un gran admirador del Notthingam Forest…algun dia podias contar su historia de abajo a la cuspide…

    Muchas gracias. Salu2.

    30 enero 2015 | 12:40

  7. Dice ser brodie

    Igesar. Revisando en internet la plantilla del Liverpool de ese año veo que hay tres irlandeses (Beglin, Lawrenson y Whelan), de la República de Irlanda, no nor-irlandeses, por lo que además de Groobelar había otros tres extranjeros. En cuanto a Michael Robinson, es inglés de nacimiento pero jugó con la selección de Irlanda, así que por nacimiento no ocupaba plaza de extranjero. Hay que tener en cuenta que el Reino Unido lo forman Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte, pero no la República de Irlanda.

    En cuanto al post, poco que no hayáis dicho ya. Sentimientos tan fuertes hacia un club quisiera yo verlos tan a menudo pero sin acabar en tragedia.

    30 enero 2015 | 19:51

  8. Dice ser Cotilla

    España invadida por USA y por Serbia, la comunidad española necesita tu ayuda para defendernos de la invasión. Defiende tu país en http://bit.ly/Alistate. Estrategia multijugador online

    30 enero 2015 | 22:47

  9. Dice ser ruomalg

    Historia con un triste final. Coincido con igesar en que no todos tienen la suficiente fortaleza a la hora de afrontar el ser desplazado en más de una ocasión. Cuando leo que se quitó la vida en el décimo aniversario de aquella final me viene a la mente el accidente que le costó la vida a Urruti cuando regresaba a su casa después de ver la final Bayern-Valencia, 15 años (no exactos) después de la final de Sevilla en la que jugó. No se pueden comparar, pero con pensar en ello impresiona lo suyo.

    Llevo unas cuantas semanas siguiendo por Wikipedia las competiciones continentales de naciones de Asia y África, y quisiera primero felicitar a los australianos por su victoria de ayer. Vale que jugaban en casa, pero tiene mucho mérito para una selección que hace diez años jugaba en la confederación más floja del planeta, y ante un hueso como Corea del Sur que les venció en la fase de grupos. Segundo, destacar el partido de ayer en el que Guinea Ecuatorial pasó a semifinales de la Copa África tras forzar la prórroga en el descuento con un gol de penalti inexistente. No sé vosotros, pero después de esto y del Mundial de balonmano, tengo claro que a algunos países no se les debería otorgar la organización de eventos deportivos.

    01 febrero 2015 | 17:32

  10. Dice ser igesar75

    brodie, si nos metemos más en harina, resulta que Mark Lawrenson era un caso similar al de Michael Robinson, es decir, nació en Inglaterra (más concretamente en un sitio llamado Penwortham) aunque fuera internacional por Irlanda. Jim Beglin y Ronnie Whelan sí nacieron en el «Eire»; por lo tanto estos dos, más el excéntrico Bruce Grobbelaar, serían los tres extranjeros de aquel equipo. Ahora sí cuadra más la cosa.

    02 febrero 2015 | 10:29

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